Reflexión N° 24 - Los Sacerdotes
Los sacerdotes son profesionales, y tienen que estudiar muchos años para acceder a su profesión, como los ingenieros, los médicos y los abogados. Las religiones son muchas, antiguas y modernas, y cada una de ellas tiene un equipo sacerdotal capacitado en las doctrinas que sostienen. Y como las religiones, con el paso de los siglos, se han multiplicado en diversas iglesias, sectas y caminos, los sacerdotes se han especializado en la doctrina de sus grupos para ejercer el oficio de la mejor manera posible, igual que los médicos se especializan en cirujanos, clínicos, pediatras, oncólogos, etc. El sacerdote ortodoxo defiende dogmas diferentes a los del cura católico, del obispo luterano, del pastor evangelista, y de muchos otros, aunque todos son cristianos y predican el Evangelio de Jesús.
Hay dos libros en esta colección del Maestro Bovisio que describen las más importantes religiones, algunas antiguas que nadie practica, y otras que todavía están en vigencia: Libro N° XXIII “Religiones Comparadas” y N° XXIV “Diez Grandes Religiones”. El Capítulo 3 del Libro XXIII: “El Hinduismo”, menciona alguna de sus innumerables escuelas y corrientes, con sus cuerpos sacerdotales, ritos, costumbres, ceremonias y seguidores. Lo mismo ocurre con otras grandes religiones: Capítulo 25 “El Cristianismo”, Capítulo 26 “El Islamismo”, etc. Las diferentes corrientes no tradicionales son millares, y no se ha hecho un inventario de las mismas, menos una sistematización. Cada uno de estos grupos tiene sus sacerdotes, entrenados en la doctrina que promueven en cualquier lugar donde estén, en las playas de Río de Janeiro con fogatas nocturnas, en edificios de la Iglesia Cristiana Unificada, en mezquitas, sinagogas, templos, catedrales, capillas, tabernáculos, estadios de fútbol y plazas públicas. Algunas veces, un sacerdote consagra ante una docena de fieles que lo escuchan; otras, un prelado oficia delante de un millón de personas. Las diferencias son muy grandes en cantidad y calidad, enfrentándose unos con otros; pero todas hablan del Dios único que hizo a los hombres y también a ellos, los sacerdotes. La institución sacerdotal del mundo se encuentra en un desorden general, no por las diferencias que los separa, sino porque no han logrado un ordenamiento equitativo en la diversidad. En la naturaleza, las formas y los colores son variados y coherentes. En una gran orquesta sinfónica hay muchos instrumentos que suenan distintos, pero interpretan música armoniosa. En la orquesta cacofónica de los sacerdotes las partituras se han entremezclado o están incompletas, y la música que tocan es una Torre de Babel incomprensible en el final de una época que termina, para dejar lugar a otras armonías nunca escuchadas en la Tierra.
a. ¡No repitamos la Crucifixión!
Un ingeniero vial construye puentes y caminos, un médico cardiólogo cura las enfermedades del corazón, y un profesor enseña Historia en Colegios y Universidades; pero no sabemos, a ciencia cierta, qué hacen los sacerdotes en estos tiempos, cualquiera sea la religión que practiquen. En esta Reflexión intentaremos descubrir no sólo sus actividades exteriores, sino lo que son, su posición en la economía espiritual del mundo, qué relación mantienen con Dios y, sobre todo, con los seres humanos. ¿El sacerdote constituye una clase especial, tiene una estructura metafísica diferente al común, o, simplemente, hace cosas? ¿Qué significa ingresar al Orden Sagrado? ¿Cambia su naturaleza interior?
Ahora que el Divino Iniciado está en la Tierra, viviendo junto a los hombres para enseñarles directamente la nueva forma de vivir, sin intermediarios, sin interpretaciones extrañas, los portavoces son innecesarios. Mientras el Maitreya esté vivo, sólo su palabra es legítima y verdadera. Los sacerdotes del mundo se encuentran en una encrucijada, especialmente los cristianos y los budistas, porque ambas tradiciones anunciaron el regreso del Redentor. Jesús anunció claramente en los Evangelios que volvería triunfante en el final de su período cristiano. Si los sacerdotes lo aceptan y lo reconocen, tendrán que callar y esperar la renovación del Evangelio, tal como el Redentor quiera pronunciarla. Si lo rechazan, se convertirán en sus enemigos mortales, como ocurrió hace dos milenios en Jerusalén, y podrían repetir el deicidio cometido por el sanedrín, con efectos imprevisibles. Pocos años después de la Crucifixión, los romanos destruyeron el Templo y los judíos fueron dispersados. La Historia se repite, pero en un nivel más elevado; la Humanidad está en la crisis del cambio de Razas, hay miles de bombas nucleares dispersas entre naciones enemigas y el Planeta está convulsionado en todos los órdenes naturales y sociales. El Maitreya dará pronto su Mensaje de Salvación y según sea la respuesta humana, así serán los acontecimientos universales. La Subraza Aria Americana se ha iniciado con fuerte presencia y nada puede impedir que cumpla su destino. En los hombres está la responsabilidad del futuro. Dice el Libro XVIII “El Camino de la Renuncia”, Capítulo 9, 34: “¿Qué se puede hacer para atenuar ese golpe tremendo y espantoso? Una guerra futura será fulminante; en pocos meses todo será destruido, o por la guerra o por la desesperación colectiva y la psicosis. ¿Es posible hacer algo para atenuarla? Si bien la Divina Providencia no permite que se entre en el velo que cubre al Maitreya, se sabe que cuanto más almas haya que cumplan la Renuncia, que vivan la vida del espíritu, más se podrá ayudar a la salvación del mundo”.
b. ¿Dónde están Parados?
