Reflexión N° 47 - Orden de Lecturas
El Señor Luis Chávez nos inquiere en un mail: “Estimados Señores: Dos preguntas concretas. Primera: ¿Un consejo acerca del orden de las primeras lecturas, para alguien que empieza a leer las Enseñanzas del Maestro? Segunda: Para aprender a meditar, ¿Qué orden aconsejan en las lecturas?” Como este importante asunto ya ha sido presentado anteriormente, vamos a dedicar esta Reflexión a explicar brevemente cuál es la mejor secuencia de lecturas de las Enseñanzas, especialmente las que se ocupan de la Meditación.
Primero
Al principio hay que dedicarse al curso “Desenvolvimiento Espiritual” (Libro I), que fue el primero que redactó en el año 1937 para uso de los discípulos, quienes recibían enseñanzas y dirección espiritual en reuniones semanales dirigidas por el Maestro Santiago. En este curso están diseñados premonitoriamente su filosofía y su estilo de pensar. Es como un resumen sincrético que adelanta los diversos temas que se explican y concilian a lo largo de la colección. Perseverar en la Enseñanza “Hidrochosa”, tres páginas luminosas, y meditarlas asiduamente, es penetrar hondamente en el núcleo de la doctrina de la Renuncia que desarrollará la nueva civilización acuariana. Mejor aún, habría que conocerla de memoria, como se hacía en aquellos tiempos, recitándola mentalmente, como una plegaria que se dice en los momentos de desencanto, para vigorizar los ideales espirituales. El curso completo hay que tenerlo disponible para insistir en los asuntos capitales en todo momento. Algunos lo tienen en su la mesa de luz y leen una Enseñanza por noche, antes de entrar en el sueño reparador; el subconsciente hace su trabajo y a la mañana siguiente se perciben los resultados clarificadores.
Segundo
La Enseñanza es una y permanente, pero se expresa al entendimiento humano en la variabilidad y a veces en la contradicción de los pares de opuestos. Entonces, el estudiante espiritual debe tener un método de estudio que permita conciliarlas en su alma; con el tiempo y la experiencia, irá conformando las secuencias que más le convengan. Mientras tanto, aquí sugerimos algunas prioridades para quienes empiezan a estudiarlas. Después del “Desenvolvimiento Espiritual”, que actúa como una introducción a las obras completas, sugerimos el estudio detenido de “El Devenir” (Libro VII). En este curso el Maestro explica la vida como una realidad unificada, que el ser humano recorre por transmutación en los diversos planos naturales y sobrenaturales, desde la vida interna de la Tierra hasta los más sutiles del mundo astral. El paso de una dimensión a otra, siempre difícil, que realiza el alma en su devenir, es lo que llamamos la muerte y la reencarnación, etapas inevitables, necesarias y, a medida que progresan, libertadoras. El Maestro Santiago realizó astralmente el viaje al interior de la Tierra, y lo que vio es lo que está narrado en la Enseñanza. De la misma manera, lo que dice de la Gruta de Ras, el Mundo Astral, la muerte, etc., es lo que veía directamente y a voluntad, pues era vidente en todos los planos. Entonces, recomendamos este curso, de fácil lectura, porque brinda al estudiante una clara imagen de su posición colectiva e individual en el Cosmos, por conocimiento de las fuerzas que dan vida al Planeta, a medida que vaya descubriéndose interiormente. Esta plataforma es importante para ubicarse correctamente en el resto del estudio que desee abordar. Sin una postura firme y bien plantada en las realidades básicas de la existencia, se extraviaría en la diversidad de los cursos, sobre todo, en el desarrollo de la Meditación.
En tercer término
El curso que recomendamos en tercer lugar es “El Camino de la Renuncia” (Libro XVIII). Éste fue en su origen un retiro largo de una semana, clases y conferencias, mañana y tarde, dictado a las Ordenadas de Comunidad de Embalse, en 1955; fue anotado taquigráficamente y redactado finalmente como aquí se presenta. Constituye el corazón de la Doctrina de la Renuncia y allí están explicados los conceptos más difíciles y oscuros del Camino: la muerte mística de holocausto, el Ired, la Reversibilidad, la mística de la ceniza, sus premoniciones sobre la destrucción de las superpotencias, la bomba atómica, el Redentor Maitreya, y otros. La lectura de este libro es inagotable, porque en sus páginas están escritos los valores de la Humanidad en el tiempo venidero de la Era Hidrochosa-Americana. El estudio de sus Enseñanzas, como casi todas las demás de otros cursos, no se realiza horizontalmente, unas al lado de otras, sino en profundidad. Como todo mensaje sagrado, contienen siete significados, que irán develándose uno por uno, hasta conformar una armonía de ideas fuerzas. El verdadero aprendizaje no consiste en la acumulación de conceptos e informaciones, sino en la transmutación del alma hacia los estados superiores de la existencia.
