Reflexión N° 150 - La Decisión
No me preocupa mi futuro. Tengo 83 años y estoy en el borde de los dos mundos y los dos tiempos.: la Tierra tangible y el Universo astral, el presente y el futuro. No tengo problemas de elección porque estoy hecho, como un jarrón de alfarería bien cocida. Sólo espero que se rompa en cualquier momento y las cosas que contiene se desparramen por el suelo exhalando su último aroma. No tengo decisiones que me inquieten porque las tomé a lo largo de mis años y ahora soy el resultado de mi buena o mala cabeza. Siempre elegí y a pesar de los continuos fracasos, o tal vez por eso, estoy sereno al final de la carrera. No camino más. Hago un largo examen retrospectivo y del resultado de mis pensamientos escribo estas Reflexiones para mí y para mis amigos, aunque no los conozca.
El hombre tiene que decidir, no la religión, los vecinos, el interés económico o los medios de comunicación. La mayoría se deja llevar por las costumbres y la propaganda comercial, incluso en la elección de una carrera profesional. En la juventud, cuando tiene que decidir qué hacer con su vida, soltero, casado, obrero, profesional, comerciante, empleado público, no hay guías confiables que lo ayuden a una buena elección. Acá en Mendoza, con ingreso irrestricto como en el resto del país, después de la secundaria los que han terminado se anotan en carreras fáciles, pero muchos son rechazados por falta de preparación y de inmediato ingresan a la reserva del trabajo con bajos ingresos, empleados municipales, reponedores de mercaderías en los supermercados, talleres mecánicos, policía o lo que se presente. No han decidido nada; el sistema lo ha hecho por ellos. Son pocos los que logran un título universitario o una profesión con la que puedan sostener una familia con dignidad. Al poco tiempo se los ve engrosar el cordón de villas que rodean a la gran ciudad sin servicios básicos, luz eléctrica, calles asfaltadas, seguridad y lo que su familia necesita para proteger y cuidar a sus hijos. Lo mismo sucede en Buenos Aires y los suburbios, Córdoba, Rosario, Santiago de Chile, Lima, Río de Janeiro, Bogotá y las demás ciudades del mundo.
Al mismo tiempo, crecen los búnker amurallados con garitas y policía privada, Dalvian, Palmares, Palmares II Valley, próximos a centros comerciales de primer nivel, Falabella, Carrefour, Walt Mart, lo que se repite en los edificios de Puerto Madero en Buenos Aires, Clubes privados del Tigre, etc. en Argentina y el resto del mundo. Los colegios secundarios privados que enseñan para clase alta y media alta también están protegidos por policías contratados.
En la sociedad moderna tan estructurada, es difícil una elección que salga fuera de los carriles tendidos por las grandes corporaciones en todas las áreas de actividad, económicas, políticas o intelectuales. ¿Qué es la correspondencia electrónica con sus grandes dimensiones y velocidad fuera de los negocios? Nada más que superficialidades. El campesino produce uvas, frutas, hortalizas, soja y trigo y tiene que aceptar el precio fijado por los acopiadores que nunca se establece en relación a sus costos de producir. Da lo mismo estudiar una profesión que otra porque cuando consiga un título tiene que encuadrarse para poder trabajar. No hay una proposición vocacional que permita al joven desarrollar sus cualidades personales. Es como manejar en una autopista donde hay que acoplarse al movimiento rodante de la masa de vehículos. Las acciones personales, por ejemplo cuando un camión hace una maniobra imprevista, provocan choques en cadena. Lo mismo sucede en la sociedad moderna. Entonces, si no hay elecciones razonables, proliferan las escapatorias: las canchas de fútbol, las drogas, los boliches nocturnos con luces y sonidos alucinantes, las multitudes en las playas de verano, los festivales, la corrupción.
La mejor edad para decidir es la adolescencia cuando el muchacho se distancia de la familia y penetra en el escenario humano. Un concepto antiguo dice que el niño pertenece a la madre los primeros siete años, al padre desde los siete a los catorce; de ahí en adelante se pertenece a sí mismo y es responsable de lo que haga, bien o mal. El karma comienza en la adolescencia. En la tradición hindú, en la fiesta del plenilunio de mayo astral y terrestre, presidida por Sanat Kumara, el Regente que dirige la evolución del Sistema Planetario, para nosotros el Arcángel Miguel, se vuelve visible para los asistentes en la forma de un doncel de unos dieciséis años, resplandeciente, y bendice a la Humanidad. Los Mensajes de Plenilunio del Canon de las Enseñanzas, transcriben dieciséis Bendiciones recibidas por el Maestro Santiago, asistente a las Asambleas, para los hijos de Cafh.
No es fácil una elección vocacional a esa edad. El joven no tiene experiencia y su mente empieza a desarrollarse con tropiezos. Hacia delante todos los días son una incógnita y desgraciadamente se encuentra presionado por la propaganda comercial, la familia, los amigos, las falsas ideologías políticas y religiosas, las alucinaciones multitudinarias, el facilismo. No hay nadie a quien consultar; los padres están ocupados en sus problemas familiares y de trabajo. Pero esa incógnita e ignorancia, que muy pocos pueden resolver en soledad, es la garantía de una decisión, buena o mala, que le pertenece.
