Reflexión N° 122 - El Planeta se Renueva

La Tierra se sacude por sus extremos y los hombres están asustados. No es la primera vez, ni la segunda. Cuando Solón, uno de los siete Sabios de Grecia, visitó Egipto en viaje de estudio, los sacerdotes del templo de Sais le hablaron del hundimiento de la Atlántida, el diluvio, y le dijeron que no fue el único, sino habían ocurrido muchos diluvios a través del tiempo, con hundimientos y aparición de nuevas tierras. Estas informaciones han llegado a nosotros por medio de las enseñanzas de Platón. Otras culturas del viejo continente y de América hablan de estos acontecimientos planetarios que señalan la aparición de nuevas Razas y civilizaciones. El elefante se baña en el río en las calurosas tardes de los trópicos para refrescarse y los insectos que viven en su piel creen, aterrorizados, que un cataclismo los exterminará. Refrescado y limpio, el elefante sale del agua y se interna en la jungla.

La Tierra es inmensamente grande y poderosa y ninguna civilización, por más destructiva que sea, puede afectarla. Ni siquiera un ataque de todas las bombas atómicas que tienen las naciones aunque estallaran al mismo tiempo. El fenómeno más espectacular que se conoce, el colapso del Krakatoa, hundió parte de la isla, pero en pocos años volvió la vegetación y ahora parece como si no hubiera pasado nada. ¿Dónde está Lemuria y sus gigantescas pirámides? ¿Las hermosas ciudades celtas en la zona del Mediterráneo? ¿Y la ciudad de Poseidón con sus Puertas de Oro? Pasaron, fueron olvidadas. Vinieron otras civilizaciones que hicieron bellas construcciones, París, San Petersburgo, Nueva York, que también serán destruidas y olvidadas en poco tiempo.

Naciones poderosas, culturas interesantes, paisajes maravillosos como Río de Janeiro, montañas, ríos y lagos, selvas como las de Amazonia, especies animales y vegetales únicas, culturas, formas de vivir, instituciones sociales como la familia, las religiones y las artes, todo lo que amamos está desapareciendo pese al clamor y el llanto de los débiles. La ignorancia es cada vez mayor y la Humanidad se está pareciendo a una nueva especie que ocupa todos los espacios masificando y emparejando hacia abajo las diferencias esenciales. En la vieja Raza Aria Teutónica el individuo se ha transformado en un termite que concurre a los estadios deportivos, deambula por las avenidas, llena la Plaza de San Pedro y rodea la Caaba de la Meca recitando oraciones. En su hogar se sumerge con los suyos, incluso niños de pocos años, en la imaginaria de la televisión, pornográfica y destructiva.

Según los antiguos, los Ángeles envidian a los hombres porque tienen el don de la muerte. Ellos no pueden morir y recuerdan siempre. El hombre tiene el beneficio del olvido. Lo que aprendió, supo y experimentó pasa al depósito cósmico y se guarda en los Anales Akásicos. Después de muchos años en los mundos plurales, viviendo experiencias extraordinarias, vuelve lentamente a un cuerpo de carne, renovado, limpio, con un nuevo programa de realizaciones. Así, por etapas, se va conquistando a sí mismo, acercándose más al modelo de los Grandes Iniciados.

La Tierra es semejante al hombre, vive, cambia y se renueva regularmente, en armonía con los astros del sistema solar y la evolución de las Razas. Es un único proceso sincronizado dirigido por Michäel, el Regente del sistema. En cada cambio de Raza, el Planeta acomoda sus formas y recursos para el buen desenvolvimiento de los hombres en esa etapa. Léanse las Enseñanzas que describen los cambios geográficos a través de los milenios. Los Lemures vivían en ciénagas con aire denso insoportable en la actualidad. Los Arios empezaron en la gran Isla de Coral del Pacífico y el Manú los educó para que se adaptasen al nuevo clima del Asia Central, helado, duro, difícil, que estimulaba las fuerzas mentales. Atlántida se hundió en el mar y los sobrevivientes americanos se ubicaron en las alturas montañosas de los Andes. El poder de los Atlantes estaba en su desarrollada fuerza psíquica y el continente que habitaban la favorecía. De pronto, históricamente, los Arios perdieron el conocimiento de ese poder y volvieron a un estado primario, como un recién nacido. Desarrollaron la razón y con ella han logrado conquistas semejantes por otros medios: las ciencias, la tecnología, la metalurgia, el poder atómico, la manipulación genética, las comunicaciones. Ahora están en el clímax de realizaciones con una civilización globalizada que se repite en todos los rincones, sin futuro. Entonces, el Planeta se prepara para los cambios y lo anuncia con algunas señales: Katrina, el tsunami de Indonesia, el calentamiento atmosférico y sus consecuencias, la desaparición de las especies, etc.

Los hombres están atrapados en esta encrucijada del destino y no hacen nada para comprender. El elefante se está bañando en el río y los parásitos no pueden salvarse. Lloran. Como los ecologistas, los verdes de Alemania, las ONG guardaparques, y otros, no pueden hacer nada porque no comprenden las Leyes de la Renuncia. En Estados Unidos los 40 hombres más ricos del país han decidido donar el 50 % de sus fortunas para una súper beneficencia que ayude a los pobres que ellos mismos esquilmaron hasta la miseria a través de generaciones. Los ricos tampoco se salvarán y son los que más temen porque tienen muchas riquezas materiales que perder.

