Reflexión N° 101 - Los Mundos Plurales

El Sabio Giordano Bruno fue quemado por la Inquisición a comienzos de la Era Moderna en Italia porque difundía la doctrina de la pluralidad de los mundos. Muchas culturas desarrollaron bellas mitologías y relatos que hablan de otras dimensiones de la realidad y otros seres inteligentes, incluso Dioses: el Antiguo Egipto, Grecia, Asiria, los Hindúes, Árabes; escritores y cineastas modernos: H. G. Wells y “La invasión de Marte a la Tierra”, “El Extraterrestre”, “La Guerra de las Galaxias”, etc. Hay programas astronómicos y espaciales para descubrir esos mundos en el espacio. La pluralidad de las dimensiones, geométricas y psicológicas, se ha convertido en una moda. El desafío científico más grande del siglo XX, la conjetura de Poincaré, ha sido resuelta satisfactoriamente por el matemático ruso Grigori Perelman hace pocos años, y abre espacios extraordinarios para el desarrollo de la mente liberada.

Los mundos plurales están ante nuestra vista y en nuestro interior. Aldous Huxley fue precursor en el siglo pasado con sus experiencias psíquicas en México y su libro “Las puertas de la percepción”. Otros artistas buscaron nuevas dimensiones con el uso de drogas. Pero durante la guerra de Vietnam se produjo una avalancha irracional con el movimiento Hippie entre los jóvenes universitarios que querían escapar de la realidad. Después vino la masificación con nuevas drogas, el narcotráfico y las mafias. Se calcula que hay más de 200 millones de drogadictos en el mundo. Experimentan otros mundos, otros infiernos peores que el que vivimos diariamente, y no pueden escapar.

“Tercer ojo”

En la Edad Atlante la visión de los Mundos Plurales era natural porque se conservaba activa la glándula pineal. Con el advenimiento de la Raza Aria ese don se perdió, y el “tercer ojo” permaneció dormido esperando el desenvolvimiento de la Raza Americana para desarrollarse nuevamente, pero de otra manera, por la Mística Progresiva. Actualmente hay muy pocos clarividentes en el mundo, por ejercicios ascético místicos que se practican en Oriente y por nacimiento, caso del Maestro Santiago Bovisio y la rusa H. P. Blavatsky. Los niños pequeños conservan un poco de esa visión hasta los siete años, mientras permanece abierta la “mollera”.

Los Mundos Plurales presentan muchas facetas, son globales y se los puede abordar desde las más diversas disciplinas: ciencias, mística, drogadicción, astrología simbólica, cinematografía virtual, mitología, artes, literatura, ingeniería genética, tecnologías, etc. Antiguamente todas las culturas politeístas vivían los Mundos Plurales. Después de Akenatón y el Monoteísmo se reconocía una sola dimensión, la materia. Lo demás era tolerado, perseguido o ignorado oficialmente. Hace unos días, un sacerdote de Santiago del Estero, reconocido internacionalmente como biblista sabio que estudió en el Vaticano y la Universidad de Salamanca, fue expulsado de la Iglesia porque enseñaba el origen pluralista del hombre, rechazando la creación de Adán y Eva que consideraba pueril para esta época donde todos saben leer y escribir.

Los hombres viven los Mundos Plurales aunque no los reconocen. Todas las noches, al dormir, pierden la vigilia y penetran en las diversas dimensiones del astral, a veces personales del subconsciente, otras en viajes lejanos. Al morir, dejan el cuerpo físico y deambulan por los infinitos espacios de otras dimensiones, otras leyes formales. De niño cada uno ve una realidad, en la madurez vive otra y de viejo experimenta dimensiones que nunca había imaginado de sí mismo y del Universo.

En el mundo lógico oficial, Universidades, Iglesias, Academias, hay una sola manera de vivir y pensar, tal como lo concibió René Descartes: el Espíritu y la materia, dualistas, incomunicados, intransferibles, la ética de la línea recta. Para ellos la reversibilidad, la contradicción analógica, la ética del bien y del mal, el Ired son errores, ilógicos, misterios que hay que rechazar. Los sueños son ilusiones, la vida después de la muerte es un misterio que no se puede explicar, la reencarnación una equivocación y así todas las cosas, mientras el alma se muere en la angustia existencial y la civilización se precipita en el abismo.

Doctrina de la Renuncia

La Doctrina de la Renuncia sostenida por las Enseñanzas del Canon nos enseña a vivir los Mundos Plurales, no como un axioma dogmático, sino como resultado de una participación integral a la exaltación de la vida. No es tener dones psíquicos especiales para vivir el Politeísmo, ni hacer viajes espaciales. La vida corriente de todos los días, en el campo y en la ciudad, en el hogar y en el trabajo, solitario y entre la multitud ofrece las ocasiones para encontrar una puerta de percepciones desconocidas si el ser está preparado para descubrirla. Camino de la Renuncia quiere decir: desprendimiento de la mente colectiva que la sociedad ha implantado desde el jardín de infantes, estar despierto a la realidad que sucede alrededor y poseer un desapego completo de los fetiches de la civilización, ansia de posesión, lujuria, egolatría, las masas que todo lo quieren colectivo, la mediocridad individual. ¿Por qué los niños son alegres y creativos? Porque no tienen nada; son pura expectativa. Para ellos todo es nuevo.

