Reflexión N° 11 - El Imperio y el Hombre

Hemos señalado que el IMPERIO lo puede todo y lo quiere todo: nuestras vidas, nuestras familias, las naciones, la economía del Planeta, la moral y las tradiciones, los sistemas sociales, las iglesias, la intimidad de las personas, las riquezas de la Tierra. No tiene identidad; el rostro proteico blanco, negro, amarillo, con barbas, sin barba, con bigotes, que vemos todos los días en la cima de los poderes sectoriales corresponde a sus servidores. ¿Puede alguien por más fuerte que sea cambiar el estado de cosas establecidas?
Indudablemente, no. Las desgracias individuales y colectivas que hemos señalado varias veces, y que todos padecemos, se aceleran cuesta abajo hacia el abismo sin fondo, hacia el gran vientre insaciable del IMPERIO. La tragedia Judío-Palestina es una fatalidad sin esperanza, prototipo de la Humanidad moderna, y un adelanto cruel de lo que vendrá. Se pueden ver otras muestras horribles en la destrucción de las torres gemelas de Nueva York, en los bombardeos de Afganistán, y en las calles de Buenos Aires, San Pablo y México al caer la noche.

En la Reflexión anterior hablábamos del IMPERIO y el MAITREYA, un hombre, pero también un Dios, un Gran Iniciado Solar que ha encarnado para construir al nuevo ser, e iniciar la Sexta Subraza Americana. El IMPERIO está colapsando sobre sus despojos hasta que no queden vestigios ni memoria de lo que fue. El MAITREYA está haciendo su obra pacientemente, en la intimidad de sus discípulos fieles; es el más fuerte, porque le pertenece el futuro. Las Enseñanzas anuncian su obra; el Maestro Santiago es el Precursor del Redentor de la Humanidad, lo ha proclamado y sus palabras están en todas las naciones.

La Humanidad, la gran víctima de la locura homicida, está formada por hombres solitarios e indefensos. ¿Qué pueden hacer individualmente para sobrevivir en medio de la tempestad? ¿Cómo defenderse de la miseria generalizada, del despojo del FMI, de la corrupción de las autoridades, de la basura que diariamente difunde la televisión, de las huelgas del transporte y las escuelas, de los arrebatadores, del precio de los medicamentos? También los agentes son víctimas descartables: el otrora poderoso Boris Yeltsin ahora es un solitario frágil, contento con su licor; la Dama de Hierro Thatcher, sin poder, es una anciana esclerótica, indefensa; el ex Presidente Clinton deambula por ahí sin saber qué hacer, desprotegido en su banalidad.

a. Un Mundo Peligroso

Dice Santiago Bovisio en el Mensaje de Plenilunio de 1948 (Libro XIX, 2): “¡Sed Almas! ¡Vivid en el mundo como si no pertenecierais al mundo! ¡Sed extranjeros! El idioma de los hombres no es vuestro idioma, no son vuestros sus gustos y sus aspiraciones; tampoco lo son sus formas mentales”.

El Maestro no sólo anunció y describió esta época de destrucción y muerte, fin de la Quinta Subraza Teutónica, porque la vivía y la comprendía desde la primera Guerra Mundial hasta la conquista del espacio en 1962, sino que dejó el más completo sistema espiritual de nuestro tiempo, explicando todo lo que el hombre debe saber para sobrevivir en medio de la tormenta, desde la creación de los mundos, la historia de los tiempos, los métodos de meditación actualizados, la economía providencial, los estados múltiples del ser y lo que se necesita para tener paz interior. En esta Reflexión vamos a detenernos en algunos conceptos especiales que ayudan a transitar la crisis, como si éste no fuera nuestro mundo.

Hay varios Cursos que tratan directamente la situación del ser humano debatiéndose en medio de las agresiones de la sociedad moderna, y de ellos recomendamos particularmente tres: “El Sacrificio”, “La Meditación Discursiva”, y “La Renuncia en el Mundo y en las Almas”. El mundo que conoció el Maestro Santiago en Buenos Aires, donde vivía, cincuenta años atrás, es básicamente igual que ahora, aunque la aceleración de los tiempos ha incrementado la psicosis colectiva. De manera que sus Enseñanzas se aplican perfectamente a nuestra época y en cualquier lugar del Planeta globalizado. El IMPERIO es el agente, y el hombre es la víctima. El agente está sentenciado a muerte y no nos ocupamos de él; nos ocupamos de sus víctimas porque tienen medios para salvarse si lo desean y se esfuerzan.

