Reflexión N° 105 - Jesús
No entiendo a Jesús. Como Gran Iniciado Solar sigue siendo impenetrable, pero su obra, o las obras que se inscriben bajo su nombre, al cabo de 2.000 años de militancia que le correspondieron históricamente fueron un fracaso total. Mírese a la Iglesia Romana en los estertores de su agonía y sus repugnantes abusos con los niños. Es inaceptable que los sacerdotes de distintas jerarquías, imagen y vicarios de Jesús, con enormes poderes sobre las almas, hayan llegado a estos crímenes. ¿Por qué no acataron su recomendación de atarse una rueda de molino al cuello y suicidarse en el mar, antes que escandalizar a los pequeños? Todos ellos son culpables, desde el Papa hasta el más vil corruptor, porque forman un cuerpo místico cerrado con karma colectivo. Así como las monjas vírgenes en otros tiempos sostenían la Iglesia, palabras de San Ambrosio de Milán, así los desnaturalizados la hunden en un pantano sin fondo. El mismo juicio se aplica a las diversas corrientes del Cristianismo, desde los Ortodoxos hasta los protestantes, con sus guerras interminables, la codicia del dinero y la explotación de los más débiles. ¡Qué razón tiene Maitreya en su comunicado al Maestro Santiago al declarar que la otra vez no logró sus objetivos redentores! Ahora vuelve triunfante y cada uno tendrá que conseguir la perfección por sus propios medios. La casta sacerdotal de cualquier religión ha fracasado como intermediaria entre Dios y las almas. Es mejor que cada hombre camine con sus propios recursos, aunque sean pasos muy cortos, porque acercarse a Dios es liberarse.
El Gran Iniciado Solar moderno, reencarnación de Jesús, ya es triunfador, como lo había anunciado: “Volveré triunfante” y la prueba más elocuente la tenemos en nuestras manos con las estadísticas que nos informa el servidor de Internet. Millones de personas en todo el mundo conocen su nombre y su misión, porque esta vez el programa empezó antes que su aparición pública al comienzo de la era de Sakib. No hay noticias de su persona y tal vez pasarán años antes que tal acontecimiento se produzca. Incluso el Maestro Santiago, en una de sus Enseñanzas sobre el Maitreya, insinúa que llevará una vida secreta, conocida por unos pocos discípulos. Su presencia física en la Tierra se hace sentir en todas partes, no sólo por la necesidad imperiosa de los idealistas por una palabra de esperanza, sino por el par de opuestos de la Obra, manifestado en los cataclismos que conmocionan al Planeta y a la Humanidad: inundación de Nueva Orléans, tsunami en Indonesia, terremoto en el sur de Chile, erupción del volcán en Islandia que paralizó a toda Europa durante una semana, y otras catástrofes del comportamiento que nos sacuden con una secuencia acelerada que asusta. La obra tansformadora de los Santos Maestros se manifiesta en todos los órdenes de la vida, destrucción y construcción, muerte y resurrección, sufrimientos y alegrías. Son integrales. A la muerte de Jesús, poco tiempo después los romanos destruyeron Jerusalem en el año setenta y sus habitantes fueron dispersados por el Imperio como esclavos (diáspora). Pero los judíos no aprendieron y ahora están arriba, sobre la cumbre de su línea recta irreversible, rodeados de pueblos enemigos que los odian y han jurado destruirlos de raíz, mientras febrilmente construyen un poder atómico.
