Reflexión N° 73 - El Error de Walt Disney
Disney fue un hombre exitoso en todas las cosas que emprendió, menos en una, aunque en esa ocasión ya estaba muerto, mejor dicho, el más ambicioso de sus proyectos, vencer a la muerte, no le salió bien. Explicaremos este error cándido con la ayuda de las Enseñanzas que se refieren a la muerte, la reencarnación y la pluralidad de los mundos.
Kruschev
Nacido en Chicago a principios del siglo pasado, tras un corto entrenamiento en una escuela de pintura, se dedicó desde el comienzo a la realización de dibujos animados, que en aquella época empezaban a difundirse con personajes variados. Se radicó en Los Ángeles y con estudios propios produjo toda su obra, con cientos de colaboradores muy leales. Sus personajes son conocidos en todo el mundo y reflejan el temperamento del pueblo medio norteamericano. En este aspecto hay una anécdota política sabrosa en plena “Guerra Fría” de mediados de la década de los sesentas. Pasado lo peor de la crisis de los cohetes soviéticos en Cuba, Nikita Kruschev realizó una visita oficial amistosa a los Estados Unidos. Después de los encuentros protocolares típicos, los responsables americanos le ofrecieron la visita que quisiera hacer en el país: “¿Cabo Cañaveral?” “No, gracias, ya tenemos nuestro cosmódromo gigante”. “¿El Gran Cañón del Colorado?” “No, gracias; nosotros tenemos mucho de eso; somos la nación más extensa del Planeta con paisajes fantásticos”. Y así le fueron ofreciendo un menú completísimo, sin lograr seducirlo con algún plato exquisito. Finalmente, le preguntaron dónde quería ir, que dijera el nombre y era un hecho. Nikita les dijo: “Quiero visitar Disneyland y estrechar la mano del Ratón Mickey, el mejor de los norteamericanos. Nosotros no tenemos nada parecido”. Los anfitriones quedaron boquiabiertos y prepararon el viaje. Han pasado muchas décadas y los críticos todavía no se ponen de acuerdo si el pedido del hombre fuerte de la Unión Soviética en esa oportunidad fue un capricho infantil, o una tomadura de pelo internacional.
Fantasía
La producción de Disney es extensa y la empresa que lleva su nombre, con las nuevas técnicas de animación, computarizadas, con sistema digital, estructuras comerciales renovadas y profesionales especializados continúa avanzando en cantidad y poderío. No tiene competidores y se proyecta en todas la naciones. No tienen un estilo determinado, aunque las que dibujaba Disney en la primera época son las que más lo identifican. Los críticos lo ubican en el negocio del espectáculo y en algunos casos ha llegado a la cima del arte, en colaboración con otros artistas. La película Fantasía del año 1940 es una agrupación de varios cortos con motivos musicales sinfónicos muy conocidos, con estilos diferentes de varios autores. Sobre el tema del infierno visto astralmente, con música de Modesto Mussorgski, la imagen de Satán en la cima del Mont Pelée que entra en erupción en Martinica, y las almas de los condenados que salen de sus tumbas y bailan una danza macabra, el Maestro Santiago que la vio, comentó a sus íntimos que Disney se asesoraría con clarividentes o que usaba drogas, porque las imágenes eran reales (comunicación del Dr. Muñoz Soler).
Inmortalidad
¿Cuál fue el problema de Walt Disney hacia el final de su vida? La inmortalidad. Borges escribió un buen cuento, “El inmortal”, con un final penoso. En otro cuento titulado “Las ruinas circulares” trata un tema similar, la reencarnación, en su peculiar estilo. El asunto es universal y afecta a todos los mortales. Está resuelto en las doctrinas que afirman la reencarnación, pero no en las religiones monoteístas occidentales. Lo que buscaba Disney era la resurrección, el vencimiento de la muerte. Esto es un imposible, como bien lo ha explicado el Maestro Santiago en el suceso de Lázaro, en el Curso “El Devenir”, Enseñanza “La Reencarnación”. Aunque los Evangelios hablan de resurrección, el Maestro Santiago dice que eso no es posible, que Jesús, cuando se acercó a Lázaro y con sus ojos clarividentes vio que el cordón plateado que une el cuerpo físico con el astral estaba intacto, con sus poderes lo curó, porque si hubiese estado roto ni aun Jesús podría traerlo a la vida. La inmortalidad se consigue por medio de la reencarnación; el alma, después de un tiempo, vuelve a nacer como niño en un cuerpo nuevo para empezar otra vez la experiencia de la vida.
La ciencia médica ha realizado progresos extraordinarios en los últimos tiempos, especialmente en ingeniería genética, pero siempre dentro de una concepción mecanicista de la vida. Ya en el Renacimiento los sabios concebían el cuerpo humano como una maravillosa máquina, y como tal, con el progreso podría ser reparada indefinidamente, intercambiando sus componentes. Ya se hacen intercambios de órganos que en algunos casos permiten prolongar la vida. Pero vivir mucho tiempo, como los Lamas de Shangri La en la novela Horizonte Perdido de James Hilton, no es inmortalidad.
