Reflexión N° 10 - El Imperio y el Señor Maitreya
Cada día es más insistente el uso de la palabra Imperio, dominando la situación internacional desde el primer año del nuevo siglo, con referencia a lo que antes se llamaba globalización, hegemonía, superpotencia y otros apelativos similares. Y como todos los habitantes del Planeta nos encontramos sumergidos en la ominosa oscuridad que provoca, nos guste o no, es importante esclarecer sus desmanes a la luz de las Enseñanzas del Maestro Santiago.
La palabra Imperio ha corrido a lo largo de la Historia desde los más remotos tiempos (Imperio Romano, paradigma de ese poder, Sacro Imperio Germánico, Napoleónico, Británico, Ruso y muchos otros), con diferentes significados y dimensiones. En todos hay dos factores comunes e indispensables: mucho dinero y abundantes ejércitos.
Pero los poderes políticos, financieros y militares actuales son muy diferentes a la época de Julio César, o de la Reina Victoria en el siglo XIX, y no es correcto ahora utilizar antiguos conceptos que explicaban muy bien los fenómenos históricos de esos tiempos, cuando la flota inglesa recorría los mares del mundo bajo su control y no tenía competidores. Hoy el poder atómico, tipo “over kill”, está repartido equitativamente entre Estados Unidos, Rusia y China; cualquiera de ellos puede destruir a sus enemigos en pocas horas, y a toda la Humanidad si se les antoja. ¿Dónde está el Imperio, entonces? Existe, y hace notar su presencia; pero es diferente a los anteriores.
La imagen que más se acerca al actual Imperio del Tercer Milenio, es esa vaguedad ideológica e informal que se presenta en la película “La Guerra de las Galaxias”. Ambos han nacido en Norte América y reproducen la confusión política y mental de sus dirigentes. Extraordinariamente ofensivos y siempre dinámicos, no saben presentar ante la opinión pública mundial la más elemental explicación del por qué de sus acciones. Iniciaron la “Guerra Infinita” atacando con fuerzas abrumadoras a un país lejano y precario para capturar a un hombre desconocido; no lo descubrieron ni lo mataron, y se están retirando del país que han destrozado sin mayores explicaciones, renovando sus amenazas con armas atómicas a otras naciones, mientras el resto del mundo sigue en la incógnita sin saber el por qué de sus acciones, y cuáles serán los próximos pasos.
Como en la película citada, se mira un espectáculo. Pero el Imperio, aunque indefinido, es real y mortífero, y está atrapado en las fuerzas destructivas que se han puesto en acción al finalizar la Quinta Subraza. La Era de Acuario, llamada también Americana, ¿tendrá que comenzar de cero?
a. Visión del León y el Oso
Una de las más impresionantes profecías sobre nuestro tiempo la comunicó el Maestro Santiago en 1955 en un Retiro a la Comunidad de Embalse (El Camino de la Renuncia, XVIII, 15, 28). “Recuerden los Hijos la visión del león y del oso. Sobre una alta meseta, al borde de un abismo, una gran leona estaba frente a un oso de tamaño enorme, y con artes femeninas (diplomacia) procuraba atraerlo. Cuando ya lo tenía casi ganado procuró herirlo en el cuello, y al no lograrlo intentó hacerlo en el vientre. El oso, al sentirse rozar se dio cuenta, y con sus potentes garras destruyó el pescuezo de la leona; pero fue tanta la violencia del golpe, que ambos cayeron al profundo abismo: las dos grandes potencias serán destruidas. Pero una parte de la Humanidad se salvará”.
Con el Sistema de Defensa Estratégica y un gigantesco presupuesto militar, el Imperio cree que tiene ganada la situación, aunque en la meseta peligrosa donde combaten las dos fieras, hay que agregar al dragón chino para que los personajes estén completos. El montaje es perfecto y sólo falta un toque para que las fuerzas preparadas se pongan en acción. ¿Dónde? Puede ser en cualquier parte: Palestina, un ataque nuclear a Bagdad o Nueva York, un incidente entre submarinos rivales, o cualquier acto no previsto, tipo “Torres Gemelas”. Sobre esto se ha escrito y filmado mil veces.
El Imperio no puede detenerse. Es la potencia más fuerte, pero quiere ser única, suprema, sin rivales. Está en la naturaleza misma del poder cuando llega a esos niveles. China está creciendo a un ritmo del 10 % anual, mientras Estados Unidos está estancado. Rusia es imbatible militarmente. Las naciones del mundo reaccionan ante el poderoso competidor. La definición de Imperio es “capacidad de mandar”. Por lo tanto, no negocia, no dialoga, no tolera. Las Naciones Unidas, la OTAN, los tratados internacionales firmados, le resultan inadmisibles y no los respeta, o los denuncia: Protocolos de Kyoto, Limitación de Armas Atómicas, Tratados de Libre Comercio, etc. Las amenazas contra las “siete naciones del mal”, aunque parezcan ridículas, van en serio. El equilibrio del poder se vuelve inestable y peligroso. Y siempre está muy cerca la tentación que empujó al Presidente Truman a bombardear atómicamente al Japón. Nadie debe cuestionar la hegemonía del Imperio; él se empuja a sí mismo sin saber a dónde va ni qué es lo que quiere, porque es una fuerza irracional irrestricta, sin limitaciones.