Este Gran Iniciado Solar que tenemos no es un Maestro de Compasión como Jesús, sino un Maestro de Justicia, con otros métodos de liberación que ya está utilizando. No podrán crucificarlo como la otra vez, ni los judíos, nadie en el mundo: es un triunfador. Quiere decir que todos los hombres tienen la oportunidad de conocer sus ideas y ponerlas en práctica, sin intermediarios ni evangelizadores, estudiando gracias a la tecnología de las comunicaciones que llega a todas partes. Por más lejos que estemos, somos los pastores de Galilea escuchando al Maestro pronunciando las bienaventuranzas. Y éste es el comienzo, la antesala de la Obra que el Gran Iniciado está desarrollando en el mundo. Quedan fuera los detritus, las Iglesias, los traficantes de guerras y violencia, los androides; cuando llegue la hora de la muerte, llore quien llore, las almas fracasadas tendrán que irse. Por otra parte, los días y los años van seleccionando a los elegidos, los más aptos, los que se están capacitando para vivir el Mensaje de la Renuncia.
Algunos han insinuado que el Papa debiera pedir perdón públicamente por las atrocidades de sus sacerdotes, como anteriormente el Canciller de Alemania pidió perdón en el Muro de los Lamentos por el asunto del holocausto. Pero ésta es una situación distinta no sólo por el tipo del delito, sino por la responsabilidad de los autores. El Papa no tiene que pedir perdón a los hombres, sino a Dios, a quien la Iglesia ha ofendido gravemente con un pecado capital. Los domingos, en vez de dar una vuelta por la Plaza de San Pedro para recibir el aplauso de los turistas, debiera salir de la Basílica vistiendo un manto de penitente, descalzo, sin joyas, con la cabeza gacha, lentamente, seguido por el Colegio de Cardenales igualmente penitentes y descalzos, en fila india, y al llegar al centro del obelisco debe ponerse de rodillas y en su propio idioma alemán, el que hablaba cuando era un niño en Baviera, debe pedir perdón a Jesucristo por incumplimiento de responsabilidades en el gobierno de sus subordinados; el Papa es un sacerdote como los demás que tienen votos de Obediencia y Castidad, y en la legislación de la tradición eclesiástica no cumplirlos constituye un pecado grave que debe ser expiado públicamente. Los presentes en la Plaza también se arrodillarán pidiendo compasión al Maestro de Justicia, ahora es Maitreya, y tienen más posibilidades de ser escuchados. Luego, humildemente y con la mirada baja, regresarán a la Basílica, cerrarán las puertas y no saldrán hasta el proximo domingo permaneciendo en oración. Así, un año, dos años, los que sean necesarios para la depuración de la Iglesia. Y todos los depredadores de niños que descubran, en la confesión conocen a todos, extirparlos sin piedad del cuerpo místico. Aunque queden unos pocos, siempre será mejor que un ejército de sacerdotes corruptos que siguen a Satanás antes que a Jesús.
El error está en la estructura de la Iglesia, desde la raíz, cuando San Pablo organizaba las Sinagogas a nombre del Redentor. Jesús no tuvo tiempo de organizar una institución si tal hubiera sido su proyecto; dejó unas normas de comportamiento que fueron registradas por algunos discípulos tiempo después de su muerte. Incluso el sacerdocio brotó siglos más tarde con la oficialización de Constantino. Desde entonces hay dos tipos de Humanidad cristiana: los hombres comunes que necesitan un personaje autorizado para lograr la salvación en el Paraíso y los privilegiados que otorgan esa liberación. El poder de redimir propio del sacerdote católico se otorga por medio de rituales y juramentos, a perpetuidad, independiente de la calidad y condición del oficiante. Esta situación jurídica se prolongó durante siglos de oscurantismo dogmático hasta nuestros días, pero ya no tiene eficacia; los hombres saben leer y escribir, escuchan otras doctrinas, estudian en las Universidades, eligen lo que quieren, pueden recurrir a los tribunales de justicia como ocurrió en Massachusetts y California.