En la época de Disney se había puesto de moda en Norteamérica la criogenización de cadáveres, sumergiéndolos a muy bajas temperaturas en nitrógeno líquido. Actualmente se utiliza esa técnica en ciertas partes orgánicas de hombres y mujeres para ser utilizados tiempo más tarde; incluso los espermatozoides conservan su fertilidad años después de estar conservados de esta manera. Hay mucha literatura y películas que desarrollan estas novedades horrorosas. Disney estaba bien muerto y no había ninguna técnica de resurrección. Pero los negociantes de la muerte prometían a los ilusos conservar su cuerpo indefinidamente hasta que la ciencia avanzara tanto que la resurrección fuese una práctica segura. Algo parecido al personaje norteamericano Frankenstein, hecho por partes, como un automóvil. Pero la experiencia se acabó; la máquina se descompuso y el cuerpo de Disney se empezó a podrir naturalmente. Rápidamente lo enterraron y nadie más habló del asunto. El Grupo Disney sigue estrenando películas de dibujos animados (una de las últimas es “La Edad de Hielo 2”) y también se siguen ampliando sus parques de diversiones.
La muerte
¿Por qué la muerte es una cuestión que preocupa tanto a la gente, y a veces impulsa a cometer errores como la criogenización de Disney? Por ignorancia, por desconocimiento de los mundos plurales, porque la ciencia avanza por viejos carriles de vías muertas. La etapa de Piscis está pasando y los hombres se resisten a abandonar los dogmas materialistas que bloquean el acceso a nuevos descubrimientos. Cuando el viejo mundo quede muy atrás, en las sombras del pasado y Acuario presente propuestas de posibilidades luminosas, la muerte dejará de ser un cuco y los hombres aprenderán a vivir y morir sabiamente, con naturalidad.
El miedo a la muerte está ligado al apego a las posesiones, no sólo las económicas, sino también las psicológicas y espirituales. ¡Cuántas veces los periódicos nos traen noticias de hombres con grandes dotes interiores y posiciones relevantes en la religión, la política y la vida social que no quieren morir, dan un espectáculo degradante de la condición humana y un mal ejemplo moral! O esa pobre chica norteamericana, Terri Schiavo, que estuvo en estado vegetativo durante años en Miami, hasta que al fin la liberaron de la terrible carga astral. Cuando ocurrió el huracán Katrina y la inundación de Nueva Orleans, descubrieron que muchas victimas estaban en situación parecida y fueron abandonadas por sus cuidadores.
En la concepción de los mundos plurales la muerte desaparece tal como está concebida por las religiones monoteístas y se transforma en una dinámica de transmutación de estados en muchas dimensiones del Universo. Léanse los Cursos “El Devenir” y “Teología” y se comprenderá que la vida, de muchas maneras y en diversas dimensiones, permanece. El Maestro dice que la muerte no es más que el agotamiento de diversas posibilidades que permite al ser experimentar otras.
La hermosa Enseñanza “La Muerte”, del Curso “El Sacrificio” dice:
“Se ha llegado al último misterio, al más solemne dolor, al Sacrificio que nadie puede eludir, porque ¿quién puede vencer a la vejez y a la muerte? Es siempre causa de pesar para el pobre ser humano ver cómo se le escapan los años de entre las manos; ver cómo, rápidamente, huye el tiempo y, por tanto que se apure, por tanto que se afane, muy pocas ilusiones forjadas en la juventud pueden ser cumplidas; o, a lo más, cuando empiezan a gozar del fruto de su obra, ya flaquea la memoria, se debilitan los sentidos y los achaques de la vejez le impiden el deleite mental de la victoria. Cuando ni aún ha empezado la vida, ya hay que darse cuenta de que la vejez golpea a la puerta”.
“A veces, los años de la decadencia física son años de largo martirio para los hombres que pierden sus fuerzas, para las mujeres que pierden su belleza. No todos tienen el valor de Friné, la bella griega, que prefirió arrojarse a la hoguera antes de ver decaer su belleza física. Los más esperan y esperan, envejecen y mueren lentamente; y la muerte, cuando viene, aún en la mayor ancianidad, nunca es bien recibida”.
“La muerte rodea por doquier. Sin embargo, el individuo vive como si nunca debiera morir, como si él fuera el único digno de escapar a la última ley. A muchos, sólo la idea de la muerte les causa temor; no quieren que se hable de ella en su presencia y huyen de toda conversación fúnebre”.
“Pero, qué hermoso es el Sacrificio de morir voluntariamente, morir de antemano para vencer la parte dolorosa de la muerte, que es el temor”.
“Para aquél que ha aprendido a mirar, desde temprana edad, a la última enemiga frente a frente, poco a poco pierde para él sus velos misteriosos y, por el Sacrificio de pensar en ella, logra poseerla de antemano”.
“Se dice que los frailes trapenses todos los días levantan una palada de tierra, preparándose paulatinamente su tumba. Bueno es sacar todos los días de la mente una palada de esa tierra moral que los resabios del temor y de la oscuridad ignorante han depositado sobre ella, para dejar libre el concepto de la muerte tal cual es: el de un sueño tranquilo logrado por el Sacrificio del continuo conocimiento”.
José González Muñoz
Mayo de 2006