Reflexión N° 76 - ¿Dónde está el Maitreya?

La primera encarnación del Gran Iniciado Solar, con el nombre de Jesús Nazareno, fue en Palestina, centro geográfico del Imperio Romano, puente de unión entre Asia, África y Europa y nudo de comunicaciones entre las antiguas culturas. No eligió otras regiones del mundo que estaban aisladas, como el Imperio Chino, India ni los imperios americanos incipientes. Su presencia en la zona más activa de la época permitió que su mensaje se extendiera en poco tiempo por Europa, por medio de las excelentes carreteras romanas y el activo comercio marítimo que intercambiaba productos e ideas entre oriente y occidente. Los romanos acudían a los centros culturales de Atenas, Alejandría y Babilonia para aprender lenguas, literatura y artes, y era allí donde se encendían las más ardientes controversias religiosas y filosóficas. Los Apóstoles difundieron rápidamente el Evangelio por las provincias del Imperio y las cartas de San Pablo dan prueba de la aceptación de sus ideas en las clases más oprimidas.

De la segunda encarnación, provisionalmente con el antiguo nombre tibetano Maitreya, anunciada desde hace siglos, y habiéndose concretado según las Enseñanzas del Maestro Bovisio entre 1972 y 1977, consideramos la pregunta que titula esta Reflexión tomando como base de respuesta el mismo principio deductivo que en la primera: las comunicaciones, la extensión de su influencia y las características de esta época.

Como se ha explicado en la Reflexión anterior, las diferencias entre las dos encarnaciones, la primera histórica, bien documentada, y la segunda, presunta y propuesta por la profecía en otro marco social diferente, son contradictorias, aunque analógicas, y las referencias del pasado no sirven para encajar la acción del Redentor. Pero las Enseñanzas de Santiago Bovisio, amplias y generosas en informaciones esotéricas, incluso el plan de acción del Redentor, son suficientes para guiarnos, siempre que apartemos de nuestras investigaciones los dogmas y las doctrinas monoteístas del pasado.

“¿Dónde está?”

“¿Dónde está Jesús?”, preguntaban José y María a sus vecinos, muy preocupados, porque era un niño y se les había extraviado, hasta que lo encontraron en el Templo discutiendo con los sacerdotes. Cuando le reprocharon, Él les contestó que estaba ocupado en los asuntos del Padre. “¿Dónde está el Salvador?”, preguntan ahora los desesperados, y no lo encuentran en ningún templo.

Las primeras palabras de Hidrochosa, Enseñanza que inicia la colección de los Cursos, sintetizan la época que estamos viviendo, Acuario, y la contrariedad absoluta con el viejo mundo: “Ideas y obras nuevas se preparan para el mundo. Si la raza del cristiano signo del Pescado ha desarrollado en alto grado los estados de colectividad, los grandes movimientos y organizaciones de masas, la sexta subraza desenvolverá, de un modo especial, la egoencia del ser.” Ya estamos en pleno crecimiento de la nueva forma de pensar y vivir, y los terribles sucesos que presenciamos en las pantallas reflejan, describen en vivo y en directo para que aprendamos, saquemos conclusiones y no olvidemos, el colapso de los antiguos estados de colectividad que han llegado a su fin. El Redentor no está en la Plaza de San Pedro ni en La Meca mezclado con millones de peregrinos. Hay demasiada gente bulliciosa y Él quiere hablar a solas con el alma. Ahora hay un nuevo lugar, una dimensión recién descubierta por los sabios, el ciberespacio, donde las almas transitan con el bien y con el mal, y donde Él se comunica con las ellas, compartiendo alegrías y penas, en privado, sin intermediarios.

Hemos recibido una comunicación de una integrante de los Grupos de Estudio de las Enseñanzas que explica mejor la pregunta que hemos formulado: “¿Dónde está el Maitreya?”. Dice así:

“Hace un mes, me dieron el mejor regalo posible:

Esa mañana, a mediodía, iba caminando por una vereda y me ocurrió algo así como una comprensión instantánea del Secreto del Universo, sin poder explicarlo. Fue un gozo tan profundo y dulce, tan distinto de todo lo que conocía, que me abarcaba entera y me daba la comprensión sin palabras de todo el Universo. Pude percibir algo que llamaría el Inmenso Amor Divino y por unos segundos, estuve como entre las Manos Divinas o un ser infinitamente bueno, o como estar dentro del Gran Corazón, no tengo palabras para describir lo que pasó.

Espontáneamente, surgió en mí la necesidad de ofrecer Fidelidad a la Divina Madre; esto es lo que prometí en ese momento: “Cualesquiera que sean las circunstancias de mi vida, JAMÁS renegaré de TI, Divina Madre, de tu Amor y de tu Realidad”. Tal vez hoy lo diría de distinta manera, pero eso es lo que dije entonces. Así fue.

Después anduve caminando con los ojos llenos de lágrimas y una necesidad de sustraerme adonde nadie me viera, para llorar y gozar de lo que sentía. Era como estar tocada por una varita mágica, suspendida entre el cielo y la tierra. Sin embargo tenía que seguir haciendo las cosas, así que seguí caminando, pero iba como entre nubes. Alguien me saludó al pasar y tuve que disimular. Me arrimé a una pared e hice como que me sonaba la nariz, para poder llorar algo y serenarme. Poco a poco, mientras caminaba, me fui calmando. Me quedó un dulce y profundo sentimiento de que me habían llevado a un lugar sin retorno, a un estado distinto del alma. Fue el mejor regalo de mi vida.