En una encarnación el hombre tiene la posibilidad de asumir una decisión fundamental, no muchas. La decisión vocacional que aquí tratamos es la que acopla al individuo con su destino, su idiosincrasia, la misión indistinta para la cual ha nacido. Todas las otras decisiones que deberá asumir en el transcurso de los años perfeccionarán esa moción única hasta llevarla a buen término. Cuando se ha tomado una decisión de vida equivocada o ninguna, el estudiante saltará de una propuesta a otra, siempre disconforme, siempre amargado, un fracasado. Es disolvente seguir muchos caminos, cuanto más los experimente más deformado quedará. Eso se puede ver en los buscadores de la espiritualidad que se jactan de participar en todas la agrupaciones que conocen; se parecen al arlequín que viste ropajes de remiendos cosidos. Un solo camino y una decisión correcta. Así han afirmado los místicos de diversas corrientes que se han realizado porque dicen, “yo soy el camino que estaba en mi interior”.
La vocación no es una lotería de fin de año con un premio gordo en la que juegan miles y decide el azar. La vocación es una búsqueda y un encuentro. Santa Teresita de Lisieux, Doctora de la Iglesia, a los quince años buscó al Papa León XIII y en entrevista personal, obtuvo el permiso para ingresar al Carmelo a esa edad. A los 23 años murió en el convento y fue canonizada, renovando la mística de las Carmelitas Descalzas hasta hoy. En la otra punta de Europa, en Georgia junto al Mar Negro, Josef Dzugashsili fue internado en un seminario ortodoxo por su padre y a los quince años se rebeló contra la Iglesia siendo expulsado. Se traslado a San Petersburgo que fermentaba en ideas revolucionarias de izquierda y se inscribió en el Partido Comunista con gran actuación en la Revolución de Octubre bajo el nombre de Stalin. Fue Secretario General del Partido hasta su muerte y condujo a la Unión Soviética ganando la Segunda Guerra contra Alemania. Ayudó a la transformación de su país en una súper potencia hasta hoy. En ambos ejemplos tan diferentes, la decisión fue una sola y sus protagonistas fueron fieles a sí mismos hasta el final.
En las Enseñanzas Esotéricas de los Grandes Iniciados se observa que practican todas las actividades humanas ayudando a la evolución de las razas, unos en las religiones, otros en las ciencias y la política, los de más allá en las corporaciones económicas y las artes. Sin ellos no habría progreso y la Humanidad quedaría estancada en grandes masas que repiten el mismo estado hasta caer en la degradación de sus facultades, como está ocurriendo en estos tiempos. Es el fin. Hay pocos Grandes Iniciados que guíen a las multitudes por el camino correcto. Esos pocos esperan en el astral o trabajan aquí silenciosamente hasta que llegue la hora de la Raza Americana. Nosotros también esperamos; mientras tanto debemos tomar una decisión.
¿Qué rol juegan los hombres en la comedia humana? Los viejos han trabajado durante años y ya no tienen nada que decidir, están hechos cada uno a su manera y sólo deben terminar la vida que empezaron. Los maduros están en plena tarea cualquiera sea, elevada, insignificante, desconocida, popular y sólo un acontecimiento excepcional puede cambiarlos. He conocido a varios hombres y mujeres que a los cincuenta años o más, un factor determinado provocó tal conmoción en su mentalidad que perfeccionaron sus tareas habituales en una misión trascendente, una obra de bien que se extiende por regiones y almas y, por supuesto, ellos mismos. Pero es en la juventud que se inicia donde se producen las decisiones definitivas, aunque tendrán que pasar muchos años para evaluar sus bondades y, en algunos casos, después de la muerte esperando el veredicto de la Historia.
La sociedad moderna fuertemente entramada por el comercio, las comunicaciones y la competencia febril es sólida a pesar de los desastres que se producen mundialmente en todos los órdenes, físicos, políticos y económicos. No obstante la cuesta abajo es irreversible y si no ocurre una guerra nuclear imprevista, la degradación puede durar siglos, cada vez más abajo, hacia los abismos como ya se ha producido en algunas áreas ya comentadas, la tortura de prisioneros, la pedofilia, la pobreza galopante, la drogadicción, etc. Los hombres jugamos un papel en esta Humanidad difícil, algunos humildes como los municipales recogiendo la basura de las calles, el campesino laborando su tierra, el trabajador de una hilandería, o muy importantes, como el Secretario del Tesoro de Estados Unidos. Pero nadie es indispensable. Muere el protagonista y eligen otro. Despiden al funcionario público y nombran otro. Así todos los actores de la Comedia Humana. Dice el Eclesiastés: “Las generaciones pasan, pero la Tierra permanece”.
Los adolescentes tienen la oportunidad de jugar un rol protagónico en el drama de los tiempos modernos, cuando una Raza decae para que aparezca la nueva, Americana, con propuestas atractivas como no había conocido la Humanidad anteriormente y que han sido expuestas claramente en las Enseñanzas del Maestro Bovisio. Para el joven, primero es una búsqueda, luego es una elección y, finalmente, una decisión de vida.
José González Muñoz
Marzo de 2011