Todas las Enseñanzas son sabias y contienen una semilla de la verdad fundamental de la Renuncia; pero consideramos éstas que recomendamos como cimiento firme para enfrentar cualquiera otra de la Colección, sin peligro de extraviarse en el Camino.
Meditación
La Meditación es también una Enseñanza; está escrita en nuestra alma, espacio sagrado adonde tenemos que penetrar para conocerla y aprender a vivir correctamente. Hay muchos tipos de Meditación, antiguos y modernos, orientales y occidentales, pero la mejor es la que se adapta al temperamento de cada meditante, como un guante hecho a medida de la mano. Los ejercicios mecánicos de Meditación, rígidos y dogmáticos, como una gimnasia corporal, no brindan resultados positivos, y al poco tiempo, el meditante pierde todo interés. La Meditación no debe ser un ejercicio forzado de la voluntad, sino iluminación, libre fluir de la sensibilidad interior, para que el alma espontáneamente se manifieste cómo es y diga lo que tenga que decir.
La Obra escrita del Maestro Santiago ofrece varios tipos de Meditación: Afectiva, Discursiva, Sensitiva, con variantes y modalidades, activas y pasivas, ejercicios de Concentración y de Contemplación, y ofrece muchos ejemplos. Pero hay un encuadre general doctrinario que es necesario conocer previamente para no perder el tiempo en divagaciones de la fantasía. El escenario en el cual actuará el meditante es la “Simbología Arcaica”, sus símbolos, el significado de sus figuras y los objetivos que persiguen; se extiende por un largo recorrido de variados paisajes (Libro III). Siete son los cuadros que presenta, con sus respectivos efectos, que servirán de guía para el logro de los fines que se buscan:
1°: La Dama Negra. Efecto: Aborrecimiento.
2°: El Abismo. Efecto: Desolación.
3°: Los Dos Caminos. Efecto: Desapego.
4°: El Estandarte. Efecto: Elección.
5°: El Templo de Oro. Efecto: Consuelo.
6°: El Velo de Ahehia. Efecto: Gozo.
7°: La Resurrección de Hes. Efecto: Arrobamiento.
El estudio de estos símbolos y sus relaciones con los diversos estados espirituales ofrecen una buena ubicación para plantear correctamente el ejercicio de la Meditación, sin confusiones ni dispersión de la ideas. Para ampliar el significado de este temario simbólico, es conveniente detenerse en “La Meditación Afectiva” (Libro XV), que explica los cinco pasos de este tipo de Meditación y las relaciones con las siete etapas simbólicas de la marcha del alma en su ascenso hacia la vida perfecta.
Los cursos más apropiados para los principiantes en la práctica de los ejercicios de Meditación son tres, y se encuentran al final de la Colección:
Libro XLV: “Ejercicios y Ejemplos de Meditación”.
Libro XLVI: “Comentarios sobre la Meditación”.
Libro XLVII: “Métodos de la Meditación”.
Estos tres cursos constituyen la cumbre del Magisterio Espiritual de Santiago Bovisio, con ejercicios y ejemplos modernos, didácticos y claros, en tres variables: Meditación Discursiva, Meditación Afectiva y Meditación Sensitiva. Los tres tipos hay que conocerlos y practicarlos habitualmente, hasta que el meditante encuentre el más conveniente, el que le facilita las cosas para entrar en la Meditación propiamente dicha.
Muchas veces el Maestro Santiago insistió que el ejercicio no es la Meditación, sino una disciplina interior para llegar a ella, incluso dio a la práctica del ejercicio un tiempo determinado, no más de un año, en términos generales, en el cual el estudiante debe entrar espontáneamente en el estado de Meditación. Reiterarse en un ejercicio determinado, sin haber alcanzado el estado meditativo, es una traba para el alma; es necesario cambiar de ejercicio, buscar el más conveniente, tal vez más sencillo, más en sintonía con las características de cada uno. Hay muchos tipos, desde la Meditación Simple hasta la Meditación del Hogar, que ya hemos recomendado en una Reflexión anterior. Cada alma tiene una forma de Meditar, y en muchos de los cursos aquí presentados se habla de ellas. Incluso hay tipos de Meditación que aquí no aparecen y son valiosas, tal vez la que uno anda buscando.
La Oración es la fuerza del alma, y cada ser tiene una que le es propia; el estudiante debe descubrirla y cultivarla. Quien dice que no puede meditar, o que no sabe, se equivoca; es como desconocer su identidad, no ver su rostro en el espejo, no saber respirar. Cuando un ser, en algún momento determinado, por sufrimientos, por enfermedad, o por una exaltación de alegría, se mira a sí mismo y se pregunta: “¿Qué me esta pasando?”, empieza a meditar. La continuidad de esta pregunta es la Meditación del principiante.
José González Muñoz
Mayo de 2004