Reflexión N° 145 - Eutanasia

Del griego: Eú = bien; tánasos = muerte. Muerte sin sufrimiento físico y en sentido estricto provocada voluntariamente.

Soy un ardiente defensor de la eutanasia y como éste es un asunto controvertido en nuestro tiempo me expresaré en primera persona declarándome responsable de las ideas que exponga. La eutanasia no tiene nada que ver con las muertes que provocan las enfermedades, dolorosas o sin sufrimientos, las que se producen en los accidentes mecánicos y naturales, las víctimas de batallas, bombardeos, torturas, las que provienen del hambre y los suicidios, las que ocurren por edad en los ancianos y en los niños recién nacidos. La eutanasia es un acto de suprema realización espiritual que se practicaba en otros tiempos, en casos especiales de necesidad, voluntaria y sin dolor. Hay una mala literatura política sobre la eutanasia, sea contra las minorías indeseables en los gobiernos totalitarios, sea en los enfermos terminales en estado de coma que abundan en las sociedades con protección médica. Pero, sobre todo, hay una ignorancia completa en religiones, instituciones sanitarias, universidades y en la población general sobre la vida y sobre la muerte.

Para considerar la eutanasia en su verdadero significado es necesaria una comprensión completa de la reencarnación y la filosofía de los mundos plurales, ambas ausentes en la civilización moderna, incluso en los institutos científicos y religiosos más avanzados. La civilización cristiana occidental se ha extendido ocupando todos los espacios del planeta y acallando las tradiciones que piensan de otra manera. Los budistas son reencarnacionistas en China, Nepal, Sri Lanka y otras naciones de oriente. ¿Tienen alguna voz, aparte de las declaraciones políticas del Dalai Lama? Ninguna. ¿Alguien defiende el derecho de cada hombre sobre su vida y su muerte? No se conoce. Ni siquiera en las novelas de ciencia ficción aparece el tema de la eutanasia como imagen y como idea.

Sin embardo, la muerte es el asunto principal de estos tiempos, en todos sus aspectos. La eutanasia no es holocausto. Durante la Segunda Guerra Mundial se produjeron grandes matanzas contra los gitanos, los discapacitados mentales, los judíos, los refugiados en Hamburgo y Dresden, en otros lugares, holocaustos horribles que no deben ser considerados eutanasia, sino crímenes contra la Humanidad. El fenómeno se ha repetido en Vietnam, Irak, Afganistán y no se ha corregido la tendencia letal de las potencias intervinientes.

La Humanidad tiene 6000 millones de problemas insolubles y no tiene la capacidad de resolver uno solo. Todos estamos atrapados en la jungla inviolable de la vida y la muerte. Muchos, fusibles de una sociedad muy tensa, se suicidan aumentando en el más allá sus dificultades. La eutanasia no es un suicidio individual ni colectivo, sino la realización de un progreso espiritual en el Camino de la Renuncia cuando llega a un nivel espiritual que le permite realizar la muerte mística, sin generar karma. He conocido a uno solo, personalmente, el Maestro Santiago, cuando en la crisis de los cohetes cubanos que empujaba a la Humanidad al holocausto nuclear en 1962, dejó su obra terrestre sin terminar y trabajó con otros Maestros en los planos superiores hasta resolver el gran problema. Hay ejemplos en las Enseñanzas y en las tradiciones que mencionaré.

En la Enseñanza 12 “La Subraza Ario Celta” del curso XXIII “Historia del Hombre”, dice: Los ario celtas llegaron a una civilización extraordinaria, imposible de describir. Cuando la población crecía mucho, los ancianos se entregaban al fuego, para que los jóvenes disfrutaran de las ventajas de una comunidad más reducida; y lo hacían como un acto sagrado después de beber un licor anestesiante”.

En la Enseñanza 4 “El Templo de la Iniciación” del Curso “Historia de las Órdenes Esotéricas”, dice: “Uno de los poderes que poseían los sacerdotes de Amón era el morir por éxtasis. Habían adquirido tales conocimientos del más allá que nada temían; esto suscitó abusos que hizo necesaria una severa reglamentación. Para ello se exigía que se juramentaran siete sacerdotes acordando entre sí que todos ellos se provocarían la muerte llegado a determinado extremo; si uno solo se decidía los siete restantes debían también morir. Este pacto podía concertarse de por vida o por un tiempo determinado”. En otras Enseñanzas el Maestro Santiago afirma que ese será el modo de morir de los más adelantados de la Raza Americana en el futuro.

Se cita además, la muerte de Friné, belleza de Atenas que prefirió la muerte antes que una ancianidad deformante. En textos de antropólogos del siglo XIX se describen algunos pueblos del sur de Egipto que practicaban las costumbres de los Celtas. Habría también que considerar la muerte de los sacerdotes budistas, bonzos, en la guerra de Vietnam, ante todos, sin sufrimientos, entregados al fuego en protesta por la invasión norteamericana a su patria. Este sacrificio fue uno de los factores que estimularon la resistencia heroica del pueblo vietnamita. En los bombardeos murieron unos tres millones de civiles.

