Reflexión N° 42 - Reflexión del Traductor de las Reflexiones, o Texto para José...
E agora, José? | ¿Y ahora, José? |
---|---|
A festa acabou, | La fiesta se acabó, |
a luz apagou, | la luz se apagó, |
o povo sumiu, | el pueblo desapareció, |
a noite esfriou. | la noche se enfrió. |
e agora, José? | ¿Y ahora, José? |
e agora, você? | ¿ Y ahora usted, |
você que é sem nome, | usted que es sin nombre, |
que zomba dos outros, | que mofa de los otros, |
você que faz versos, | usted que hace versos, |
que ama protesta, | que ama la protesta, |
e agora, José? | ¿y ahora, José? |
“José” (1a. estrofa) – Carlos Drumond de Andrade
La Historia Oficial
Cuando a comienzos de 1965 ingresé como alumno regular en el Colegio Leo Bovisio, de San Ignacio, sierras de Córdoba, sin saber dónde estaba ni qué haría con mi pequeña y corta vida -entonces con 14 años de edad-, no hubiera podido imaginar el vuelco de 180° que ocurriría en mi búsqueda interior después de vivir esa experiencia.
Nacido en el seno de una tradicional familia Judaico-Cristiana, mezclada con ideologías de la Ortodoxia Siria, en las proximidades del Colegio, mi infancia transcurrió entre catecismos, corales eclesiásticos, fabricación de hostias y juegos infantiles. La presencia de Dios en mi espíritu se limitaba a la obligación de rezar antes de dormir y asistir a la misa dominguera, mirando en el atrio del altar un cuadro de un enorme hombre de cabellos blancos y mirada severa, flotando entre blancas nubes, y preanunciando castigos homéricos si no se siguiesen sus preceptos.
Por otro lado, los Maestros estaban representados por numerosas estatuas de barro o madera, pintadas adecuadamente, llamados Santos, y cuya historia era contada frecuentemente en las salas de aula de la escuela eclesial.
El primer año del Leo Bovisio fue más debido a la falta de paciencia de mis padres de aguantarme en casa, que de algún merecimiento especial. De esta manera, casi con desagrado y sin ganas, entré al mundo nuevo de las ideas de Don Santiago.
No conocí al Maestro personalmente; pero sí a sus discípulos directos; entre ellos al Señor José, Director del Leo Bovisio en esa ocasión.
Lo que más me llamó la atención de esta gente recién conocida fue la calidad de vida, la ascética y la forma de pasar enseñanzas a sus alumnos. Todo era diferente en las aulas, la forma de dictarlas, la manera de sentarse, el respeto mutuo, la práctica escolar, etcétera. Todo era nuevo y parecía que las tareas y lecciones se aprendían por ósmosis, por presencia, por transferencia directa. Nadie sabía qué era lo diferente y nadie imaginaba la implicación de este contacto; sólo los hijos de los Hijos de Cafh tenían una noción más clara.
En dos años de estudio en este Colegio nunca supe de qué se trataba la historia de los “Señores”, a pesar de los comentarios internos y externos y de algunas manifestaciones vistas por algunos alumnos de forma desprevenida.
Cuando mi madre se enteró por los comentarios que estaban en boca de todos que en el Leo Bovisio se le hacían “lavajes cerebrales” a sus alumnos, su corazón maternal no pudo resistir, y prefirió retirar su hijo del peligro potencial y no arriesgar un eventual mal mayor. De esta forma y sin más explicaciones, terminó mi contacto con el mundo nuevo que había conocido.
Lejos estaba de imaginar que el destino me reservaría nuevas emociones. Después de terminado el curso secundario, en Embalse de Río Tercero, fui a estudiar a la capital. Quien me llevaba frecuentemente en automóvil hasta Córdoba era nada menos que el Doctor Marandino, abogado regional que había defendido a Cafh de sus detractores. Él, me comentaba en los viajes el destino de las comunidades por la injerencia del clero y de los militares.
Los estudios universitarios y el medio ambiente estudiantil me llevaron a profundizar cuestiones sociales y a introducirme en el mundo de los libros espirituales y de cuño esotérico. Frecuenté algunas escuelas filosóficas y políticas, lo que fue modelando mi ser. De Cafh, nada; ni siquiera el nombre y menos aún el contenido. Era muy cerrado el ambiente para poder penetrar o para saber algo que arrojara alguna luz sobre la oscuridad del alma.