Algunos medios han salido en defensa del Papa argumentando que se trata de un ataque personal y que los pederastas están en todas partes. Organizaron una reunión multitudinaria en Semana Santa apoyando al Pontífice, como en cualquier república bananera donde las masas salen a la calle para defender al presidente de turno. Si para esos organizadores el problema es una cuestión de popularidad no tienen por qué preocuparse; con estos escándalos Ratzinger aparece diariamente en los periódicos y las iglesias experimentan un aumento de concurrencia los domingos donde ruegan por él. Berlusconi con sus escándalos sexuales tiene más seguidores que antes. En una Humanidad que se precipita al abismo en todos los órdenes de la vida, desde las guerras a las convulsiones económicas, desde la pornografía a la drogadicción, estos sucesos son espectáculos que la gente sigue todos los días con naturalidad para entretenerse, como los campeonatos de fútbol. En los diarios de las últimas semanas de Argentina, frecuentemente el centro de la primera plana es una gran fotografía de los protagonistas del último partido, con gestos teatrales de risas y llantos. Fueron entrenados para estas ficciones de los mediocres. En las páginas del centro, sin fotos, el comentario repetido sobre los problemas de la Iglesia.
Estamos en el centro de la crisis existencial que vive la Humanidad cuando una civilización desaparece y otra nueva la reemplaza. Siempre es cruel. Para comprender la magnitud del cambio entre el monoteísmo y la pluralidad de los mundos nacientes, relatamos algunas de las experiencias que viven los niños que nos visitan en las montañas de Mendoza, para soñar y ser felices.
Aquí, en la Aldea de los Niños, situada en La Isla de Las Vegas cerca de Potrerillos, vuelven las escuelas primarias de Mendoza con sus alumnos para vivir la naturaleza en su estado puro y aprender lecciones de ecología real. Ya hemos hecho estas experiencias educativas en años anteriores, desde 1.988 hasta el 2.000 con chicos que vinieron por uno o varios días de Buenos Aires, Santa Fe, Santiago de Chile y Mendoza. Miles de niños corrieron por los cerros buscando materiales para luego construir maquetas con proyectos futuribles: un pueblo acuático, un refugio en la montaña, un solarium para niños asmáticos, etc. El comportamiento fue siempre excelente y jamás escuché una grosería ni un gesto agresivo unos contra otros. De entrada se les explicaba y comprendían que podían aprender cooperando, no compitiendo. Para construir una maqueta dividían las tareas en grupos pequeños; unos hacían montañas nevadas, otros un arroyo de agua real que vertía desde lo alto (con polietileno), caballos, ovejas, vacas y campesinos trabajando; en el taller hacían y pintaban casitas pequeñas, con jardines, flores y árboles. Nunca hubo una queja contra la Aldea ni contra la Escuela visitante. Ahora vuelven otros chicos y otras maestras, pero al paisaje, el método y las leyes de respeto mutuo entre maestras y alumnos son los mismos.
¿Cuál es la clave de esta propuesta de convivencia? El niño sabe de antemano que viene a aprender todo el tiempo que está en la Aldea, en la clase, los paseos, el comedor y que las maestras les enseñan continuamente como sentarse a la mesa, formar un grupo de trabajo, subir a los cerros sin agotarse, saber hablar bien, no hacer daño, no ensuciar. Cuando un niño comprende lo que está haciendo, lo hace muy bien, con alegría.
En segundo lugar, a los chicos nunca se los debe tocar, ni siquiera para expresarles cariño. La distancia es el mejor instrumento de la sociabilidad compartida. A los niños no les gusta el contacto físico con los mayores y si son pequeños rechazan esa mala costumbre. No hace falta el manoseo para demostrar un afecto; con palabras, la mirada, la atención a sus necesidades, saber escucharlos con respeto, cuidarlos a distancia, quererlos, de esa manera reciben el cariño que les podemos ofrecer. Necesitan espacio a su alrededor para aprender y poder ejercer la libertad que por su edad ejecutan sin trabas. En la Aldea los niños construyen en miniatura con elementos naturales sus proyectos de futuro y se construyen a sí mismos, hombres del futuro.
José González Muñoz
Mayo de 2010