Reflexión N° 149 - La Educación Infantil

En el final de la civilización cristiana la educación escolar se ha distorsionado. Los extraordinarios avances técnicos de las ciencias físicas en comunicaciones han reemplazado eficazmente, sin competencia, a la maestra de grado, por más capacitada que esté. Todo lo que puede aprender un niño en la escuela que sigue los tradicionales programas de enseñanza, leer, escribir, historia, geografía, etc., lo puede aprender mejor y más entretenido en el televisor de la casa. De hecho muchas aulas tienen televisores que reemplazan a la maestra y los alumnos manejan calculadoras, computadoras portátiles, celulares y hasta juegos electrónicos para los recreos en el patio. Las escuelas públicas siguen funcionando porque la educación mundial es libre y gratuita y si un padre se niega a inscribir a su chico en la escuela es sancionado judicialmente. Es el fascismo de estado que se impone en los niños mejor que en otros sectores de la población.

¿Qué enseña la televisión en programas escolares y las computadoras en archivos que se manejan a voluntad en el domicilio particular de muchas naciones que han avanzado en esta alternativa, China, Australia, Federación Rusa, Canadá? Lo mismo que los programas oficiales de educación, según el sistema político del país, sin costo alguno, homogéneo, controlable. Algunos test de competencia que se han hecho con varias formas de comunicación entre la maestra cibernética y la maestra de aula dan mejores resultados en la educación electrónica, según los propósitos que las autoridades buscan: ciudadanos obedientes a las leyes de la nación, consumismo inagotable para la economía regional, patriotismo comunista o capitalista según el país, acatamiento a las normas de tránsito y la policía, aprendizaje de inglés, chino u otro idioma y los secretos de la computación, el automóvil, el avión y el tren de alta velocidad, vacaciones en las playas, liberalismo sexual; es decir, lo que existe y debe continuar.

La educación escolar pública funciona mal para los fines de la sociedad moderna: huelgas continuas, indisciplina, violencia, incapacidad de maestras estresadas, inmoralidad en docentes y alumnos, politiquería. Las familias adineradas sostienen colegios de alto nivel, muy costosos, que se especializan en los mismos objetivos económicos y sociales. En estos casos frecuentemente completan su formación profesional en alguna universidad prestigiosa de Estados Unidos, Inglaterra o Alemania.

La educación infantil escolar es innecesaria porque los fines que se propone, en cualquier lugar del mundo actualmente, que es la continuidad social, se logra con mejores resultados en la calle pendenciera, en la televisión y en Internet. Todo lo que se aprende en las escuelas se alcanza de inmediato en la competencia humana. Miren, por ejemplo, a los chicos en pandillas de cuatro o cinco, frente a los semáforos rojos, limpiando parabrisas de los automóviles y si no reciben propina, el auto recibe un golpe contundente. Todos dan para que no se los rayen, los chicos saben muy bien y practican tempranamente la violencia que, más tarde, cuando sean mayores utilizan en sus quehaceres diarios, la familia, los cuidacoches, los bailables nocturnos, la ratería y hasta la violencia física para robar. Aclaremos que no todos son ladrones con antifaz clásico, pero saquean en las farmacias falsificando los troqueles que luego negocian con la mutual, no pagando los impuestos, cambiando en los negocios el vencimiento de las mercaderías por una semana más tarde, la coima de la policía denunciada frecuentemente, la corrupción de los funcionarios de alto rango que se reparten sobreprecios en todas las inversiones, etc. ¿Para qué ir a la escuela si no se aprende nada nuevo? Para guardar las apariencias y continuar con lo mismo.

Si la educación infantil en las escuelas no es capaz de cambiar la actitud moral de los ciudadanos ¿qué se puede esperar de una educación para el futuro? ¿Se puede enseñar la Renuncia, Ley de la Nueva Raza que se inicia? La única experiencia conocida, Cafh, practicada sistemáticamente durante muchos años, con niños, jóvenes y adultos fracasó completamente. Está bien que el Maestro Fundador tuvo que irse dejando la obra a la mitad, pero sus discípulos directos de Comunidad, dirigidos personalmente muchas veces en conversaciones diarias, dieron totalmente al revés con las ideas y en poco tiempo la Orden se convirtió en una fundación económico financiera. Los discípulos se dispersaron y vinieron otros formados en la competencia mundana. Por uno de los principios de la Renuncia, la Reversibilidad Analógica, la Obra se convirtió en el Mensaje de la Renuncia Canon que en pocos años se expandió universalmente. Esas Enseñanzas que son el corazón de la doctrina y el vehículo de las nuevas ideas, están para siempre en los más lejanos lugares traducidos a varios idiomas, y constituyen la piedra angular de la educación del futuro para la formación del hombre americano.

Las Reflexiones se desenvuelven dentro del marco conceptual de las Enseñanzas y procuran no salirse de sus límites porque sería extraviarse en la confusión de las ideologías, dogmas, filosofías extrañas, propaganda e intereses modernos. El Maestro practicó personalmente la educación de la Renuncia con buenos resultados cuando estaba vivo. Pero si en su ausencia esa educación se modificó totalmente como ya se ha consignado, ¿qué se puede hacer ahora?