Borges define bien la situación existencial del hombre en la poesía El Golem, llamándola ergástula del tiempo, cárcel para esclavos en el Imperio Romano. Aunque lograra salir de la prisión seguiría siendo un esclavo, sin posibilidades personales. ¿La muerte lo redimirá? ¡Quién sabe! Desde que tenemos informaciones históricas documentadas el ser humano está sujeto a las leyes del Estado, de las Religiones, de las costumbres, de los instintos. Aunque viva en una pequeña aldea africana con pocos habitantes está también regulado por hábitos familiares y prohibiciones de hechicería. Incluso los viajeros solitarios, comerciantes del Sahara, tienen normas que aprendieron en la niñez. Debe seguir viviendo a pesar de todas las dificultades. Vivir es una ley que nadie puede quebrantar, a menos que ascienda a cierto plano de realización en que la vida y la muerte son equivalentes, como aprendieron los sacerdotes de Amón que conocían el camino secreto para realizarlo.

La eutanasia es un impulso ético que fuerza a un ser a sacrificarse por una causa superior, sin hacer daño a nadie, cuando considera que su vida no tiene importancia personal y que otros valores ajenos son superiores. El ejemplo de los ancianos celtas, los bonzos vietnamitas e, incluso, Friné.

En la sociedad moderna no se practica la eutanasia por ningún motivo y se defiende la existencia de los individuos hasta en situaciones extremas como los discapacitados mentales y orgánicos, los parapléjicos incurables, los criminales obsesivos. La Iglesia acertadamente no tolera el aborto, aunque es tolerante con los sacerdotes abusadores. En otras épocas quemaban vivos a los que disentían con la jerarquía, como Juana de Arco y Giordano Bruno. El Fundador del cristianismo murió en la cruz a los 33 años. Los israelitas tienen a Ariel Sharon en coma clínico desde hace años y no dejan que muera naturalmente. La sociedad actual siente horror a la muerte. Está muy atrasada en la evolución humana, tal vez en el punto más bajo de su Historia.

Hemos hablado de dos formas de provocar la eutanasia, voluntaria y sin dolor. Una es la que conocían los sacerdotes egipcios, la muerte mística por control interior de los centros energéticos, que dejaban de funcionar voluntariamente. Es una conquista muy larga que pocos pueden obtener actualmente. Otra forma es el uso de drogas anestesiantes que eliminan el sufrimiento y el ser muere en paz. La farmacia moderna tiene todos los productos necesarios para la muerte sin dolor. Clandestinamente algunos médicos provocan la muerte sin sufrimientos, voluntarios o no, en enfermos terminales. Pero el tema de la eutanasia va más allá de la medicina y ocupará la conciencia de los hombres venideros. Será una ley racial Americana para mantener la estabilidad del Planeta y el progreso de la civilización.

El tema es complejo y sin antecedentes. Así como se planifica la economía con programas inteligentes, sin codicia personal también se puede planificar racionalmente la conservación del Planeta en sus mejores condiciones, y la población en la medida necesaria para la evolución de la condición humana en las propuestas de la nueva Raza, en el número de habitantes en perfecto estado de salud física, mental y espiritual, con los elementos necesarios educativos, culturales, sociales e individuales para administrar el bienestar en la Tierra. Los Celtas no tenían la institución del matrimonio como lo conocemos hoy, con familia y parientes. Fueron diferentes y muy felices.

Para que estas propuestas sean factibles a escala planetaria y no para una parte de la Humanidad, como los sacerdotes egipcios o los celtas de la cuenca del Mediterráneo, o casos aislados como el Maestro Santiago, después de la desaparición de la civilización cristiana y sus reliquias, tendrá la Raza Americana que establecer relaciones, por decir así, con los Maestros Astrales, ida y vuelta, ampliando los planes de control humano hasta los mundos plurales, concretamente aquellas dimensiones astrales quinta, cuarta y tercera donde se preparan las almas para una nueva encarnación. No es posible conducir a las almas a la perfección sólo con los recursos materiales, por muy elevados que sean, como el Templo de la Iniciación de Amón. En la Nueva Raza con la conducción del Maitreya, para realizar la Idea Madre de la Raza Aria, cada uno se salvará con sus propios esfuerzos, y tendrá que integrar sus conquistas con la Humanidad astral. El mundo material y el mundo astral deben integrarse en una tares coordinada, científica, desinteresada, para acercarse a la Humanidad propuesta de la Nueva Raza. Todos vivimos en el sistema solar bajo la bendición de Micaël, pero desde el comienzo, la “Rebelión de los Ángeles”, los hombres han vivido separados unos de otros en diversas dimensiones, reencontrándose ocasionalmente en el sueño, el éxtasis, la imaginación y la muerte. Ha llegado el momento histórico de la unidad, no ahora porque este mundo más abajo no puede descender, sino después de miles de años de curaciones y olvidos.

La Doctrina de la Renuncia está oportunamente preparada en sus raíces para desarrollar en las almas predestinadas el programa evolutivo escrito desde el comienzo de la Raza Raíz Aria, hace más de 118.000 años.

José González Muñoz
Febrero de 2011

Anterior
Siguiente