El Iniciado Solar de Primera Categoría, Manú, fundó la Raza Raíz Aria; desde entonces el Planeta, los hombres y la vida fueron diferentes, avanzando a la conquista de la razón. Otros Grandes Iniciados Solares, Rama, Noé, Krishna, fundaron nuevas y progresivas Eras para beneficio de la Humanidad. Los Grandes Iniciados Solares de Cuarta Categoría, Buda y Cristo, fueron los últimos que en Oriente y en Occidente renovaron el alma humana en el principio de la compasión y el desprendimiento de los apegos materiales. Ahora, el nuevo Redentor Solar está vivo entre los hombres y desarrollará el maravilloso don de la intuición por el Camino de la Renuncia. Para que esto se pueda realizar, los hombres tendrán que olvidar todo lo que aprendieron con la razón, y que los ha llevado al borde del abismo. Olvidarán por la Renuncia, o por la destrucción (Renuncia Consecuente). Aquí cumplen un rol fundamental, una misión, los sacerdotes, de cualquier corriente, con su enorme capacidad de persuasión sobre las personas que creen en ellos.
En esta Reflexión no nos ocupamos de las instituciones religiosas (iglesias, sinagogas, ashrams, mezquitas, sectas, órdenes y demás corporaciones afines) porque los templos no hablan; hablan los hombres. Las instituciones tienen consolidados sus dogmas y no pueden cambiar; hacerlo sería desaparecer. Más bien, para sobrevivir se agarran a lo que ya tienen, y lo que está a la vista son posesiones materiales y poder social.
Pero los sacerdotes tienen una cuota de libertad privilegiada por su condición humana, que pueden ejercerla si quieren. Preguntábamos antes ¿dónde están parados? No cabe duda: Frente al Maitreya, o en ninguna parte. Porque el Maitreya es Jesús, es Buda, es Krishna, son todos los seres divinos que ayudaron a la Humanidad siempre. Ahora está encarnado junto a los hombres, y los sacerdotes del mundo deben seguirlo.
Cuando un Rey deja por un tiempo su lugar, nombra un senescal para que administre el Reino en su ausencia; cuando regresa, el Rey automáticamente ocupa el Trono y el senescal desaparece. Ahora que el Señor ha regresado, todos los senescales del mundo vuelven a su antigua condición de criados, callan y obedecen al Señor. Todavía el Maitreya no ha dado a conocer su presencia; pero está en el Trono. Los sacerdotes debieran fijar su postura ya, comunicando a los fieles dónde están ubicados como servidores de la palabra divina, y preparándolos para que tengan fe y esperen en vigilia permanente la visita del Salvador. El ruido de las armas aumenta terriblemente, y los sacerdotes deben hablar antes que sea tarde.
c. Exhortación
Sacerdotes: Los Grandes Iniciados, que han dado origen a las diversas corrientes religiosas y filosóficas del mundo, conforman un Cuerpo Místico Espiritual, llamado también “Comunión de los Santos”, y bendicen sin descanso a la Humanidad a través del Poder de la Gran Corriente, explicada en las Enseñanzas del Maestro Santiago (Libro XII “Vida Espiritual de Cafh”, Capítulo 15). La bendición desciende pura hasta aquellas almas limpias dispuestas a recibirlas. Cuando llega el momento indicado, uno de esos Seres Divinos viene a vivir encarnado entre los hombres para enseñarles directamente y darles fuerza. Actualmente, está con nosotros el que llamamos Maitreya. Los sacerdotes, para eso fueron conducidos al orden sagrado, debieran predicar que los hombres se preparen a recibirlo espiritualmente, limpiando sus almas del egoísmo, el miedo, la codicia, la separatividad y las pasiones violentas. La bendición del Redentor llegará sólo cuando se haya quitado la suciedad del corazón.
Exhortamos a los sacerdotes que hagan tres cosas:
- Que todos los días dediquen un tiempo de plegaria para que el Salvador ayude a las almas que lo están esperando.
- Que hablen a las personas con las cuales se relacionan para enseñarles la misión y la tarea del Maitreya, especialmente a los niños.
- Que traten este tema sin miedo con otros sacerdotes.
Como síntesis de estas Reflexiones, transcribimos una primera parte del Himno al Maitreya, que el Maestro Santiago elaboró hace muchos años, y que se encuentra completo, junto a otras informaciones sobre el Salvador, en los “Comentarios” de este sitio de Internet.
HIMNO AL MAITREYA
Amado Maitreya: habítanos.
Revélanos el misterio del amor.
Soledad inconmensurable del que sin ser humano vive entre los hombres.
Y se hace hombre en el más puro, insondable acto y sacrificio de amor.
Pureza, luz eterna de un amor sin mancha.
Solo, y a su vez uno con las almas.
Te llamamos a las puertas del Divino Santuario.
Te glorificamos para ser elevados al Amor.
Te adoramos en el fondo más profundo de nuestro corazón.
Húndenos más y más en el centro del corazón,
hasta dejar de ser un hombre aislado y perdido.
Dejar de ser una ilusión.
Pongo en tus manos divinas mi pequeño corazón.