Relato N° 19 - Hiperbórea, la Ciudad del Polo Norte
En el año 10.000 de la Era Americana, tiempo de estos Relatos de Anticipación, cuando ha transcurrido la mitad de las etapas de la Raza, Acuario, Capricornio, Sagitario, Escorpio y Libra, los cambios en el planeta Tierra y en la Humanidad son impresionantes: se produjo la Guerra Nuclear que destruyó la civilización, los hombres Americanos educados en la Ley de la Renuncia reconstruyeron la Naturaleza en sus formas originales, desaparecieron las ciudades antiguas, no hay instrumentos externos ni máquinas, los hombres desarrollaron sus fuerzas internas latentes y empezaron a vivir armoniosamente. El Planeta está unificado bajo la conducción directa del Gran Iniciado Solar Maitreya y sus discípulos. Se han encendido dos centros globales sincronizados: uno en el Polo Norte, Hiperbórea y el otro en el Polo Sur, Urania. La Humanidad está distribuida en todos los continentes, incluso en los Océanos, en la medida y dimensiones apropiadas al medio, sin provocar tensiones ni competencias, generalmente en aldeas, pueblitos y el campo libre. No existen dinero ni comercio. Tampoco se necesitan escuelas ni colegios; la gente no lee ni escribe; se comunica directamente. Sabe por intuición.
¿Qué es la Tierra en el tiempo de los Relatos? Lo que siempre fue: un organismo vivo o, si se prefiere, una máquina analógica al servicio de la Humanidad produciendo y protegiendo vida. Durante las etapas de la Raza Aria, los hombres conquistaron la materia con sus propios recursos; también conquistaron la Tierra a un costo muy elevado, casi la auto destrucción. En el comienzo de la Raza Americana y la guía del Maitreya se produce la reversión analógica y el hombre entra en la dimensión energética de las cosas y de sí mismo. Todo es nuevo: las ideas, la concepción de la vida, Dios, las relaciones humanas, las leyes de la Naturaleza, los mundos plurales. La civilización mecanicista se suicidó y no vuelve más. De ahora en más gobiernan las Leyes de la Renuncia. Hiperbórea y Urania, Boas y Jakim, derecha e izquierda a la entrada del Templo Sagrado.
Hiperbórea, la principal y más grande concentración humana, no es una ciudad verdadera, sino el centro del encuentro y las comunicaciones del Planeta. No tiene calles, vehículos, alumbrado, casas ni edificios. No se parece a ninguna obra del pasado; sí, tal vez, a los diseños abstractos del siglo XX de la Era Cristiana. Las construcciones son gigantescas, sumergidas, flotantes y suspendidas en el espacio. No puede determinarse la estructura vibratoria de los materiales, pero resultan sólidas y dinámicas. De hermosos colores radiantes, cambian armoniosamente tonos y sonidos. Son los objetos más bellos construidos en la Tierra y brinda una gran felicidad estar en ellos.
La convocatoria a todas las agrupaciones de los diversos continentes, Asia, Europa, África, América del Sur, América del Norte, Oceanía y Antártica para la Asamblea de Plenilunio ha brotado del Gran Iniciado Solar Maitreya, Regente del Planeta, para considerar la situación de la Humanidad, sus problemas, los cambios y, especialmente, las relaciones con la vieja raza teutónica y sus detritos, cada vez más agresivos. Hay que tomar decisiones. Todos esperamos la presencia del Señor Michaël, el mayor de los Cuatro Kumaras del Sistema Planetario Solar y su consejo.
Hiperbórea es mágica. Aunque sólida como un diamante, tiene la magia de las transformaciones, como en los sueños felices. Las formas, perfectas y dinámicas, modelan en dimensiones armoniosas con la sensibilidad del morador, individual, sin necesidad de un esfuerzo de voluntad. Es como una sintonía amorosa de los objetos con el visitante que se acerca a ellas y las mira. Hiperbóreas se agranda o se achica según las necesidades. No tiene una población constante, aunque en la Asamblea de Plenilunio reúne a cincuenta mil Acuarianos de los siete continentes. Los asistentes son visibles en cualquier lugar que estén y pueden conversar con los colegas en todo momento. No es una multitud ni un colectivo. Reunidos en grupos definidos por la procedencia regional, bien ubicados, se distinguen por la variedad de sus atuendos ceremoniales que conservan el recuerdo de sus tradiciones, sus paisajes y el arte. Atrae por su vistosidad y poder las antiquísimas comunidades del Tibet cuyos orígenes se remontan a los primeros Arios que emigraron desde la Isla de Coral, siguiendo al Manú Vaivasvata. En un sitio privilegiado se observan los representantes de los viejos cultos Egipcios que conservaron la sabiduría de la Raza Atlante. Más allá están los ministros de las religiones cristianas, con la pompa de sus trajes y la gravedad de sus palabras. Del desierto provienen los antiguos jinetes de camellos, envueltos en sus túnicas azules y respetables barbas. En un sector privilegiado destaca la presencia de las “Hijas del Sol”, famosas por su longevidad. También, muy cerca del centro, estábamos los Hijos de la Madre Abbhumi, residentes en el interior del volcán Lanín. Aún mantenemos la Orden de los Caballeros del Fuego, Cafh, fundada por el Maestro Santiago, precursor de la Doctrina de la Renuncia y anunciador del Maitreya. Los convocados asisten según sus condiciones en cuerpo físico, astral o mental y todos son visibles y se comunican gracias a la magia de Hiperbórea. De la Orden del Fuego están presentes la Madre Abbhumi, el Maestro Santiago, el Celador y otros que aparecen en las Enseñanzas: Cleopatra, Saint Martin, Nostradamus, Inocencio III, etc.