Lo he vivido como una Gracia, también comprendí su sentido: no es algo que uno se gane, el cielo lo da o no lo da, sin razones que uno pueda entender. Por eso digo que es un regalo. Sólo lo relaciono con que poco antes venía preguntándome con insistencia por qué yo tengo tanto y tantos otros sufren.

He conocido la Gracia Divina, se me ha llenado el alma de Fe, de Esperanza, ahora vivo pensando en todo eso y en cómo responder al Llamado de la Divina Madre.”

El Gran Ser anunció: “Ahora deseo volver; pero no para comprender al hombre con sus males, sino para adentrarme en él para practicar, sentir, realizar sus males y sus bienaventuranzas. Ser malo, cruel, sufrir el dolor; llevaré en mí, así, al santo y al pecador para que, desde allí, eleve al hombre a su perfección”. Él está dentro del hombre, como experimentó la persona que hemos transcrito más arriba y no en otro lugar. Los que buscan en templos, plazas públicas, iglesias, mezquitas y sinagogas encontrarán intermediarios, ritos, ceremonias, muchas estatuas, músicas y simulacros; pero no al Salvador. La Historia ha dado un giro de 180 grados y los dogmas que regían el comportamiento humano han caducado. El Gran Iniciado ha decidido ser el protagonista directo de la perfección individual de las almas y los intermediarios han sido despedidos.

No sólo las organizaciones religiosas de todas las tradiciones, en Oriente y en Occidente, Cristianismo, Judaísmo, Islam, Budismo, Hinduismo, Sectas, Órdenes y Logias han fracasado, sino también las organizaciones políticas y culturales: las Universidades, las Naciones Unidas, el Comunismo, el Capitalismo, los partidos políticos, el matrimonio, la familia, la educación, la literatura, las artes, la vida ciudadana, las ideas; todo lo exterior, las masas, lo colectivo, lo que no es uno. Sobresalen triunfantes el dinero, la diversión, la TV, la perversión del comportamiento, los desastres naturales, el desorden social y la incapacidad declarada de no poder solucionar nada. La Barrera Radiante que ha establecido el Maitreya hace que esas fuerzas humanas subconscientes y ocultas que se precipitan al abismo aborten y se manifiesten a la vista de todos; debajo de la Barrera no pasarán; se extinguirán en los fuegos de la destrucción. La Barrera señala, visiblemente, el límite entre la vida y el infierno, entre la Involución que degrada y la Evolución que eleva, entre el pasado sin retorno y el futuro promisorio, entre el signo del Pescado que terminó y la nueva Era de Hidrochosa que empieza.

Lector: Las cosas han cambiado completamente, dentro y fuera de uno; lo puede comprobar con sus ojos todos los días. Las comunicaciones globales lo enfrentan a la realidad mundial en tiempo real y directo, como si estuviera sentado en la rueda del Consejo de Seguridad, junto al piloto israelí que descarga sus bombas en los barrios de Tiro, o en un cayuco con muchachos africanos que navegan a la deriva en el mar buscando un sueño imposible en las costas de Tenerife. Toda la Humanidad con sus tragedias está en casa por la ventana abierta de la pantalla; usted no interviene en el drama, pero participa según sus cualidades personales: indiferencia, horror, desagrado o fascinación. Esa realidad crece, crece y no es posible hacer nada para cambiarla; es el karma colectivo de la antigua civilización que la convulsiona en los últimos estertores, hasta que la justicia llegue al final.

No hay lugar en el mundo donde se pueda encontrar la paz, sea por violencia de la naturaleza que está cambiando el clima, la geografía, el paisaje y las especies animales, hasta la violencia de los hombres que combaten con armas letales, competencia comercial, desórdenes urbanos y familiares. Los horrores que se ven diariamente son expresión de la realidad cotidiana; las ficciones que produce Hollywood, aunque estén producidas por computadoras, reflejan las locuras de la mente cuando la Humanidad se enferma.

¿Dónde está el Maitreya, entonces? Donde Él dijo: en el interior de cada ser, en las buenas y en las malas, con felicidad y con dolor, al principio junto al recién nacido y al final con el último aliento del moribundo. No tiene otro lugar donde estar, sino dentro de cada alma para ayudarlo a subir a la perfección que cada uno encierra, sin saberlo. No lo busques en ningún sitio ajeno a ti por más atrayente que te parezca, ni escuches los cantos de sirena de los que prometen paraísos y felicidad perpetua. ¿Por qué muchos que buscan la paz no Lo descubren? Porque tienen el corazón lleno de posesiones y afanes, y Él quiere al alma desapegada, vacía, ocupada en las cosas simples de la vida natural.

Nosotros los acuarianos no nos ocupamos del viejo mundo ni nos interesan las ofertas que atraen a las masas. Hemos nacido predestinados para acompañar al Maitreya en la construcción de la nueva Humanidad. Somos pocos, pero no importa, porque el futuro está aquí, y con las Enseñanzas del Maestro Santiago aseguradas y firmes, dejamos a las generaciones que vienen las claves de una vida superior.

José González Muñoz
Agosto de 2006.

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