Reflexión N° 70 - ¿Dónde estoy parado?
En la vorágine de acontecimientos mundiales que suceden sin tregua, sobre los que ya hemos reflexionado tantas veces: las informaciones globales negativas y continuas, el vértigo ruidoso de las calles pletóricas de vehículos y gente, las matanzas de Irak y Palestina, los dramas familiares, el triunfo social de los homosexuales, la televisión satánica, el desorden de los estados nacionales, la banalidad de las iglesias, etcétera, me pregunto: ¿Dónde están parados los hombres? No lo saben. Tampoco se lo preguntan, ni les importa.
El Papa Juan Pablo II, Vicario de Dios en la Tierra, estaba parado en la cumbre de su montaña, sobre un vehículo en la Plaza de San Pedro, recibiendo el tributo de los fieles católicos, cuando un pistolero lo abatió con dos balazos de los que nunca pudo reponerse. Otro, el presidente Bush se llama a sí mismo “El hombre más poderoso de la Tierra”, pero los irakíes diezman sus ejércitos todos los días y él no se da cuenta del horror donde está parado. Suben los hombres por las montañas sociales para alcanzar una cumbre, un poder, mucho dinero, el Oscar de Hollywood, el mundial de fútbol de Alemania, el Premio Nobel 2006, compitiendo sin piedad, flagelándose hasta el sacrificio. ¿Por qué? Quieren estar parados en el lugar más destacado para justificar su vacuidad interior. Es la filosofía de las civilizaciones dualistas: el Espíritu en el Cielo, inmutable inaccesible, el Paraíso reservado a los triunfadores; y abajo, en la Tierra, la supervivencia del más fuerte, darwinismo pragmático, único, irreversible e intrascendente.
La evidencia que puede mostrarnos la concepción monoteísta del Universo, con sus pares de opuestos, espíritu y materia en permanente conflicto, es la destrucción planetaria que ahora estalla frente a nuestros ojos. Sus actores son las naciones que brotaron de las tres grandes religiones monoteístas que han dominado el mundo durante los últimos dos mil años: Judaísmo, Cristianismo e Islam, decididas a sobrevivir hasta el holocausto antes que renunciar a sus dominios. Tienen los medios para hacerlo, desde armas atómicas fulgurantes hasta proyectiles biológicos con las virulentas pandemias. Así será. Ni aún los Dioses se atreven a modificar la trayectoria del karma y se cumplirá la ley de justicia que los hombres han desencadenado. Después, cuando pasen los siglos y la Tierra vuelva a la normalidad de los ciclos naturales, los acuarianos empezarán a repoblar los paisajes vacíos, de otra manera.
Iknatón
El mezquino mundo que conocemos y en el cual luchamos para sobrevivir es pequeño, un invento totalitario del Faraón Iknatón de hace 3.350 años en Egipto, con su Dios personal Atón controlando las cosas materiales. El resto del Universo, la pluralidad de los mundos, la fraternidad universal, la libertad espiritual de elegir al Dios que gusta a cada uno, la alegría de vivir, fueron prohibidos bajo pena de muerte: Dioses, Sacerdotes, figuras y templos fueron eliminados. Cuando Iknatón murió, el culto politeísta recuperó su influencia; pero la semilla del oscurantismo ya estaba sembrada y prosperó en las nuevas religiones dualistas con Dioses personales severos que pronto dominaron la Tierra y conquistaron los espacios de la materia. Hoy, al finalizar la civilización que les dio tanto poder, los hombres, con sus conquistas inéditas en las manos sin saber qué hacer con ellas, caminan hacia la destrucción. El hogar terreno pequeño y empobrecido está desapareciendo, para que podamos reencontrar los mundos plurales, las incontables dimensiones de la existencia, la vida permanente, la alegría, la libertad y la amistad de los Santos Maestros que nos miran con benevolencia.
El Universo que describen las Enseñanzas del Maestro Bovisio está clasificado didácticamente en sistemas septenarios, para comprenderlo mejor. El individuo no es simple, sino compuesto y vive en siete dimensiones, las cuales se subdividen en siete planos y así sucesivamente hasta lo infinito. Las siete dimensiones de la realidad, algunas visibles, otras invisibles a nuestros ojos o los instrumentos más afinados que disponemos, son:
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Mundo Elemental. Comprende las partículas simples de la materia, plasma, fotones, neutrones y las que siguen apareciendo en los grandes aceleradores y en los gigantescos tanques reveladores de partículas cósmicas del laboratorio Auger, en Mendoza, de 3.500 Km2 de extensión. También se mueven en esa dimensión los elementales psicológicos, enanos, hadas, salamandras, detritus humanos, las formas mentales de la muerte. Muchos son inteligentes, pero no tiene individualidad y con el tiempo se disipan en las sombras.
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Mundo Material. Se conocen cinco elementos: tierra. aire, agua, fuego y éter; faltan dos por descubrir. Se agregan los minerales, las plantas, los animales y los hombres. Los satélites artificiales, Internet, las computadoras, los planetas, las galaxias, el espacio y el tiempo, el Quijote de la Mancha, el David de Miguel Ángel, las pirámides. Algunas cosas son materia pura como el agua; otras son combinaciones de dimensiones que interactúan, como la Marsellesa. Algunas perduran en el tiempo, otras son efímeras como la risa de un niño. Se producen en este mundo material, en la Tierra, o en el espacio externo. “La Tierra es hermosa”, dijo Yuri Gagarin, el primer hombre que salió fuera y la vio completa desde el espacio.