El destino quiso que, al terminar mis estudios universitarios, tuviese que mudarme para Brasil. Dos motivos fueron determinantes: uno existencial y otro esencial. El primero se refiere a una información recibida dando cuenta que habría un grupo militar detrás de mí, debido a actividades políticas anteriores. El otro, esencial, se refiere a otro ser que por la ley de predestinación estaba aguardándome. Así, pienso, el libre arbitrio me hizo tomar la determinación más acertada para mi vida futura. Dicen los Maestros que nada es por acaso; Macktub, dicen los árabes; será lo que deba ser. ¡…y así fue!
En un viaje de regreso para Argentina, en el aeropuerto de São Paulo, encontramos casualmente al Señor J. Mi esposa quiso entablar contacto, pues conocía sobremanera las historias del Leo Bovisio que le contara en el pasado; así se aproximó, junto con mi madre, y estableció el primero de los numerosos encuentros que tuvimos. Posteriormente volvimos a encontrarnos en el aeropuerto junto a otros miembros de Comunidad que viajarían en el mismo vuelo.
En poco tiempo éramos Hijos de Cafh y colaboradores en la obra social de la comunidad donde vivían. El destino también determinó que durase pocos años; el cambio brusco de rumbos, la desorganización de funciones, la falta de ejemplos prácticos de Renuncia, la apertura indiscriminada a nuevos miembros sin el menor criterio de elección, etc., etc., ayudó al desenlace de nuestro alejamiento.
Fue doloroso, pues muchos años de convicciones y ejercicios ascéticos vieron el fin del camino, pero ayudó a pensar mejor y a rever posiciones y principalmente a percibir que Cafh hacía mucho tiempo que no existía más; no de la forma que el Fundador había determinado.
¿De qué forma podríamos tener acceso a las Enseñanzas en el futuro? ¿Quién nos ofrecería una dirección espiritual? Los Hijos de Cafh, incluyendo los de Comunidad, no podían tener contacto con nosotros, de tal forma que nos encontramos en la más negra noche del alma, sin recursos y sin orientación. Por suerte, encontramos una salida honrosa: mirar hacia adentro, a lo profundo del corazón, al Yo Superior que habita en el centro de nuestro espíritu. Esta práctica nos reconfortó, y en adelante salimos del paso con menos apoyos, sin las muletas que nos acompañaron durante todos los años pasados.
Una noche en la playa, hablando de esos tiempos de antaño, la figura del Señor J. se nos hizo necesaria, como si presintiésemos la necesidad de un contacto inmediato con él, a pesar del tiempo transcurrido. Removimos cielo y tierra, hasta que finalmente lo encontramos por intermedio de un amigo común. A partir de este momento, la historia oficial comenzaba a cambiar, alguna cosa dejó de tener sentido y otra, que era muy importante, cobró vida. Supimos de los desmanes y de las terribles consecuencias que asolaron almas de entrega, sin otro motivo que el de querer ser. Nos tornamos por esta razón, el eslabón perdido de una cadena, haciendo un puente entre un mundo devorador y asustador, lleno de peligros y al acecho de oportunidades, y el mundo mágico de una comunidad neo-formada, sufriente por las condiciones impuestas y con posibilidades limitadas, anímicas y físicas, de poder sobrevivir.
El Pasado Cercano
Cuando, sin pretenderlo, nos enteramos que las Enseñanzas de Don Santiago estaban en Internet, corrimos a la computadora para verificar el hecho. ¡Qué alegría inmensa poder verificar que toda esta preciosidad estaba disponible!
Corrimos nuevamente para compartir con otros amigos la buena nueva, y al encontrar entre ellos las dificultades propias de la lengua, nos vimos en la obligación de ofrecer nuestro aporte para ayudar con la traducción para el portugués, de esta obra maravillosa. El Señor J., consultado, dio su apoyo; enviamos entonces un mensaje al sitio de Internet esperando respuesta, sabiendo de antemano que el responsable por la misma había sido el Director del Colegio Leo Bovisio cuando nosotros estudiábamos allí.
¡Qué sorpresa agradable fue la de haber recibido una respuesta positiva, casi instantánea, por parte de José! ¡Qué fantástica felicidad se presentó para poder colaborar con la Gran Obra! ¡Qué suerte tuvimos de haber encontrado Discípulos Fieles en otros lugares del mundo, comprometidos con la divulgación del Mensaje de la Renuncia!