b. Imperialismo Global
Las potencias que se enfrentan son agentes de un PODER superior, invisible, totalitario, absoluto. ¿Dónde está el comando del poder financiero que maneja la economía mundial? En ninguna parte. ¿Quién desató la actual guerra antiterrorista: Bush o Ben Laden? ¿Donde está Ben Laden? No se sabe. ¿Quién puede resolver el problema de Palestina? Nadie. Lo mismo puede decirse de los grandes males que aquejan a la Humanidad: la amenaza atómica, la drogadicción, el analfabetismo, la pobreza extrema, y otros; han superado la masa crítica y se han vuelto automáticos, siguiendo sus mecanismos internos hasta que se consuman en los incendios finales. Ese PODER por encima de los otros poderes, que no tiene nombre, ni rostro, ni un lugar determinado, ni una ley, es EL IMPERIO que está oculto en las sombras, ocupando planetariamente los espacios y los tiempos de la antigua raza que termina. Los otros Imperialismos, visibles y gritones, son sus esclavos.
El Maestro Santiago anuncia cosas terribles sobre el poder atómico y la responsabilidad de los hombres (El Camino de la Renuncia, XVIII, 15, 22 y siguientes): “Pero ese hombre-niño usó esa fuerza para la muerte y la destrucción; tomó en sus manos el poder que Dios le había dado para nacer a nueva vida, y se creó con él un karma de muerte desde el principio. Tiró una piedra que ya no se puede detener: tendrá que caer. El destino de la humanidad es perecer: destrucción y muerte”.
Al terminar la Quinta Subraza concluye un periodo de la evolución humana de 24 milenios, que empezó en la Guerra de los 1500 años y está finalizando simétricamente con una nueva destrucción general. Los sabios afirman que los Dioses jamás intervienen en el karma de los hombres. La piedra arrojada está cayendo, no sobre una o dos naciones, sino sobre la Humanidad, porque la ciencia que edificó ese poder la practicaron todos. Si se quiere construir un mundo nuevo, mejor, más feliz, es necesario olvidar el pasado. Cuando los Atlantes fueron derrotados, también quedaron destruidos sus conocimientos y sus poderes: el rayo de la muerte, los monstruos de hierro, el arte de manejar a los elementales, las máquinas voladoras y toda esa ciencia del mal que los magos controlaban y utilizaban para esclavizar a los hombres. Ahora, en una operación de cierre, si queremos un mundo feliz, deberán destruirse las máquinas y el conocimiento para fabricarlas, borrar de la memoria las fórmulas básicas, dejar la mente en blanco. De los Magos Atlantes no quedó nada, el cerebro humano se modificó y la Humanidad perdió la visión astral, pero se salvó de un terrible mal. Ahora vamos a perder muchas cosas, pero cuando todo haya pasado, descubriremos la maravillosa dimensión de la vida interior: otros paisajes, otros afectos, otras conquistas, otros mundos.
c. ¿Qué puedo hacer?
Las Enseñanzas que se transcriben, las incógnitas que se han planteado, las amenazas que se vierten públicamente, la difícil situación mundial, la presencia del Redentor Maitreya, todo desemboca en la encrucijada de la vida real: ¿El hombre solitario, perecedero y con muchos temores, individualmente qué puede hacer?
El Maestro Bovisio dice que “el Renunciamiento es el único camino de salvación, y no hay otro” (El Camino de la Renuncia, XVIII, 1), 5). Este axioma se reitera a lo largo de los 37 libros de su obra, sin desviarse ni contradecirse. ¿Qué es la Renuncia? ¿Cómo se logra? Las Enseñanzas constituyen el más completo sistema ascético místico de la Doctrina, adaptada a los tiempos nuevos y a la situación de crisis del cambio de subrazas. Fueron escritas para seres concretos y tangibles, sus propios discípulos vivientes, y, por expansión a todos los hombres concretos y tangibles del mundo, en cualquier lugar donde estén. Sus puntos clave son:
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Están dirigidas al ser individual, cualquiera sea su estado social, raza, sexo o edad.
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No enseña a adquirir ningún bien mental, psíquico, energético o de poder, sino a desprenderse de los que ya tiene y lo determinan.
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No adiestra ni capacita en algún sector, físico o espiritual; ilumina, conduce a la libertad interior.
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Frente al Poder Imperial que lo tiene todo y lo puede todo, en una civilización que se desploma sobre sus pavesas, el hombre de Renuncia permanece en estado de simplicidad, apartado, junto al Maitreya que lo convoca a una vigilia permanente hasta que despierte la aurora de la Nueva Era.
Si se estudian las Enseñanzas, se comprobará que son sencillas y accesibles para cualquier nivel cultural; el estudiante, cuanto menos sepa de ejercicios ascéticos, mejor; tendrá que olvidar menos. El secreto del Camino de la Renuncia está en la práctica de las virtudes negativas, aquellas que brindan un amplio espacio de libertad por la “no acción” (Libros II, XI, XXIX y XXXV).
EL IMPERIO está en su esplendor final; reúne a todas las naciones del mundo bajo su única voluntad. El desorden y las guerras que se manifiestan en diferentes partes son el resultado de sus contradicciones finales. Ocupa el pasado y el presente en todo el sistema terrestre; pero no el futuro, que está en manos de los Dioses. Como toda obra creada por los hombres, está agonizando.
El Gran Iniciado Solar Maitreya también está aquí, silencioso, inmóvil, irradiante, llamando a los suyos con la fuerza de su amor. Le pertenecen el presente y el futuro.