Prólogo

Néstor, estimado amigo:

Hoy es domingo, 12 de marzo de 2007 y el tiempo está espléndido, soleado, sin nubes, radiante a las 11 de la mañana, sin viento y muy silencioso. Hasta el Niño está quieto, descansando en el pasto, después de la centinela nocturna en las dos entradas del chalet. Las reinas margaritas están decayendo después de una floración a pleno y son reemplazadas por sus hermanas amarillas, que se extienden hasta el borde del prado; Marta las plantó por cientos y prosperan sin cuidados especiales: sólo quieren agua. Están en la mesa de Don Santiago. Las corto en todas partes porque, me digo, quieren estar junto al Maestro; por eso son tan lindas. Me siento particularmente feliz y, por tal motivo, quiero escribirle esta carta personal, haciendo una síntesis de nuestra tarea.

El origen del Mensaje de la Renuncia se remonta hasta Om Hes, en la sede de la Orden del Fuego de la dimensión espiritual, mucho antes que naciera Santiago Bovisio. Él encarnó para plasmar la Doctrina de la Renuncia, adaptada especialmente para el Hombre Americano de la Nueva Raza, asistido por otros Maestros, como Savonarola y discípulos antiguos que vinieron para acompañarlo. El Maestro construyó muchas obras para cumplir su misión, colegios, sociedades civiles, la Orden Cafh y, especialmente, escribió las Enseñanzas. Después de su muerte, las obras desaparecieron o fueron deformadas por diversas causas, menos las Enseñanzas que se conservaron. Ayer usted me dio la noticia por teléfono que las Enseñanzas Canon, impresas idénticas a las matrices, están en el lugar apropiado, la oficina blanca, con olor a tinta todavía, listas para ser distribuidas por el mundo. La Enseñanza es invisible, permanente y llega a todos los hombres según la capacidad de cada uno, es una gracia de la Divina Madre. Las Enseñanzas son el soporte físico de la Enseñanza oral, están escritas, impresas y expandidas por Internet. Son obra de los hombres y nos ha tocado a nosotros expandirlas y difundirlas, como está ocurriendo. Esta etapa, de la cual somos responsables, está concluida; sólo nos queda administrarla para que siga fluyendo sin problemas. Las variaciones que puedan tener de ahora en más, no son relevantes y estarán marcadas por los vaivenes del tiempo histórico y los humores de las personas. Llegados a este punto, creo que mi colaboración con las Reflexiones están demás y hay que dejar lugar a otros con diversos puntos de vista que movilicen las ideas. Yo, por mi parte, abro un nuevo cauce de esclarecimiento con los Relatos Acuarianos que estoy adelantando.

Los Relatos Acuarianos pertenecen a un género literario reconocido con muchos antecedentes y que Don Santiago practicó algunas veces en trozos breves: cuentos de anticipación, mitad profecía y mitad ficción. “Cuando no se puede explicar, hay que relatar”, dice Humberto Eco y lo hizo en “El nombre de la rosa.” También Bradbury en “Crónicas marcianas”. Borges tiene varios cuentos: Ruinas Circulares, El Inmortal, otros. Los Relatos Acuarianos se sitúan 10.000 años delante de nuestro tiempo, en la plenitud de la Raza Americana, cuando quedan pocos rastros de la civilización que conocemos, el hombre transformado integralmente. Simétricamente, observemos 10.000 años atrás, cuando desapareció la Raza Atlante con sus civilizaciones y el Hombre Ario Teutónico, al iniciar esa Era, volvió a la edad de piedra, aunque llevaba el nuevo instrumento del progreso, la razón. Con la razón hizo la civilización moderna, aunque ya no puede seguir más adelante. Las Enseñanzas describen al Hombre Nuevo con otros instrumentos de conocimiento que nos cuesta describir y desarrollar porque están tapados por detritus de la vieja civilización. Si logramos apartar esas escorias, veremos la realidad del hombre acuariano. Para lograrlo, nos valemos de la anticipación, dejando al descubierto los temas fundamentales de la nueva raza y avanzamos 10 milenios, cuando la actual civilización ha desaparecido.

En mis relatos, la Humanidad está dividida: los Americanos que han superado exitosamente la barrera radiante del Maitreya, conquistando la Ley de la Renuncia, y los otros, inmensa mayoría, son las masas descendientes de los que hoy ocupan todos los espacios religiosos, culturales, políticos. Esa mayoría que medra detrás de la barrera radiante, se subdivide en muchas especies infra humanas: androides, locos, drogadictos, piqueteros, robots, barras bravas y todo lo que se quiera. El interés de los relatos reside en el desencuentro de los dos modelos: los que no tienen mente, minusválidos, en las ruinas de las ciudades, enfermos, sin máquinas. Los Americanos con mente intuitiva viven comunitariamente en lugares consagrados, como el Templo de Amón; han conquistado los dones anunciados en las Enseñanzas: clarividencia, viajes astrales, auto sanación, y medicina energética entre otros.

Los relatos están escritos en primera persona, soy yo que viajo en peregrinación por América y me encuentro con los sin mente, más o menos como ahora, cuando viajo hasta Mendoza para cobrar la jubilación y estoy esperando entre los jubilados, me roban en la calle, camino por veredas rotas oliendo la hedionda basura de las acequias. Conozco el viejo mundo porque es actual, lo padezco en el supermercado y en la televisión. Conozco el nuevo mundo porque lo veo en las Enseñanzas. Por el arte de anticipación, las cosas están claramente separadas, no mezcladas como ahora. Por cierto que en mis relatos los Americanos con mente ganamos la batalla, y los androides desaparecen en la corrupción, guerras civiles y degeneraciones.

Yo espero, Néstor, que de esta manera, podré llegar con más claridad a la gente, incluso las más cercanas que tienen mezcladas las ideas en la cabeza, como se quejaba Don Santiago en sus comunicaciones: “Si se les tomara un examen se vería que confunden las cosas, que no conocen la Doctrina.”

Como esta peregrinación es imaginaria, pero muy fuerte en mi interior, saldré, como ya lo hice, del chakra magnético sudamericano en el interior del volcán Lanín, como el antiguo Kaor y su escuela de conocimientos, voy caminando hacia el Norte, he visitado lo que queda de Mendoza, todavía carenciada de yodo, he encontrado a los sobrevivientes de la Comunidad de Embalse que todavía mantienen la observancia y en estos momento estoy en la ciudad de los cromañones, inmensa villa miseria acuática y pantanosa. Tengo que subir por la cordillera hasta el Norte y encontrarme con otros Americanos en el Gran Cañón del Colorado. Luego, tal vez, llegue hasta el Polo Norte y bajaré por Europa y Asia, visitando los Centros Magnéticos del Planeta hasta retornar al Templo perfecto. El final me lo reservo, porque no sé si, físicamente, llegaré.

Bueno, Néstor; me siento libre para escribir estas maravillas. Además, la historia del hombre es más fantástica en la Tierra y en el Cielo que estos pobres Relatos.

Un gran abrazo.
José

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