De esta forma conocí al Sr. N., alma grande y fuerte, comprometido con la Obra y que nos dio la oportunidad de ser sus amigos. Despojado de toda ambición personal, con gran dedicación y ahínco, con fuerte presencia de espíritu, demostró la fibra íntima de la que son hechos los hombres de Renuncia. ¡Éste sí que es un Discípulo Fiel, de aquellos que el Maestro Santiago hablaba en sus Enseñanzas!
A partir de ese momento y por decisión compartida por todos me transformé en el traductor de las Reflexiones de José, para el portugués. Tuve, mejor que nadie, el privilegio de conocer de cerca al autor, y ahora sus ideas en obras, a través de sus Reflexiones acerca del mundo, iluminadas por la antorcha del pensamiento vivo del Maestro Santiago. Pude comprobar en sentimiento la necesidad imperiosa que tuvo José en divulgar la Obra que el Maestro había dejado para la humanidad, y que si no fuera esta medida, podría estar totalmente escondida o perdida en algún rincón del planeta.
El trabajo de traducir un texto de una lengua para otra es técnico y banal. Pero la responsabilidad de traducir una Enseñanza Universal, dictada por un Maestro de Sabiduría y rescatada por Discípulos Fieles, es tarea hercúlea, pues cae sobre los hombros de quien hace este trabajo, el peso de la sagrada misión, la dedicación plena al objetivo solicitado, el compromiso de ser fiel al texto y a la idea pasada, y, principalmente, saber que no se puede fallar.
El Presente
Hoy, después de haber empezado el 18 de Julio de 2003, el trabajo llega al fin. La misión encomendada fue cumplida en el tiempo prometido. La traducción de los Comentarios y de las Reflexiones para el portugués está completa. Falta solamente incluir las últimas en el sitio de Internet para que cumplan su tarea en los países de la lengua citada.
Cabe a mí, por solicitación onírica, realizar mi Reflexión como Traductor de las Reflexiones; sin pretensiones literarias, sin técnica de escritor, sin vanidades personales y sin esperar nada por esta Meditación Pública en forma de Carta Abierta.
Habiendo leído todas las Reflexiones de José con detenimiento, en razón de tener que traducirlas, se me antojó una pregunta que a pesar que está parcialmente respondida, me quedó dando vueltas en la cabeza hasta ahora: ¿Por qué comenzó la difusión de esta Obra en Internet en el año 2000? Se supone que el inicio de la Era de Acuario comienza en este año, pero si estuvieran en el sitio algunos años antes para preparar la llegada del nuevo signo, tal vez hubiese sido mejor. No estamos cuestionando nada, si no que es una pregunta que quedó sin respuestas.
El coraje demostrado en la publicación para todo el mundo de esta Obra monumental, es sin duda el marco del inicio de un nuevo modo de pensar y de vivir. Hay aquí material suficiente para que el hombre consiga su liberación, y si fuere lo suficientemente experto como para aprovechar el estudio estas Enseñanzas, no tendremos que esperar mucho tiempo para ver los primeros resultados del cambio de razas.
Lo que se rescata es que afortunadamente un ser percibió la importancia de divulgar esta obra y, sin escrúpulos ni melindres, a pesar de las prohibiciones de los que creían detentar la exclusividad de la Obra, resolvió tomar sobre sus hombros la carga del juzgamiento histórico de su actitud; no que sea importante el desenlace de las opiniones formadas, si no que por este hecho ya cambió la actitud de muchas almas que transitaban un camino vacío y sin perspectivas.
Hubo muchos que cambiaron de ideas y muchos otros que cambiarán. La Enseñanza viva está vigente en su más puro mérito, sin alteraciones, como el Maestro las dictó. Las Reflexiones llevan, a través de su análisis objetivo y temporal a la luz de las Enseñanzas, a transitar un camino demarcado por la tradición esotérica, inexorable y sin retorno; ¡todavía hay tiempo de trabajar para que sea menos doloroso el futuro que se aproxima!
El Futuro
No tenemos el don de la profecía. Tenemos lo que nos dejó el Maestro sin retoques ni subterfugios. ¿Qué es lo que realmente va a ocurrir y en qué tiempo? Solamente los Grandes Iniciados lo pueden saber. A nosotros nos queda la opción de elegir el camino a recorrer, la compañía que iremos a escoger, la bandera que iremos a enarbolar y cómo nos iremos a preparar para recibir al Hombre Nuevo que está llegando.
Enrique.
Enero de 2004.