Reflexión N° 54 - Tsunami
La Enseñanza 16 “El Ired de Hes” del Curso “Teología”, dice: “El movimiento universal se llama Ired. Es la Ley única, como un punto cero en el inmenso espacio. La Ley del Ired es una, pero sus leyes derivantes son completamente contradictorias entre sí. Sus leyes de inversión cuando llegan a un cenit necesitan de leyes completamente contrarias a sí mismas para hacerse reversibles y viceversa”.
La civilización moderna, científica y global, llegó al cenit de sus posibilidades, y al comenzar la Era Acuariana se revirtió en sus contrarios, iniciando un ciclo de involución depuradora del planeta y de la Humanidad. Dos acontecimientos sobresalientes han quebrado la estabilidad de los últimos decenios en estos primeros cuatro años de vida Acuariana, conmoviendo la conciencia de los hombres: el derribo de las Torres Gemelas, símbolo del intocable poder de los Estados Unidos, el 11 de septiembre de 2001, a manos de sus enemigos árabes, y el maremoto en la Navidad de 2004, con el consecuente tsunami que recorrió las costas del Océano Indico destruyendo todo a su paso. El atentado en Nueva York, de hecho una declaración de guerra irrevocable, provocó una réplica bélica sin precedente que continúa furiosamente y no se sabe cuándo ni cómo terminará. El maremoto ha despertado el miedo secreto de la gente y nadie puede prever otros desastres, similares o mayores, en una civilización que ha llegado a sus límites vitales. La supervivencia planetaria se extiende por Norteamérica, Indonesia, Sri Lanka, Irak, Palestina, Buenos Aires y por todos los espacios donde medran los seres vivos.
La Tierra siempre ha girado alrededor del sol rotando perpetuamente sobre su eje y con otros movimientos complejos e inesperados, tanto internos como externos, visibles y tangibles: mareas, ciclones, sismos, avalanchas, tormentas, volcanes, los bosques, las ballenas; los pájaros; por obra de los hombres se mueven las multitudes, las fábricas, los estadios, las universidades, los satélites artificiales, las religiones, los niños, los ancianos; todo precipitándose hacia un estremecimiento letal. Experimentamos el miedo y la inseguridad cada nuevo día y no podemos encontrar un refugio seguro. Para comprender los fenómenos críticos que nos agobian y nos empujan a la supervivencia, debemos encontrar las ideas originarias matrices que están en la raíz de los cambios.
La Filosofía Perenne de la Historia Esotérica explica satisfactoriamente los acontecimientos extraordinarios que afectan el destino humano, y las Enseñanzas del Maestro Bovisio reunidas en su sitio de Internet exponen claramente las leyes de la evolución y la involución que los producen. Si el lector quiere comprender los cambios, encontrará las explicaciones en los Cursos: “El Sistema Planetario”, “Antropogénesis” e “Historia del Hombre”; si desea profundizar en el significado del movimiento humano y sus proyecciones futuras, estudie “El Devenir” y “Simbología Arcaica”; para encontrar instrumentos apropiados, reales y eficaces de supervivencia medite en “El Camino de la Renuncia”. Lo que no encontrará en la política local e internacional, las universidades, ni las religiones, respuestas que enseñen a supervivir, las encontrará en las Enseñanzas que explican el fin de las viejas razas, y la transición hacia las nuevas. Se terminó Piscis y empezó Acuario-Americana de 24.000 años. El tránsito de una manera de vivir hacia las nuevas formas provoca experiencias colectivas dolorosas que han sido definidas como terrorismo, inseguridad social, totalitarismo. Los ignorantes se atemorizan, pero algunos elegidos emprenden el camino de la supervivencia. Las Enseñanzas lo dicen con toda claridad: “La Renuncia es el único Camino para la salvación del Mundo, y no hay otro”. Año 1955. Lo que parecía ambiguo años atrás se entiende ahora plenamente y no queda más remedio que aceptarlo: si no es por Renuncia interior, voluntaria y libre, será por renuncia consecuente, kármica, dolorosa y fatal. La vieja raza terminó su ciclo; debe ser abandonada. La destrucción, característica sobresaliente de los cambios históricos, se repetirá una y otra vez, hasta que el planeta quede limpio y redimido. ¿Qué quedó de la civilización Atlante, con la gran ciudad de las Puertas de Oro? ¡Nada! ¿Dónde están los grandiosos poderes de los antiguos? ¡Desaparecieron! Proféticamente los norteamericanos han bautizado el agujero donde estaban las torres con el nombre de “Nivel Cero”. A partir de la gran nada que es el futuro extendiéndose por el planeta, se puede empezar la Nueva Edad, la “New Age”. Pero mientras tanto, en estos días de destrucción, de guerras de exterminio anunciadas, de terrorismo diario y genocidio, de inseguridad en las calles, de acontecimientos inesperados que provocan un dolor interminable ¿qué podemos hacer?
