Relato N° 37 - La Invasión de los Robots

La invasión agresiva de los robots había comenzado antes que se narraran los acontecimientos de los últimos Relatos, debiéramos precisar desde la Asamblea de Plenilunio Mundial realizada en la ciudad marítima de Hiperbórea que hemos presentado en el Relato Nº 19, ante la presencia de Sanat Kumara, Michaël, Rey del Mundo. Mucho tiempo atrás, al final de la civilización, en el siglo XX d.C., los robots hicieron su aparición en sociedad después de la Segunda Guerra Mundial, primero en fábricas, laboratorios y fuerzas armadas; más tarde en la vida cotidiana bajo formas diversas, televisión, juegos electrónicos, comunicaciones, vida íntima del hogar. Siempre mostraron la tendencia totalitaria de ocupar todos los espacios, dicho siniestramente, los nichos. Aliados inseparables del dinero, al cual aparentemente sirven, reemplazan la vida. Los robots y sus parientes electrónicos, aunque se publicitan que son inteligentes, no lo son; son astutos, no tienen alma ni sentimientos, son prolongaciones de la codicia de sus diseñadores, perversos como ellos. Reemplazar la vida con simulacros es satánico y marca la característica relevante de la sociedad del siglo XXI d. C. Los robots y sus semejantes artificiales no desaparecieron en la Tercera Guerra Mundial Atómica; sus pautas fundamentales encontraron nichos seguros y sobrevivieron a través de los siglos, evolucionando lentamente hasta alcanzar una completa independencia del concurso humano. Autónomos, con capacidad de multiplicarse por sus medios, se refugiaron en las profundidades del mar, en grandes burbujas sumergidas y allí esperaron el momento propicio de volver para cumplir los sueños de sus creadores: apoderarse de la Tierra sin competencia. Éste es el momento de los Relatos y el escenario de mis crónicas sobre el poder del Amor Divino.

Como ya hemos adelantado, los robots del mar fueron ocupando las islas de Oceanía por millares, exterminando androides, quimeras, trasplantados y derivados de la especie humana, por más alejados que parezcan. Conservaban las especies de los reinos animal y vegetal tal cual se encontraban, pero no los sub humanos. En esos lugares no habitaban Acuarianos que se refugiaron en los continentes, sin contacto con las especies destinadas a desaparecer. No es importante describirlas, porque son iguales a las del siglo XXI d.C. y lograron sobrevivir al holocausto atómico, sin progresar, degradando lentamente. En esa época, las únicas especies con futuro fueron los robots de inteligencia artificial y los Acuarianos que asimilaron las leyes de la Renuncia.

Mientras Adelphi Rake y Rore organizaban algún tipo de resistencia en la costa superpoblada y las caravanas del Loto Blanco se internaban en los desfiladeros de Asia Central, poniendo distancia, los robots del mar invadieron el continente penetrando por los ríos sin ninguna oposición. El agua era su medio y se desplazaban en burbujas elásticas con movimientos ondulatorios semejantes a las mantas, produciendo potentes descargas eléctricas. En una semana avanzaron mil kilómetros, destruyendo ciudades y puertos. Detuvieron la ofensiva fluvial que se extendió desde Manchuria hasta la península malaca; las burbujas se abrieron y descargaron en tierra millones de robots de formas, dimensiones y funciones letales, tantas como la imaginación perversa de los constructores de armas puedan llevar a la práctica. Se desplazaban con movimientos simples, ondulando como reptiles y ápodos, lentos y sin detenerse jamás hasta alcanzar sus propósitos. Al encontrar un objetivo estallaban, producían descargas eléctricas, inyectaban venenos, lanzaban gases, proyectaban gérmenes patógenos a la especie humana. En pocas semanas, un inmenso territorio fue ocupado por los invasores, los robots inteligentes. La población autóctona desapareció. Unos pocos habían huido detrás de las avanzadas. Los Acuarianos se refugiaron en naves aéreas y se desplazaron al oeste, preparando una segunda línea defensiva y movilizando a toda la población, con los pocos medios que disponían, aprendiendo de las experiencias.

En esta segunda etapa escogieron una cantidad selecta de hombres y mujeres jóvenes de las escuelas militares que hemos descrito y sabían combatir; los condujeron a lugares altos de las montañas, por encima de los tres mil metros, donde había monasterios Acuarianos y tenían organizados modos de subsistencia. Muchos eran secretos, pero abrieron sus puertas y los acogieron. Como antiguos Samurais y Templarios se convirtieron en monjes guerreros. Consolidaron cientos de castillos, bien fortificados, con murallas radiantes y fosos insalvables para los invasores que reptaban. De los castillos partían expediciones punitivas que limpiaban los territorios que estaban a su alcance y donde se refugiaban los androides que podían escapar. Las regiones altas de Asia nunca fueron ocupadas por los robots; como en la época antigua, fueron un refugio en tiempos duros.

El poderío de los autómatas con inteligencia artificial era tan vasto que seguían invadiendo nuevos territorios. Su arsenal robótico parecía inagotable y las profundidades oceánicas los comunicaban con todos los rincones del Planeta. Pero los Maestros Acuarianos se habían movilizado globalmente. He aquí sus programas.