El Apocalipsis es la solución de la presente Humanidad. Como va la involución de la Raza pronto los hombres se convertirán en autómatas sin discernimiento. Ha ocurrido una vez cuando los varones se unieron a hembras sin mente y el resultado fueron todas las especies de simios y gorilas. Cada día es mayor el número de hombres masa, de grupos marginados, y da pena ver a los muchachos cartoneros al anochecer en las calles de Buenos Aires, tirados en un rincón junto a su bulto de basura, esperando al recolector. Lo mismo se puede decir de los asistentes a los boliches nocturnos, los niños de villas miserias y los abandonados.

No hay solución a los cambios geográficos y climáticos porque son la solución. Como la muerte del viejo que abandona esta vida para iniciar otra, así la Raza cristiana abandona el mundo para dejar espacio a la Nueva anunciada. Los Americanos necesitamos una geografía limpia, con otras características y posibilidades, donde hayan desaparecido los resultados negativos de esta civilización, la memoria de cosas nefastas y se pueda caminar libremente para crear el mundo prometido.

Necesitamos un Planeta nuevo, limpio de cascarones mentales y sociales, sin amenazas ni desigualdades que dividen a la sociedad en grupos que poseen riquezas y desposeídos, sin injusticias. La civilización cristiana tiene que desaparecer definitivamente, cualquiera sea el costo y el tiempo que esto demande. Los depredadores serán aniquilados masivamente hasta llegar a un mínimo que ya no puedan hacer más daño a la Tierra, las especies y a sus semejantes. Necesitamos un Planeta si es posible vacío, donde los Americanos podamos caminar libremente, y reconstruirlo cumpliendo otras leyes.

Los Santos Maestros vienen anunciando las transformaciones con hechos concretos rigurosos. Las Enseñanzas de la Renuncia están disponibles para que los hombres, al menos interiormente, puedan encontrar un camino de paz. Es el comienzo.

¿Quiénes son los Americanos? Los que aman la renovación. La experiencia de Cafh es muy triste. Fue creada y dirigida durante años por el Fundador Santiago Bovisio, enseñando la Renuncia, las normas del nuevo mundo, la Reversibilidad, el desapego, dar siempre sin esperar recompensa. Enseguida que murió sus discípulos más cercanos retrocedieron hacia el dinero, aviones privados, adquisición de propiedades, casas de retiros lujosas, repudio del Reglamento y se abandonó la educación de los niños. Pese a los Votos Perpetuos, nunca fueron Americanos y la Obra con sus posibilidades desapareció. Si ellos retrocedieron, ¿cómo podrán transitar por el Camino de la Renuncia los que reciben en sus manos las Enseñanzas, en cualquier lugar del mundo? Si esto ocurrió con la Obra del Maestro Bovisio, tan protegida, ¿qué se puede esperar de las transformaciones planetarias? Todo y mucho más. Los cambios serán radicales y se necesitan hombres con total desprendimiento de sí mismos para soportar la destrucción y mantener firmes los principios de la Renuncia. El puente entre el pasado y el futuro constituido por Cafh se derrumbó, y lo único que flota sobre el abismo son las ideas. Cualquiera puede tomarlas, aceptarlas o rechazarlas. Están en el mundo escritas por el Maestro, gratuitas desde el primer momento, fáciles de entender, atractivas por sus contenidos. Lo difícil es ponerlas en práctica, vivirlas, defenderlas en toda ocasión. En el mundo súper poblado hay almas predestinadas, con nombres desconocidos que, poco a poco, asumirán la misión de trabajar en el Nuevo Mundo. La extraordinaria expansión del Mensaje de la Renuncia en las naciones de los cinco continentes, y millones de copias de Enseñanzas tomadas de Internet en diez años, nos permiten comprobar que son muchos los predestinados que esperaban este acontecimiento espiritual que recién comienza.

Las dos razas se separan progresivamente marchando hacia rumbos opuestos, dividiendo amistades, familias, matrimonios, padres e hijos. El proceso es irreversible y definido, sin confusiones; usted, ¿En qué lado del abismo se encuentra? ¿Cuáles son las tendencias de su alma, empresas, posesiones, viajes, dinero? O prefiere alejarse del ruido, las diversiones, las aventuras materiales y permanecer quieto en usted mismo.

Así como los navegantes del Renacimiento se lanzaron al mar buscando un nuevo mundo contra todo riesgo y peligro, incluso con la oposición de los sabios de entonces, y lo encontraron en América encendiendo fuerzas dormidas, así el nuevo Americano cultiva su vasto espacio interior que no conoce, y empieza a vislumbrar paisajes maravillosos en los mundos plurales, esperando con valentía atravesar las puertas del alma para adentrarse en ellos.

El Planeta se renueva y expulsa los parásitos que lo han deformado. El proceso renovador será muy largo porque las huellas humanas son profundas. Serán cientos, miles de años para que la Tierra recupere su esplendor original, sin recuerdos, sin ruinas, otros mares, otros ríos, otros árboles y animales. Y, sobre todo, otros hombres, los Americanos solidarios que ya estamos trabajando en este despertar.

José González Muñoz
Septiembre de 2010

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