Reflexión N° 156 - La Vida Simple

Los hombres espirituales viven simplemente, sin complicaciones ni amaneramientos. La sencillez en el lenguaje, relaciones sociales, comportamiento en el hogar y el trabajo, hábitos personales son una señal de desenvolvimiento espiritual, aunque no pertenezca a ninguna religión ni practique ninguna creencia. Cuando se leen las biografías de santos y personas de buena evolución espiritual se observa la espontaneidad del comportamiento en cualquier momento y circunstancia y cuanto mayor sea su adelanto más atractiva será su manera de ser. Véase con atención la vida cotidiana del Mahatma Gandhi, Teresa de Calcuta, Mao, Ho Chi Min y muchos de aquéllos que dejaron una huella imborrable en los pueblos. Los niños, los campesinos, los trabajadores que viven lejos de la cultura ciudadana son una expresión sincera de la vida.

¿Por qué a los hombres les cuesta tanto vivir con sencillez? Porque la civilización cristiana, en sus últimos momentos se ha vuelto muy complicada, difícil, contradictoria. No se puede salir a la calle para las tareas cotidianas, el trabajo, comprar en el supermercado, dar una vuelta para estirar las piernas si no va provisto de documentos de identidad obligatorio. Son muchos los casos de una persona que salió a comprar el diario y tuvo problemas en la comisaría porque no portaba sus documentos. Otros, al volver a casa en el automóvil, tienen que revisar debajo de los puentes, los zaguanes vecinos, las sombras para estar seguro que no hay ladrones en acecho. Los chicos suelen tener problemas cuando van a la escuela y no deben hablar con desconocidos. Salir del banco después de cobrar la jubilación sin una compañía es peligroso. Incluso la vida familiar ha perdido sencillez por las complicaciones de hábitos y costumbres, comer en un restaurante del centro, la salida de los jóvenes a los bailables nocturnos, el estatus social, las modas para vestir, la televisión y la intromisión de los medios de comunicación en la intimidad del hogar.

Las tareas profesionales son más complicadas aún. Un trabajo sencillo y fácil como es educar a los niños de la primaria se ha vuelto engorroso, lleno de trámites inútiles, programas que cambian todos los años, días sin clase porque las maestras tienen que cumplir cursos de capacitación, etc. Algo tan directo como es la relación de la maestra con sus alumnos para aprender a leer y escribir se ha vuelto un problema nacional en todas partes y los chicos saben cada vez menos. Gran parte de ellos son rechazados en la secundaria por incapacidad en su formación.

Si una actividad sencilla tiene tantas dificultades ¿cómo serán las relaciones humanas en los altos niveles de la sociedad, el gobierno, los negocios, la política, la seguridad, las religiones? La actual presidenta del país tiene un cuerpo de seguridad de aproximadamente 600 hombres armados para protegerla día y noche. El presidente de los Estados Unidos viaja a otras naciones en varios B 47 con autos blindados, helicópteros y cientos de guardianes. El Secretario de la CGT se desplazaba en cuatro autos Falcon a toda velocidad por las calles de Buenos Aires, y alguno no pudo evitar ser asesinado. ¿Quién es más feliz, una pastora que cuida llamas en las hermosas altiplanicies verdes del noroeste argentino, Perú, Bolivia, o la presidenta Cristina Fernández? La vida se ha convertido en supervivencia y los habitantes de las grandes ciudades luchan frenéticamente en la batalla económica, centro de sus preocupaciones para no ser derrotados, sino vencer a sus adversarios de cualquier manera.

Los domingos a la mañana tengo una comunicación telefónica con Julio, de Vía Lucis, Brasil, y siempre me cuenta que las Ordenadas viven con gran simplicidad cumpliendo el Reglamento de la Comunidad, trabajando en la huerta, haciendo manteca, quesos y verduras deshidratadas, manteniendo los edificios. Cumplen los consejos del Maestro Santiago, silencio, paciencia, rutina y son felices. No salen de compras, no tienen diarios ni televisión, no reciben visitas. Es la vida normal de un grupo de mujeres que se alejaron de las complicaciones sociales y, con gran armonía trabajan, cantan en los recreos y oran a la mañana y por las noches. ¡Cuántas mujeres llegan a la mitad de su existencia, envejecidas, nerviosas, con matrimonios fracasados, aburridas, encerradas en su envilecimiento!

La vida es sencilla. Obsérvense en la naturaleza los impulsos de las plantas, los animales y se aprenderán muchas cosas. Maeterlinck escribió un libro fascinante, “La Inteligencia de las Flores” las que con ejemplos claros y poéticos nos dan enseñanzas del comportamiento que podemos aplicar en nuestras actividades cotidianas. Son numerosos los documentales de estudiosos, Cousteau, David Attenborough, y otros que con investigaciones en las selvas y los desiertos nos enseñan pautas para vivir simplemente.

La sociedad es complicada y en la medida que la civilización avanza en sus objetivos raciales, con exigencias cada día más duras, los hombres se encierran en esquemas de supervivencia compitiendo con sus semejantes, como vemos a diario en todos los órdenes, negocios, deportes, guerras por el petróleo, espacio vital en Tokio, México, Nueva York, villas y favelas. Las sociedades avanzadas del siglo XXI conducen a la frustración y enfrentamiento permanente.