El nudo del problema está en el hombre, no en las cosas, como ha sucedido siempre. Las Enseñanzas del Buda y el Evangelio de Jesús, actualizados, podrían aplicarse hoy. Ellos enseñaron que el apego, el ansia de posesiones, el enfrentamiento con los semejantes, el deseo de más placeres, más bienes, más seguridades, es la causa del sufrimiento, la disconformidad y las enfermedades del alma. Hoy, como ayer, el hombre padece porque no puede tener lo que desea, y si lo tiene, tiembla de miedo de perderlo, y ambiciona más y más. ¿No es esa la trayectoria de la instituciones y los seres humanos: crecer, competir, progresar, vencer a los adversarios, ganar la copa del mundo, ser Premio Nobel, conquistar el Oscar, realizar la película más taquillera, ser la mujer más hermosa, el hombre más rico …?

b. La no Participación

Si el hombre quiere vivir no debe participar anímicamente en ninguna acción de la sociedad perversa, y si actúa porque tiene familia, un trabajo, una carrera profesional, andar por la calle, lo de todos los días, deberá distanciarse de las cosas lo suficiente para que no peligre sus estabilidad, deberá desapegarse, trabajar por trabajar, quedarse quieto por dentro frente a lo agradable o doloroso que lo presiona. En la Argentina la gente sufre horriblemente en estos días por la falta de dinero, no sólo los desocupados, sino también los que tienen de sobra para vivir, pero quieren más. Se enferman y cometen desmanes; los más pobres asaltan los supermercados y revuelven los bolsones con basura; la clase media sale a la calle a los gritos golpeando cacerolas. Lo único que consiguen es más bronca, más psicosis, más miedo. Los poderosos se ríen y el FMI endurece sus exigencias. “¡Pero hay que hacer algo!”, gritan los desesperados.
Eso es lo que se viene haciendo en el país durante el último medio siglo: huelgas, protestas, golpes militares, represión, torturas, desaparecidos, y cada día estamos peor. Justamente, no hay que hacer nada, estarse quieto y distante, inmovilizarse en el espacio existencial en que cada uno se encuentra, permanecer en la no acción. Si a los graves problemas externos le agregamos la histeria, la disconformidad, el odio clasista y el ansia de posesiones todo terminará en el exterminio de la sociedad argentina. La crisis económica y social no la puede solucionar nadie; pero a la desesperación interna, privada, que tanto hace sufrir, sí se le puede encontrar remedio instantáneamente, poniendo distancia entre el alma y las cosas: la no participación, la inmovilidad, la acción sin apegos.

Todo hombre tiene un lugar en el mundo y en él está. La mayoría no es consciente de su posición, pero aquel que dice: “Este es mi lugar y aquí me quedo”, sea cual fuere, empieza a hacerse dueño de su destino. Los actos han llevado a cada uno a una cierta posición, y donde esté, ése es su lugar. Si lo adopta voluntariamente porque sí, porque lo ha decidido, ese sitio es el punto de partida de un Camino de realizaciones. Ya no quiere elegir más, ni desea otra cosa, no más aventuras, ni cambios; sólo permanencia, rutina, perseverancia y responsabilidad. Es su vocación. Es lo que Dios quiere de él porque lo ha elegido libremente para siempre. Es el Camino de la Renuncia en el mundo: desechar las fantasías codiciosas, alejar el ansia de posesiones despreocupándose de lo que no tiene solución, para concentrarse en la vida que tiene en sus manos, cultivada con desprendimiento.

c. Meditación

Como el tema de las virtudes pasivas en la inacción es difícil de explicar en pocas palabras (se recomiendan las Enseñanzas del Libro XXXV, “La Renuncia en el Mundo y en Las Almas”, capítulos 8, 9 y 10, trazaremos el esquema de una meditación afectiva sobre el desapego (ver Libro XV, 10). Se trata de un padre de familia normal, con trabajo corriente y todos los problemas de la crisis argentina, meditando.
Invocación: El meditante implora al Redentor Maitreya que lo ayude a solucionar los problemas propios y familiares, y los describe claramente en detalle, con total sinceridad, aún cosas materiales y económicas, que necesita.

Cuadro Imaginativo: Imagina que se encuentra atrapado en el centro de un cacerolazo escrachante, en medio de los gritos, las patadas, los gases lacrimógenos y los garrotes de la policía; quiere escapar, pero no puede, está rodeado por la multitud. De pronto recibe un balazo y cae herido en el suelo. Piensa en sus hijos y en su mujer.

Cuadro Sensitivo: Sentado en su habitación, pero imaginativamente tirado en la calle, siente que lo invade un rechazo muy grande a esa batahola peligrosa, quiere alejarse de la locura sin sentido, estar lejos, intocable, desapegado, inalcanzable, como si no perteneciera a ese mundo.

Propósitos: Todavía tirado en el suelo imaginario, y con el corazón ardiente de ira por la insensatez de sus acciones, se determina a distanciarse de las pasiones sociales, a desapegarse de lo que antes le parecía indispensable y que ahora comprende que son ataduras accesorias que lo esclavizan. Los propósitos han de ser sencillos, evidentes y útiles, que se puedan cumplir. Por ejemplo: Desechar en el hogar todo programa televisivo violento, pornográfico e inmoral. No participar en actos multitudinarios que embrutecen la mente, especialmente de los chicos, partidos de fútbol, festivales de rock, discotecas nocturnas. No malgastar el dinero en revistas de moda frívolas, libros vacuos, ni juegos de azar.

Consecuencias: Son muchas, interiores y exteriores, por el asunto que se ha elegido. Debe el meditante considerar que la experiencia que ha vivido con intensidad, es la vida de todos los días, y que puede culminar en una situación extrema irreversible, la muerte.

Meditar todos los días ayuda a sobrevivir en estos tiempos de transición, con el apoyo de las Enseñanzas del Maestro Santiago Bovisio.

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