En primer lugar, frente a la agresión de los robots, enviaron naves aéreas con Iniciados del Fuego experimentados para organizar la defensa del continente, que hemos descrito en los últimos relatos. Luego establecieron barreras de alta radiación protegiendo las zonas vitales del Planeta: 1º. Alrededor de Hiperbórea, la ciudad polar, una barrera que penetraba en el mar hasta el lecho del Océano. 2º. Otra semejante alrededor de la Antártida, también en aguas marítimas. 3º. Dos barreras de menor potencia que partiendo de los polos protegen el Continente Americano por los Océanos Atlántico y Pacífico. 4º. Una que partiendo de Hiperbórea atraviesa Europa por los Montes Urales, cruza el Océano Índico y se une con la barrera antártica. Para lograr estas gigantescas obras radiantes, movilizaron a todos los Acuarianos de Occidente, calculados en un millón de Iniciados en mayor o menor grado, desde Sumos Sacerdotes de centros energéticos, Huechulafquen, Cañón del Colorado, Hoggard, Teotihuacán y otros secretos muy poderosos, hasta discípulos principiantes de las llanuras. Todas las naves, aéreas y navales fueron dedicadas a la defensa. Los Acuarianos, formados en la Ley de la Renuncia, no luchan contra enemigos externos; los resisten, los inmovilizan con sus propias fuerzas internas, no poseen armas, sino la capacidad de resistir hasta que llega la hora de la victoria. Es una resistencia activa, de poder, de saturación del adversario hasta que éste cede, abandona la agresión y desaparece. Es la fuerza de la Nueva Raza, contraria y superior a las guerras de los Arios. Pero la inteligencia artificial de los robots fue desarrollada por Arios, creció sin límites empujada por el ansia de dominio universal y se puso en movimiento, como los míticos Ángeles Rebeldes de Luzbel, como los Magos Negros Atlantes. La Inteligencia Artificial, nacida junto a la Nueva Raza, quiso ser única, independiente, solitaria e inició una guerra planetaria para exterminar a los Hijos de la Llama. Es lucha humana. Los Dioses no intervienen. Michael observa.

La Inteligencia luciferina alcanzó sus primeros objetivos rápidamente, ocupación de la mitad oriental de Asia y Oceanía y fueron detenidos en los desiertos y las montañas donde se había hecho fuertes los monjes guerreros en castillos bien defendidos; pero en las ilimitadas regiones de los océanos y sus profundidades desplegaron sus movimientos estratégicos de ocupación total. Hasta entonces habían utilizado una pequeña parte de sus efectivos, con éxito porque no encontraron oposición en los androides y quimeras que perecieron por millones. El grueso de sus fuerzas anfibias no fue utilizado y esperaban, sumergidas en fosas profundas del lecho marino, la señal de ataque, desde muchos años atrás. Las unidades, grandes, complejos y poderosos porta robots, estaban programados para actuar en el momento indicado, como los aviones sin piloto y los misiles crucero de la antigüedad, en solitario o formando batallones. Una vez activados en acciones de combate sabían cómo proceder frente a cualquier obstáculo, cambiando tácticas, procedimientos y tipo de armamentos. Cada uno de estas burbujas oceánicas contenía millares de robots que podían salir y regresar bajo órdenes de ordenadores internos, como los antiguos porta aviones. Constituían las únicas armas del Planeta y no existía otro ejército que se le opusiera. Los defensores de la Tierra eran Americanos cuyas fuerzas eran ellos mismos y sus Cuerpos de Fuego.

Las grandes burbujas se activaron en todas partes a una señal de la Inteligencia Artificial desde el comando central situado en el Océano Pacífico al Oeste de Hawai, una esfera gigantesca que emergió a superficie para mejorar las transmisiones. En poco tiempo penetraron en el continente americano por los ríos Amazonas, Paraná, San Francisco, Misisipi y los demás, sin encontrar oposición; en las riberas descargaban sus contenidos de robots reptantes destruyendo los asentamientos androides que encontraban a su paso repitiendo la ofensiva exitosa de Asia. Los Acuarianos esperaron que los invasores hubiesen penetrado profundamente. Entonces, desde sus platos voladores cerraron las salidas con poderosas barreras de alta radiación que paralizaban las burbujas y las desarticularon. Inútiles como medusas muertas, flotaban aguas abajo y derivaban mar afuera hasta que se hundían o varaban en la resaca de las playas. Los robots que quedaron abandonados en tierra poco a poco perdían energía y deambulaban sin objetivos; las barreras de alta radiación interferían las comunicaciones. Así como el cambio en el eje magnético de la Tierra durante la Guerra de los 1.500 años entre los nacientes Arios Teutónicos y los Magos Negros Atlantes descontroló a los monstruos de acero manejados por elementales y caían al suelo, así la radiación de los Cuerpos de Fuego de los Acuarianos desarticulaban los software de los autómatas que cometían errores, incluso peleaban entre sí y se destruían unos a otros.

Entonces los Iniciados del Fuego descendieron de sus naves y desarmaron los robots que encontraban y los enterraron en grandes fosas que rellenaban con tierra para que la gramilla volviese a crecer en todas partes. Por supuesto esta labor, que demandó muchos meses y el concurso de todos, excede la narración de este relato; la síntesis del enfrentamiento está dicha. Pero la Inteligencia artificial no estaba vencida. Guardaba sus secretos más peligrosos y ocupaba la mitad del Planeta. Desde su Comando Central en las profundidades del Océano Pacífico reordenó sus fuerzas armadas, todavía poderosísimas, y comprendiendo que su medio de acción eran los mares, cambió de estrategia y se lanzó a fondo contra las poblaciones Acuarianas flotantes, especialmente la hermosa y principal Hiperbórea en el Polo Norte. Pero este es asunto de un nuevo Relato.

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