Reflexión N° 29 - ¿Otra vez la Guerra?

Durante el siglo XX se desencadenaron terribles guerras en el mundo. El continente americano quedó libre de batallas, aunque los Estados Unidos llevaron sus armas, incluyendo bombas atómicas, a otras partes. Con el ataque aéreo al Centro Mundial de Negocios de Nueva York, y al Pentágono en Washington, la situación ha cambiado, y la nación hegemónica, cabeza de un imperio financiero y militar, se ha convertido en el centro de los odios internacionales. En la encuesta de la revista Time: “¿Qué país plantea el mayor peligro para la paz mundial en 2003?”, sobre 318.000 votos emitidos, las respuestas son: Corea del Norte 7 %; Irak 8 %; Estados Unidos 84 % (La Nación, 4/02/03). A partir del 11 de Septiembre de 2001, Estados Unidos se ha convertido en campo de batalla; pero la guerra que quiere el presidente Bush es diferente de las anteriores.

¿En qué va a desembocar esta psicosis beligerante que vive la diplomacia mundial? La expedición “Tormenta del Desierto” y el bombardeo de Afganistán, tampoco fueron guerras tal como las describen los textos militares, porque no hubieron dos adversarios que luchaban, sino uno que golpeaba y otro que recibía. Las guerras que antiguamente emprendía el Imperio Romano, autorizadas por el Senado, eran expediciones comerciales para capturar prisioneros que los senadores vendían como esclavos (La esclavitud era la fuerza motriz de las empresas de aquella época, como hoy es el petróleo).

La Organización de las Naciones Unidas fue creada poco después de la Segunda Guerra Mundial para impedir el estallido de nuevas confrontaciones. En la segunda mitad del siglo XX han ocurrido muchas guerras, algunas de ellas provocadas por los garantes de la paz. Entonces, la gente angustiada se pregunta por su destino, no sólo en Irak, nación elegida, sino en todo el mundo. Con las actuales técnicas de comunicación planetaria, cualquier acontecimiento golpea a la Humanidad, como se vio en el ataque a las Torres Gemelas.

Los habitantes de Afganistán no sabían cómo protegerse del bombardeo de sus ciudades; los seres de este planeta tampoco sabemos cómo defendernos de la psicosis de guerra que nos agobia. Aunque estemos lejos de Irak, vemos las escenas de horror a un metro de distancia, en el televisor, en el mismo instante que ocurre la destrucción. Golpea nuestro cuerpo, ofende nuestra mente, lastima nuestra alma.

a. La Monomanía

La paranoia de promover la guerra todas las horas del día con los medios de comunicación de una nación poderosa está conduciendo a la Humanidad, antes que estallen las bombas, al miedo, a la angustia existencial y a la psicosis colectiva, como ya está ocurriendo en los Estados Unidos. La caída del Columbia sumió a los norteamericanos en el estupor y el dolor más intenso, mientras se preguntan: “¡Otra vez! ¿Por qué a nosotros?” La tarea de un gobernante en la Era de Acuario no debe ser la venganza, sino la curación de los males de su pueblo. La Ley del Talión, “Ojo por ojo; diente por diente”, pertenece a un pasado de odios interminables. El que más padece es el que la promueve. ¿Qué pueblos sufren más que los palestinos y los israelíes? ¿Los está castigando Dios?

Los hombres que constituimos la Humanidad, amenazada por la epidemia del odio que se extiende como el SIDA por los cinco continentes, debemos formar una barrera infranqueable a la destrucción perversa de los promotores de la guerra, y rechazarla con pensamientos limpios, con la oración, con acciones constructivas, para que la paz vuelva a nosotros.

¿Es posible detener este impulso irracional tan fuerte e incomprensible de algunos poderes concentrados en la monomanía de matar? El mundo está en contra; no quiere la guerra, y sin embargo, camina hacia la masacre. Nadie, más allá de las palabras diplomáticas, va a defender a los inocentes que morirán: niños, mujeres y viejos. La responsabilidad ética de los que estarán lejos de las bombas es muy grande; cada uno ha de asumirla individualmente.

La venganza de Bush por el ataque del 11 de septiembre se inició contra Afganistán sin ningún resultado positivo; todo lo contrario: ese país está destruido y en desorden, luchando contra los invasores, como siempre. Ahora le toca el turno a Irak y se predice un caos regional, en el centro mundial del petróleo, mientras la economía norteamericana sigue cayendo. Mañana le tocará el turno a otro: Irán, Corea del Norte, Siria, etcétera. Los demonios que mueven estas acciones tienen en la cabeza una guerra infinita. ¿Han de quedarse los hombres de Acuario con los brazos cruzados, mirando la televisión, mientras el fuego incendia las naciones? Tienen el poder de frenarlo con la Renuncia en sus manos; olvídense de sus pequeñas miserias cotidianas, y concéntrense en la presencia del Salvador de la Humanidad.

b. El Poder de la Renuncia

¿Cómo es posible que una minoría, encastillada en los resortes claves de un enorme poder militar, lleve a la Humanidad hacia la destrucción, en oposición de los pueblos del mundo, y que esos pueblos no hagan nada para evitarlo?