¿Cómo puede un alma ser feliz viviendo en espíritu de simplicidad? Está muy bien explicado en el Mensaje de Plenilunio de 1958, Enseñanza 12 del Curso [“Los Mensajes”](https://santiagobovisio.com.ar/es/ensenanzas/#curso-vi---los-mensajes, y aquí deseamos incluir algunas ideas prácticas que ayudarán a comprenderlo. Un hombre comprueba que vive sencillamente cuando hace cosas simples todos los días y encuentra felicidad realizándolas, cosas que están al alcance de la mano según las circunstancias de cada uno, sin artificiosos mecanismos mentales y pondremos algunos ejemplos que todos conocen y algunos practican.

  1. La jardinería, que en las ciudades de Argentina está extendida en aquellas casas que tienen espacio y propietarios con buena voluntad, para hombres y mujeres de todas las edades, prescindiendo de jardineros, cultivando por sí mismos todo tipo de plantas en parterres, macetas e interiores, compartiendo también con amigos y vecinos la belleza de las flores. He conocido en Mendoza a un vecino de mi mamá que, además de las flores en el jardín del frente, tenía una huerta en el fondo de la casa que le daba albahaca, tomates, zapallitos, choclos y todas las hortalizas que necesitaba, más huevos en una media docena de jaulas. Abonaba su huerta con las hojas de árboles que en otoño caían en la calle.

  2. La práctica personal de la jardinería es el mejor sistema de ejercicios físicos para diabéticos y lo recomiendan los médicos, mejor que las caminatas diarias de media hora. No sólo se ponen en actividad todos los músculos del cuerpo, sino, más importante, la mente y la sensibilidad, reconciliando al enfermo con su estado de salud.

  3. Tengo amigos varones que por diversas circunstancias no trabajan afuera y dedican su tiempo a las tareas del hogar, sin empleada doméstica, haciendo la comida, lavando y planchando la ropa, limpiando la casa y todos los detalles de una familia ejemplar, con muy buen humor, invitando a familiares y conocidos. Se sienten orgullosos de estar al frente sin perder el tiempo en el café, mirando el televisor o paseando por el centro de la ciudad. Esos hombres, y mujeres naturalmente, viven en espíritu de simplicidad. No necesitan ir a reuniones espirituales, la paz está en la casa y en ellos mismos. Son un ejemplo de vida para aquellos que los conocen. Han hecho del silencio, paciencia y rutina un modo de vivir, el mejor.

  4. Otros han llevado esta manera de vivir al trabajo, siempre que esto lo permita. Para un gerente de banco, una maestra de escuela, un vendedor de automóviles, un policía, un periodista, un limpia vidrios de la calle, un ladrón, un político, la simplicidad es imposible; están enjaulados en el sistema de complicaciones e inmoralidad de la sociedad moderna y no tienen capacidad para disponer de la vida a su manera si lo quisieran. Pertenecen a los sufrientes que empujan a la Humanidad pendiente abajo. Pero hay muchos que se han independizado del sistema y viven con un taller mecánico, una carpintería, un jardín de infantes en la casa, un viñedo que cuida con su familia en el campo, un albañil que construye casas, un pintor. La circunstancia económica no determina por sí misma el estilo de vida, pero ayuda a aquéllos que tienen disposición para la paz y la convivencia.

Los espirituales son muchos en religiones, sectas y órdenes, seguidores de líderes como Krishnamurti, Sai Baba, Dalai Lama y otros, pero no logran ningún resultado por exceso de complicaciones, doctrinas, ejercicios y una confusión de ideas. Dice el Curso mencionado anteriormente: “Dejad las Enseñanzas por la Enseñanza que fluye eternamente.” Los espirituales se equivocan porque quieren tener más, conocer diversos caminos y experiencias. La Renuncia enseña que hay que dejar las posesiones materiales y espirituales y por despojamiento de sí mismo, alcanzar la muerte mística, portal de la sabiduría.

Hay muchos instrumentos espirituales que ayudan a vivir con simplicidad, pero es en el corazón donde se resuelven las situaciones existenciales que liberan o esclavizan. Muchas almas ingresaron en las Comunidades de Cafh que tenían la mejor disciplina para la liberación y ¡Cuántas han fracasado! Al año de experiencias, a los diez años o a los cincuenta, cuando parecía que el triunfo estaba en las manos del ordenado, pero no en el corazón, que guardaba en un rincón oscuro y secreto la pasión que lo derrumbaría a los abismos. No sólo en Cafh, sino en general en las corrientes espirituales de diversos contenidos, antiguas y modernas, fáciles y difíciles. Para conocer a una persona hay que esperar un minuto después de la muerte y saber si se condenó o ascendió a los Cielos. El Dante describe una multitud de personajes de alto nivel encadenados al Infierno.

Más allá del triunfo o el fracaso, el alma simple vive sin esperar resultados ni premios, como un niño, una rosa, un Santo, como Dios lo ha dispuesto. Si le corresponde un escalón bajo de la escala humana pero es pobre de espíritu, está conforme y persevera todos los días en la humilde tarea de vivir honestamente, está logrando la simplicidad.

José González Muñoz
Mayo de 2011

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