Soledad, Oración, Silencio
Pocos meses después de terminada la Segunda Guerra Mundial con el bombardeo atómico del Japón, el Maestro Santiago anunciaba en el Mensaje de Plenilunio de 1947: “Apartaos de la actividad exterior que mata, poniendo una barrera mental entre vosotros y el mundo, viviendo a la presencia de la Divina Madre únicamente. Todo es vano; lo único bueno es hacer nuestra morada aquí; sólo por este alejamiento absoluto y potencial podremos hacer algo para la purificación de nuestras almas y la salvación del mundo. Se ha trabajado demasiado en estos últimos diez años, se han inventado demasiadas cosas nuevas, la humanidad se ha movido demasiado, en paz y en guerra, sin encontrar un átomo de felicidad. Por eso volvamos a la soledad, a la Oración, al Silencio. Que nada ni nadie ocupe nuestro pensamiento. Si deseamos decir una palabra de salud y vida, callen nuestros labios! Si deseamos hacer algo, cesen nuestras peregrinaciones!”
Así como el tsunami recorrió el océano destruyendo todo lo que encontraba a su paso, así también el tsunami existencial de la civilización avanza incontenible destruyendo y matando. ¿Los hombres, cómo se pueden salvar de los implacables bombardeos norteamericanos en Medio Oriente? ¿Qué hacer ante la epidemia del incurable SIDA por el que mueren millones? ¿Cómo apartar la destrucción espiritual que sale de las pantallas de televisión en cada uno de los hogares del mundo, día y noche, destacando las imágenes más horribles del infierno? ¿Cómo evitar la inseguridad y el caos en las calles de Buenos Aires, Río de Janeiro, Shangai, Calcuta o Miami? “Callen nuestros labios. Cesen nuestras peregrinaciones”.
Y en el siguiente Mensaje de Plenilunio de 1948, el Maestro insiste en su predicación de la Renunciación: “¡Sed almas! ¡Vivid en el mundo como si no pertenecierais al mundo! ¡Sed extranjeros! El idioma de los hombres no es vuestro idioma, no son vuestros sus gustos y sus aspiraciones; tampoco lo son sus formas mentales. Sed almas simples y sencillas que viven en un mundo distinto al de hoy, que no es más que un abismo de movimiento frenético y de destrucción”.
Como puede observarse, después de medio siglo de estas Enseñanzas de anticipación, la civilización está muchísimo peor que en ese tiempo, ahora sin esperanzas. El Maestro Santiago pensaba que había algunas expectativas de salvación. Preguntaba en el Mensaje de 1957: “La Renuncia es la ley del mundo futuro y vosotros, Hijos de la Madre, estáis entre los precursores que viven esta ley que será el modo de vivir de los hombres que vendrán. ¿Serán tan consecuentes con su Misión los Hijos de la Renuncia que impidan la inminente destrucción que precederá a la era de Sakib?” (Sakib: Acuario).