Los hombres se desconocen a sí mismos; la mayoría de la Humanidad todavía está viviendo bajo el antiguo signo de par de opuestos, de odios y venganzas, y creen que pueden resolver sus problemas con la violencia y separatividad, eliminando a sus adversarios. Del mandato cristiano “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, no ha quedado nada. Entonces se arman hasta los dientes y se matan. Esta terrible Era del signo de Piscis ha terminado en el calendario zodiacal a fines del siglo pasado, pero sus seguidores no quieren renunciar a la codicia de poseer. Desaparecerán en las acciones del karma que han generado, hasta que la Tierra quede depurada.

Hombres acuarianos, los Discípulos Fieles del Maitreya, los que están empezando a construir las nuevas formas de vivir en la Renuncia, tienen mucho que hacer, tienen que salvar al mundo. Dice el Maestro Santiago en el “Mensaje de la Renuncia” del año 1957 (Libro XIX “Los Mensajes”], Capítulo 11 ,9): “¿Serán tan consecuentes con su Misión los Hijos de Renuncia que impidan la inminente destrucción que precederá a la era de Sakib?” (Acuario). Y agrega más adelante: “Es apremiante la necesidad, es ésta la hora”.

Son muchos los Discípulos Fieles al Salvador, y las estadísticas de Internet señalan cientos de miles de copias de estos cursos que enseñan a vivir la Renuncia en todo el mundo, no dentro de una corporación para una acción concertada, sino libres, sin intermediarios, cada uno en su lugar y sus posibilidades, como puedan. Entre el Maitreya y sus Discípulos no hay negociadores interesados, sino el puro amor de seres que trabajan para la Humanidad en el momento crucial de cambio de Razas, empezando a transitar el Camino de la Renuncia. Agrega el Maestro Santiago Bovisio en el mismo libro: “Preparar ese mundo donde desaparecerán los intermediarios entre Dios y el hombre, entre el maestro y el alumno, entre el productor y el necesitado” (Capítulo 11 ,12). Nosotros estamos convencidos que los Discípulos Fieles, con la Renuncia activa, impedirán la locura de la guerra infinita, no de golpe, sino progresivamente, a medida que la paz real vaya conquistando el corazón de los nuevos hombres.

c. Renuncia Infinita

Cuando un ser aprende a vivir, su Renuncia es infinita, no concluye ni se agota; por el contrario, se perfecciona a medida que se acerca a Dios, en ésta y en otras vidas que vendrán. La Renuncia Infinita vence a la guerra infinita porque ya no habrán tierras para conquistar, ni petróleo que defender, ni armas con qué combatir.

Los hombres que quieren guerrear pertenecen al mundo viejo. Leer la historia de los últimos cuatro mil años es empaparse de sangre violenta; la guerra infinita empezó hace mucho tiempo, y sólo un cambio total puede impedirla. Pareciera que el sacrificio de los Redentores, Krishna, Buda, Jesús y otros, no lograron los objetivos proclamados, y que los hombres siguen matando masivamente. Los Redentores enseñaron potencialmente para que los hombres aprendieran a Renunciar. Ahora estamos en un cambio de vibración planetario completo. El Maitreya le dirá a cada uno individualmente: “El Cristo eres tú; si quieres redención tendrás que subir a tu Cruz y alcanzarla por ti mismo. Nadie lo hará por ti. No hay otro camino. Es tu Renuncia”. Dice el Maestro Santiago en el Libro XXXVI “Conferencias de Embalse”, Capítulo 28, 3: “Creo que esto es lo que enseñará el Maitreya, la nueva expresión de la Encarnación Divina: la forma, la manera en que debemos convertirnos en Cristos pequeños, en pequeños holocaustos, en pequeñas hostias”.

Los seres humanos se encuentran en un punto álgido de la evolución; en la dirección que han seguido los últimos siglos no pueden continuar; han descubierto los mayores secretos de la materia física y los utilizan en la vida cotidiana masivamente; la experiencia de la materia es patrimonio de todos los hombres. De aquí en más, emprenderán nuevos rumbos, a través de la dimensión energética, apenas explorada. Para eso, tendrán que abandonar al viejo materialista que ya no sirve, renunciando a las formas de vivir posesivas.

El Maitreya enseña las nuevas formas de vivir. Hoy, 15 de febrero de 2003, mientras escribimos esta Reflexión, en más de 600 ciudades del mundo, de América, de Asia y Europa, de África y Oceanía, durante 24 horas, millones de seres de diferentes idiomas, razas y religiones, sin distinción de clases, se están reuniendo para manifestar contra la guerra que, frente a toda razón y justicia, quieren Bush y Blair. Es la conciencia y la voz de la nueva Humanidad que le dice ¡NO! a los agresores. Es la vibración de la Nueva Era que se expresa en la Renuncia. Es la presencia simple del Redentor en las almas vivas salvando a la Humanidad.

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