La globalización del planeta en computadoras, robots y comunicaciones se basan en las matemáticas binarias, un lenguaje creado por Leibniz hace tres siglos en Alemania, una sociedad completamente diferente a la actual. Un chico que habla por celular con sus padres residentes en otro continente utiliza a través de su teléfono, como base el lenguaje binario, sin saberlo. ¿Podría imaginar Leibniz que su invención cambiaría el mundo y en qué forma? No.

Cuando Jesucristo fundó la civilización cristiana desde la Cruz, el Imperio Romano vivía en su esplendor. Los estudiantes más aventajados aprendían Retórica y Filosofía, enseñadas por pedagogos esclavos capturados en Grecia. La mayoría de los romanos no sabía leer ni escribir. Vivían del comercio, la agricultura y la guerra. ¿Podrían imaginar que el gladio sería reemplazado por los F-16 del nuevo Imperio Americano? No.

Durante la Edad Media la Iglesia mantuvo escuelas parroquiales donde los sacerdotes enseñaban catecismo y la lectura del idioma regional durante la primera infancia. Luego iban a la servidumbre del campo y los oficios. Ya no hay escuelas con internados y siguen los programas laicos que regula el Ministerio de Educación Nacional. Algunas son caras, otras no tanto y sirven para reclutar aspirantes para los seminarios. ¿Qué enseñan en este siglo competitivo y mundano? El Catecismo.

En estos momentos la educación de los niños presenta un problema doloroso, no para los educadores solamente, sino para también para los padres. He escuchado muchas veces a padres que no saben qué camino adoptar para formarlos. ¿Qué hacer?, me han preguntado. Aún cuando tengan la suerte de ser muchachos sanos, inteligentes, cariñosos, cuando entran en la pubertad se enfrentan con la inmoralidad que reina en la secundaria, y si continúan la universidad, relaciones incontrolables y un futuro económico problemático. Esta es la realidad de la juventud en todas partes, con pocas excepciones positivas.

La escuela no puede hacer más de lo que está haciendo, en todos los niveles; han abandonado los ideales de Rousseau, Pestalozzi, Froebel, la Escuela Normal Superior y los pioneros del siglo XIX. Pero la misión de los padres no concluye jamás, es parte de la vida. Así como una madre enseña a su hijo las funciones básicas de la autosuficiencia en los primeros años, caminar, hablar, comer, relacionarse con los otros, así los padres deben cumplir su deber siempre. Dicen que el niño pertenece a la madre los primeros siete años, y al padre hasta los catorce. Pero la autoridad magistral dura toda la vida.

El padre debe enseñar con el ejemplo y con la palabra a sus hijos y nietos. La Doctrina de la Renuncia no es un sistema de conceptos ni un dogma, sino una sabiduría que va creciendo con la experiencia de los años. El anciano también aprende en el intercambio de ideas con los jóvenes, se actualiza con las novedades que presenta la historia de cada día. La Enseñanza es una comunión de almas entre el que da y el que recibe, y ambos crecen.

Pero la Humanidad se encuentra frente al colapso histórico. Veinte mil años de cultivo racionalista de la Raza Teutónica están llegando a su fin. En realidad esta civilización colapsó durante la segunda guerra mundial cuando los Aliados destruyeron Dresden con mil bombarderos pesados matando a 130.000 refugiados, mujeres, niños y ancianos, mientras los rusos cercaban Berlín y en Hiroshima, Estados Unidos con el bombardeo atómico mataba a 130.000 habitantes, el mismo año 1945.

Nada pueden hacer las instituciones públicas para detener la sentencia de la Historia. Las naciones marchan hacia la declinación en la vida civil con una cultura alienante, la competencia despiadada, la pobreza y el hambre y los desastres ecológicos cada vez más frecuentes y destructivos. Frente a estas situaciones si la escuela no puede educar a los niños, los padres deben ocuparse de los hijos que han traído al mundo. Ya que hubo ignorancia en el momento de la concepción al menos deben cumplir su obligación paternal hasta que el chico pueda comprender lo que sucede a su alrededor, a los veinte años.

No es posible ir a dormir tranquilamente los días sábados mientras una hija de quince años va a los boliches bailables donde se consumen drogas, se embrutecen los sentidos con la música, y en casos se pierde la vida por peleas de patotas. Hace dos años, aquí en Las Vegas, Mendoza, se reunieron 30.000 estudiantes de la secundaria para celebrar su día, y la llegada de la primavera el 21 de setiembre, y ocurrió todo lo malo que se pueda imaginar. Los viajes de fin de estudios, ahora también en la primaria, son calamidades culturales en Bariloche, Córdoba y otros lugares. ¿Para qué seguir poniendo ejemplos cuando estos hechos negativos ocurren a la vista de todos, las autoridades, los educadores y los padres que los autorizan y motivan?

Ha llegado la hora de los padres. Quienes puedan, cumplan con su deber. Los que no, sigan lamentándose.

José González Muñoz
Marzo de 2011

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