Evidentemente, no. Los aspectos más dolorosos y crueles de estas premoniciones ya están en todas partes. Los llamados “Hijos de la Renuncia” no fueron “consecuentes”, retrocedieron, reformaron las Enseñanzas y las leyes divinas que los guiaban; negaron el título de Hijos de la Divina Madre que les había sido concedido. Si los discípulos del Maestro fracasaron en su misión y se sumergieron otra vez en el pasado ¿qué pueden esperar los hombres? La destrucción ya está en todas partes.
Enseñanzas proféticas
Las Enseñanzas proféticas del Maestro enunciadas en el siglo pasado son ahora la realidad de todos los días, por tiempo indefinido, hasta que se consuman integralmente. El tiempo alternativo transcurrió sin modificaciones y ya no hay más incertidumbre: La Humanidad sigue en línea recta hasta el estallido. En Nueva York los propietarios del “Nivel Cero” hacen planes para levantar otros edificios más altos que los anteriores; no aprendieron. En las costas de Sumatra se están reconstruyendo hoteles de turismo más lujosos y banales; no aprendieron. Bush anunció el incremento de su guerra personal al asumir el segundo período presidencial, y su mirada codiciosa se concentra en otros pobres países petroleros; no aprendió. China, India, Brasil, Rusia y las naciones más ricas se esfuerzan para ocupar los 10 primeros puestos hegemónicos en la carrera mundial de las estadísticas económicas, mientras la pobreza y el hambre invaden el mundo; no aprendieron.
En el Apocalipsis del siglo XXI con la furia de los elementos y de los hombres, el Salvador Maitreya permanece apartado, silencioso, invisible, quieto. Imitémosle. Aprendamos de Él y de otros sabios que se han refugiado en el santuario interior. Es el único lugar donde hoy pueden estar las almas. Cerremos puertas y ventanas, físicas, electrónicas y espirituales, para redimirnos; permanezcamos junto a la Divina Madre.
Desde 1978 vivo solitario en las montañas, en la Aldea de los Niños, en el Valle de Potrerillos del Cordón del Plata mendocino, tras mi alejamiento de los hombres y de Cafh, y me comuniqué con el mundo por medio de las “Cartas desde el Monasterio” durante muchos años, y en las clases de modelos de futuro para chicos en la Aldea Ecológica Infantil, también durante muchos años. Eso pasó, se terminó. Con algunos amigos, en este siglo Acuariano, pusimos las Enseñanzas Proféticas originales del Maestro Santiago Bovisio en Internet, para salvaguardarlas de la destrucción del tiempo. El Mensaje de la Renuncia se ha expandido por todas las naciones, y millones de personas meditan las Enseñanzas que están a salvo en el espacio cibernético y en las bibliotecas. ¿Qué más debo hacer ahora? Cerraré las puertas de mi casa y esperaré en silencio, terminaré las tareas comenzadas, cuidaré el jardín y que no falte la comida a los pajaritos que me visitan, dejaré la Aldea limpia y bien pintada, con los servicios funcionando, aunque no venga nadie, pondré mis papeles al día y en orden, no tendré ninguna deuda por más pequeña que sea, y, muy importante, no empezaré ninguna obra nueva. Me quedaré quieto y silencioso hasta el final.
Cantaba San Juan de la Cruz:
“En una noche obscura
Con ansias en amores inflamada,
¡Oh dichosa ventura!
Salí sin ser notada,
Estando ya mi casa sosegada”
La paz que logró el santo poeta por el místico sendero de la Renuncia, los hombres podemos alcanzarla por el ordenamiento de la vida tal cual está, sosegando nuestra casa. Afuera brama la tormenta. Cerremos nuestro hogar asegurando puertas y ventanas, y permanezcamos quietos en la penumbra del atardecer. Otros seres amigos nos esperan.
José González Muñoz
Aldea, 21/01/2005