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Doble Etéreo. Es una dimensión radiante que vincula al hombre con las dimensiones superiores del alma, su Cuerpo Astral. Los egipcios antiguos lo llamaban Ka, y los cristianos lo representaban como una aureola de luz que envuelve a los santos. Es el modelo de cada individuo, el patrón de sus formas y sentimientos, la clave para una vida armoniosa, algo semejante al genoma humano de la dimensión genética de los biólogos. Dice la Enseñanza que está adherido al cuerpo, como la pielcita que une al huevo con la cáscara.
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Mundo Astral. Es la dimensión extra material cercana, pues vivimos en ella todas las noches durante el sueño profundo. Por un lado es múltiple y embriagadora por su dinamismo y belleza. Ésta y demás asuntos que tratamos en esta Reflexión están explicados en el Curso “El Devenir”, en la Enseñanza “Las Divisiones Astrales”, donde encontrará el lector mayores precisiones de los siete planos que la componen y su función de desenvolvimiento espiritual. Por otro lado “En el séptimo plano del mundo astral”, dice, “se encuentran los seres salvajes, criminales, atrasados…” etcétera. Muchos androides que encontramos por la calle viven en ese mundo de horror mezclados con el público.
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Mundo Mental. También dividido en siete planos y su diferenciación del astral es puramente didáctica. Altamente vibratorio y sutil, brinda a las almas que se preparan para encarnar la energía que necesitan para afrontar la nueva vida. En el séptimo plano está la Gruta de Ras, sistema vibratorio especial que conserva la memoria de la Humanidad, de la cual Helena P. Blavatsky extrajo los informes de su Doctrina Secreta.
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El Mundo de los Devas. Las mónadas espirituales que trascienden el plano de la Humanidad moran en planos superiores llamados los “Mundos de los Devas”. Existen en ellos tres cadenas de Huestes constructoras: La Hueste de la Sombra, la Hueste de la Humanidad y las Huestes Estelares. Las Huestes de Ángeles, Arcángeles y Principados son creadoras del desenvolvimiento humano y las cadenas planetarias del Universo. Cada astro, cada estrella, cada planeta es el cuerpo material de ellos. Tal cuerpo material no puede afectarlos porque son de naturaleza substancialmente divina.
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El Primer Mundo. “Se señalará aquí el nombre de las otras Huestes existentes, si bien no pertenecen a los Mundos de los Devas descritos: siguen a las Huestes Estelares la Hueste de las Formas o Potestades; la Hueste del Lenguaje o Virtudes; la Hueste del Pensamiento o Dominaciones; la Hueste de la Línea o Tronos; la Hueste del Sonido o Serafines y la Hueste de los Números o Querubines”.
Esta es una visión relámpago del Universo que han transmitido los sabios en la tradición de los mundos plurales del politeísmo antiguo y que ya nadie reconoce, aunque los documentos están en las grandes bibliotecas juntando polvo. Es mucho más atractiva, justa y enriquecedora que la esquelética doctrina de infiernos y paraísos eternos de las religiones monoteístas que hoy controlan el mundo, con sus Dioses siempre enojados. No me gustan.
Estoy parado…
La Reflexión propuesta es: ¿Dónde estoy parado? Ahora sé. Estoy parado sobre la suela de mis zapatos, un pequeño espacio dinámico que se ha movido mucho en todos mis años de vida, transportando cuerpo y alma a través del Universo, a veces lentamente por el jardín de la casa, otras más rápido sobre un avión saltando continentes, otras rapidísimo en las lecturas de las Enseñanzas, en las imágenes de “Odisea en el Espacio” y, a veces, con velocidad súper luz en la oración, en los sueños astrales, en la amistad con los Santos Maestros. Estoy parado en el Universo con mundos plurales y dimensiones infinitas, feliz, libre, en paz. Soy una persona sensata que se ha liberado de Dioses totalitarios que no fueron invitados.
En este espacio luminoso sin dimensiones, con Dioses antiguos y modernos que me rodean gentilmente, directos, sin intermediarios, Krishna, Pacha Mama, Manitú, Sidartha, Jesús, Amón, María, Isis, Abhumi, Maitreya y tantos otros cuyos nombres no conozco, y se pronuncian en todos los idiomas con figuras negras, blancas y rojas, masculinas y femeninas, niños y ancianos, tengo la dicha de elegir la que me gusta: Ahehia, que conocí el primer día que inicié el Camino de la Renuncia. Ningún Dios ni Diosa se enojarán conmigo porque elegí a Una. Dice el Maestro Santiago en una Enseñanza que la Divina Madre es el Cuerpo Místico de todos los Grandes Iniciados que no generan karma ni necesitan encarnar; son libres, son Ihes. Nombrar a uno es amar a todos. La Gran Enseñanza está escrita en el Himno a la Divina Madre que concluye así:
Ahehia ote Hes
Eret Hes ote Ahehia
Hes, Ihes et Hes.
José González Muñoz
Marzo de 2006