Los Mundos Plurales son, fundamentalmente, una predisposición del alma que busca encontrar en cada cosa un significado diferencial y en cada hombre su integralidad, más allá de los cambios y las contradicciones. Las leyes de la Renuncia enunciadas en las Enseñanzas brindan los instrumentos necesarios para comprender al hombre integral con las posibilidades de la Nueva Raza que irá desarrollándose por la práctica de la Mística Progresiva.

Como los niños

La prueba más elocuente de los Mundos Plurales la tengo en mí y en el prójimo cercano. Dice la Tabla Esmeraldina: “Como es arriba, es abajo; como es abajo es arriba, para que se cumpla la unidad. El microcosmos es igual al macrocosmos”. Soy un Universo que cambia física y espiritualmente a medida que camino. Ya decía Heráclito, el Oscuro: “No me puedo bañar dos vedes en el mismo río”. Todos los amaneceres son diferentes y puedo comprobarlo desde el sillón donde escribo las Reflexiones, contemplando el gran cerro El Plata; ahora de tarde no lo veo porque se ha nublado. Dentro de un rato volverá a aparecer en su esplendor.

Vivir los Mundos Plurales es maravilloso, una aventura permanente del espíritu en el descubrimiento detallado de la realidad que nos envuelve, las estrellas, el viento, las flores del jardín, las palomas que se reúnen volando para picar el maíz partido, las águilas moras planeando muy alto, los gatos de mi vecina, en la percepción de mis afectos secretos, el recuerdo de los sueños nocturnos, las propuestas para mañana. Es interminable, porque la vida es así hasta más allá de la muerte. ¿Y qué es la muerte? Un cambio de dimensiones, una oportunidad para regenerarse, una apuesta formidable.

Los hombres no saben vivir porque se aferran a la repetición; si es cajero de un banco seguirá contando dinero ajeno hasta que se jubile; si es cura continuará diciendo el ritual diario hasta que se muera; si es taxista manejará su auto día y noche en el infierno de las calles de cada ciudad. Son aburridos y no tienen la capacidad de decir ¡basta! y cambiar por cualquier otro camino que los libere de la repetición, de esa muerte lenta del alma que los carcome.

Miren los niños. Quieren aprender, descubrir los misterios que los rodean, descubrirse ellos mismos. Nada más aleccionador que ver las escuelas que vienen a la Aldea de los Niños para aprender ecología en maquetas que construyen, con elementos que encuentran ocasionalmente en los cerros y en el arroyo para construir dioramas de mundos futuros tal como los imaginan: una casita en el bosque, una aldea acuática en Iberá, un puesto de cabras en el desierto de Lavalle, una ciudad en el espacio.

Mundos plurales y línea recta

Vivir los Mundos Plurales es una ética del Bien y del Mal, no en sentido de la moral cristiana, sino la permuta de los contrarios en juego alternativo continuado: el día y la noche, el trabajo y el reposo, tú y yo. La conducta de la línea recta es como una escollera que se interna en el mar produciendo choques en las corrientes, torbellinos. No existe la línea recta en la música, en las artes, ni en la vida. Los códigos rectilíneos son convenciones humanas para un fin de dominio: “No adorarás a otro Dios sino a Mí”. Quienes no los acatan son pecadores, están fuera de la ley y se los puede perseguir. La Historia de los últimos dos milenios está llena de sangre derramada en las guerras religiosas. Pío XII declaraba satánico al Comunismo y excomulgaba. Ronald Reagan decía lo mismo. Y Bush inventó la política de seguridad internacional del eje del mal, justificando el envío de sus ejércitos al Cercano Oriente. Todo esto muestra que la línea recta conduce al estallido siempre.

Afortunadamente, la vida no es así; es cambiante, contradictoria, reversible, energética. La alegría y la libertad son móviles como el viento; las jaulas y las prisiones atacan a lo más sagrado que tienen los seres vivos: la libertad de movimientos. Los Mundos Plurales son cambiantes, múltiples y libertarios si yo mismo, en mis derechos internos, no permito que entre la opresión de las ideas. Para conseguir este maravilloso estado interior hay que alejarse de los dogmas, los intermediarios, las fórmulas del éxito, la codicia del dinero que todo lo promete pero no cumple nunca.

La Naturaleza, no las religiones ni las filosofías, nos ofrece el más atractivo programa de realizaciones integrales. Desgraciadamente la Humanidad vive inmersa en las ciudades, grandes rascacielos y villas miserias, autopistas, la televisión, aviones y automóviles, los supermercados. Así nunca van a aprender los dones de la vida real que brinda gratuitamente la Naturaleza. Permanecerán en las ilusiones de la ética del bien, el beneficio propio, nunca accederán a la libertad.

Empiece el lector de las Enseñanzas a experimentar las primeras sensaciones de los Mundos Plurales apartándose de la línea recta que vive y compruebe, por ejemplo, los beneficios de un campamento en el bosque, no como turista, sino como un alumno humilde que nada sabe de árboles, de corrientes de agua, de pájaros y mariposas. Simplemente escuche, mire y saboree el agua de los manantiales. Camine entre los árboles disfrutando el aroma de la floresta, sin pensar en nada, permeable, dejando que la multiplicidad de la vida lo penetre. No saque conclusiones. Viva. Es el principio para entender el nuevo mundo.

José González Muñoz
Abril de 2010

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