Reflexión N° 125 - El Futuro está Presente
Durante años hemos leído novelas y ensayos, hemos visto películas y series de televisión sobre la destrucción del mundo en un futuro próximo. Las profecías y sus interpretaciones provienen desde el tiempo de Nostradamus. Las Enseñanzas también lo dicen repetidas veces. Muchos interpretan el calendario Maya para esa fecha fatídica. Y hasta Fidel Castro después de su larga enfermedad, señala un tiempo próximo y un desastre atómico casi total, con pocos sobrevivientes. En un viaje que realicé a Israel en 1970 con dos compañeros judíos fuimos muy bien atendidos en un kibutz de argentinos. Nos mostraron el refugio antiatómico equipado de esa granja y nos dijeron, “Los árabes son mil millones. Cuando nos arrinconen contra el mar tiraremos nuestras bombas atómicas y el mundo desaparecerá”.
Estos pronósticos que hemos mencionado constituyen el cuerpo conceptual de las señales que nos llegan desde todas partes sobre el futuro inmediato de la Humanidad, tan cercano que ya es presente, lo vemos y en muchos casos desgraciados, miles de personas lo experimentan. Para ellos comenzó el holocausto, el fin de la civilización, no sólo por desastres ecológicos, sino por obra humana satánica. Los críticos históricos concuerdan que la invasión a Irak y Afganistán y la destrucción de esas naciones por Occidente estuvo motivada por la falta de petróleo en Estados Unidos. Ahora amenazan a Irán con la destrucción, pero los iraníes trabajan apresuradamente para tener poder atómico. Los Palestinos viven el holocausto sin poder defenderse; para ellos ya comenzó el fin desde la Guerra de los Siete Días.
Las naciones son unidades de vida que manifiestan un estilo colectivo, un sistema que prospera mientras se mantenga coherente, bien estructurado. La fuerza del sistema norteamericano no es la democracia ni las libertades individuales, sino el dinero. Todas las acciones políticas internas e internacionales, diplomacia, el comercio que practican se asientan sobre ese postulado. Ahora están en quiebra. En la Unión Soviética, el abuso del sistema socialista en el Politburó condujo a la desintegración de la Unión. Afortunadamente, los rusos fueron rápidos, se desprendieron de las naciones musulmanas y católicas, achicaron sus dimensiones y ahora son más fuertes que antes, militar y políticamente. No compite con Estados Unidos como en la Guerra Fría, tiene reservas de divisas inmensas, no subvenciona a las antiguas naciones asociadas y posee el ejército más adelantado del mundo.
Nadie desafía a Federación Rusa, ni a la República Popular China en lo económico ni en lo militar. No tienen bases en el exterior, se ocupan de sí mismas y no toleran ninguna provocación. Además protegen naciones pequeñas que resguardan sus fronteras: Corea del Norte, Irán, Vietnam y otras. Las naciones asiáticas han consolidado un grupo de poder inatacable, China, Rusia, India, al cual se han adherido automáticamente sus vecinos más débiles. Nadie puede atacar a Irán si el Kremlin no lo permite. El mundo que hemos conocido en los libros y en la realidad del siglo XX se ha revertido y las naciones antes subordinadas ahora son dominantes. Al final de su vida, Mao dejó su testamento político: “Seguir construyendo túneles y no buscar nunca la hegemonía”. Las naciones que pretendieron ser dominantes, Imperio Británico, Alemania Nazi, Estados Unidos, ahora están subordinadas al grupo asiático. Esto es muy peligroso para la Humanidad como hemos visto en las agresiones militares a las naciones débiles, porque en cualquier momento puede haber un error de cálculo en la estrategia y en las operaciones nucleares. Se ha dicho muchas veces que tirar una sola bomba atómica sobre una ciudad enemiga es desencadenar la guerra mundial en ese nivel.
Separata del Informe Pauling: “Así calculo yo el volumen de la existencia actual de armas nucleares en el mundo. Si el 10 % de ese depósito (32.000 megatones) fuera empleado en una guerra nuclear explotando las bombas en promedio de 150 kilómetros del blanco (no se necesita dar precisamente en éste para obtener los resultados que se buscan) 60 días después de ese sólo día de guerra -suponiendo que abarque el conjunto de Europa, toda la Unión Soviética y los Estados Unidos- de los 800 millones de personas que viven en esas regiones, 720 habrían muerto, 60 millones estarían gravemente heridos y habría 20 millones más que sufrirían de heridas y daños menores, pero tendrían que vérselas con el problema de la destrucción completa de las ciudades y distritos metropolitanos y la de medios de comunicación y transporte, así como la desorganización completa de la sociedad, la muerte de todo ganado y una intensa contaminación radioactiva de todo vegetal y alimento. Ello supondría el fin de esa parte del mundo; la clase de daño que ello causaría al resto del mundo nadie ha podido calcularlo en forma digna de crédito” Luis Pauling, Premio Nobel de la Paz 1962. Premio Nobel de Química 1954.
El Maestro Santiago pensaba en otros factores del hundimiento de la civilización, además del atómico, especialmente en la degradación de la condición humana, cosa que vemos en todas partes del mundo irreversiblemente. ¿Hasta dónde? Cuando terminaron las luchas contra los Atlantes, los pocos Ario Teutónicos sobrevivientes, por un defecto glandular, se habían convertido en hombres de las cavernas, igual que animales, que tardaron siglos, milenios, en comenzar la larga marcha hacia la civilización. Desde el hacha de piedra hasta el Concorde pasaron muchas generaciones, guerras y sufrimientos. Unos pocos miles del principio hasta los 7.000 millones de personas precipitándose en el abismo de la degradación humana y la muerte. Es un proceso evolutivo sin cambios como una piedra lanzada al aire que tiene que caer. ¿Hasta dónde? Nadie lo sabe. Pero en este siglo, los que puedan salvarse volverán probablemente a las cavernas.
Un filósofo alemán, George Picht, en su libro “Al borde del abismo”, de 1972, anunciaba los peligros que enfrentaba la Humanidad, aumento de población mundial, deterioro de la educación, hambre, etc., pero afirmaba que la tecnología solucionaría esos problemas progresivamente. Era optimista, como Leibniz. La realidad del mundo señala lo contrario y es justamente la tecnología de avanzada la responsable de la desastrosa situación planetaria del siglo XXI. ¿Podemos indicar algunos títulos más amenazantes? Sí.
Efecto invernadero. Cambios Climáticos. Desastres orográficos.
Aumento poblacional irrefrenable.
El holocausto atómico.
Degradación socio económica, drogadicción, inseguridad, disolución de las familias, matrimonios gay, crisis financiera y desempleo.
Ingeniería genética, nuevas especies, trasplantes y quimeras.
Disolución de las religiones. Inmoralidad de los sacerdotes.
La evolución humana se encuentra a punto de una transmutación substancial, el cambio de la mente colectiva que ha llegado hasta sus últimas consecuencias en todos los órdenes de la actividad social, por el desenvolvimiento ilimitado de la egoencia del ser, característica de la Raza Americana, que se inicia con el signo de Acuario. Todas las señales que hemos indicado en los títulos anteriores son evidentes y han llegado en esta primera mitad del siglo al momento de la crisis. Los pronósticos climáticos del hemisferio norte para el invierno próximo son graves y no hay ninguna medida gubernamental que los prevenga. Durante este año, la falta de lluvias en América y Asia ha provocado una disminución del stock de alimentos muy grande, cereales, soya, ganado. La desocupación deja a millones de familias de los dos hemisferios en a indigencia. Se extiende la desertificación en África y América. En consecuencia, el delito, la inseguridad y los barrios blindados aumentan hasta en Mendoza.
La destrucción del mundo ya ha comenzado. Ya no es un tema de profecías ni pronósticos, sino de análisis social, psicológico y supervivencia. No habrá Historia, porque la Historia termina ahora, no quedarán documentos ni legados. ¿Cuál es la Historia de Atlántida? No existe ni se sabe exactamente dónde estaba. La información que tenemos del continente hundido proviene de la tradición y ésta de los Anales Akásicos que sólo los Grandes Iniciados pueden consultar. Pero estamos vivos y las normas antiguas, democracia, dinero, poder político, religiones, seguridad, barrios blindados no sirven. Las comunicaciones cubren el planeta entero; el poder nuclear alcanza todos los rincones, incluso los más escondidos.
Hay un lugar adonde no llegan Internet ni los vectores nucleares: el interior de quienes se han apartado de la mente colectiva y buscan por sí mismos la vastedad de los mundos plurales. Este lugar espiritual, mejor dicho, el estado aristocrático del ser, está vedado a las masas, al hombre de todos los días que vive la civilización de las máquinas y la competencia humana. El Hombre Nuevo no compite con nadie, ni siquiera consigo mismo para alcanzar una meta de perfección: renuncia a cualquier logro y en esa Renuncia el Ser se manifiesta espontáneamente, con naturalidad. Esta es la Mística del Holocausto que predican las Enseñanzas. El Holocausto no es la guerra nuclear, unos contra otros, sino el despojamiento voluntario del ropaje de cada uno, acumulado en cientos de encarnaciones hasta que el Ser quede libre.
En las Enseñanzas del Maestro Santiago están las ideas fundamentales de la Mística de la Ceniza que cualquiera puede comprender y no es necesario estar afiliado a ninguna Religión, Orden o Secta para ponerlas en práctica. Por el contrario, las Reglamentaciones de grupos son un obstáculo para el natural desenvolvimiento espiritual del ser de la Raza Americana. Ahora, desde la expansión del Mensaje de la Renuncia hacia todos los sitios de la Tierra, el Camino es individual y el esfuerzo también. Se acabaron los intermediarios de cualquier especie entre el ser y su realización, esté donde esté en la trayectoria de su Camino, rápido o con dificultades, detenido e incluso con retrocesos, está en su Camino. Esto es la Realización. Si es fiel a sí mismo, desapegándose paso a paso, al final llegará a la Ceniza, es decir, la libertad espiritual.
José González Muñoz
Octubre de 2010