El primer día de Plenilunio, los nacientes rayos del Sol encendieron con luz dorada los globos suspendidos en el aire que empezaron a girar alrededor de uno más grande y luminoso, completamente amarillo. Formaron un modelo del sistema planetario, incluyendo el futuro Sol-Ra, celeste, de próxima aparición. El globo central intensificó la radiación, se hizo transparente y en el centro apareció Sanat Kumara, Micaël, en todo su esplendor: doncel de 16 años de una belleza indescriptible. Las esferas vibraban entonando un himno de gloria y todos quedamos mudos de asombro. En el mar se habían reunido miles de ballenas y delfines, jugando entre las construcciones, emitiendo vibrantes sonidos de homenaje al Rey del Mundo. Los asambleístas, con el Gran Iniciado Solar a la cabeza, iniciaron un desfile frente al Trono, dando una vuelta completa por Hiperbórea, hasta volver a ocupar el sitio original.
Situado a la derecha de Michaël, en una tribuna destacada, el Maitreya dio comienzo a la Asamblea de Plenilunio resumiendo el tema central de la convocatoria e invitando a los presentes a manifestar sus ideas. Dijo: “La heroica Raza Aria Teutónica investigó la materia hasta sus últimos secretos para uso de la Humanidad. Conquistó la Tierra y los espacios cercanos. Exploró la Luna, los Planetas con sus satélites lejanos, exploró los universos exteriores. Penetró los secretos más íntimos del átomo. Creó nuevos elementos. Analizó los componentes microscópicos de los seres vivos. Develó el mapa del genoma humano. Inventó nuevas especies vegetales y humanas, las mezcló, nacieron las quimeras en los laboratorios. Globalizó el Planeta con las comunicaciones instantáneas, el comercio internacional y las guerras. Experimentó el mundo energético y llegó al final de sus posibilidades. La civilización fue destruida atómicamente, la Tierra fue irradiada, desaparecieron especies, ciudades, naciones, montañas y mares. Se terminaron las ciencias, las tecnologías, el intercambio cultural. Unos pocos hombres, destinados a la nueva Raza Acuariana, se salvaron. Infinidad de androides, quimeras, monstruos y detritus degenerados de los excesos de la civilización y la ignorancia, sobreviven en las ruinas de las ciudades. Han transcurrido diez milenios desde la iniciación de la Raza Americana, la mitad del tiempo concedido, y los logros en los nuevos instrumentos interiores son espectaculares. Hiperbórea es prueba concluyente. Pero no ha logrado la Unidad, condición indispensable impuesta por los Constructores para alcanzar el premio anunciado: Sol-Ra. En el tiempo que resta, la Raza Americana debe alcanzar la Unidad de la especie, la depuración completa de la Tierra, la eliminación de los androides o su reclusión perpetua en un espacio magnético encriptado, el reconocimiento general de los mundos plurales y la profundización de la Ley de la Renuncia.”
Durante tres días hablaron los representantes exponiendo ideas, experiencias, situaciones regionales, triunfos y fracasos. Los delegados de Asia expusieron la preocupación de los monasterios por el aumento incontrolado de las poblaciones androides infiltrándose por las selvas tropicales, contaminando las aguas, deforestando los bosques, matando animales indefenso, como antiguamente. Las delegaciones africanas también estaban atentas por el surgimiento de la hechicería de los antiguos “magoos”, surgidos de las entrañas de la Tierra donde habían quedado bloqueados con el hundimiento de Atlántida. Habló Big-Man en nombre de las praderas y contó en detalle cómo habían vencido a los androides de la costa atlántica con ayuda de los animales, relato que despertó admiración entre los asambleístas. El Superior del Cañón del Colorado felicitó a su colega y narró a su vez el peligro que corrió su Comunidad ante un ataque androide muy violento que fue anulado por la Iniciada del Sur, Rore. La anciana Ñusta, Superiora de la Comunidad del Titicaca, describió las tareas de su grupo con la gente simple de la región, y abogó una vez más por la conciliación general, Acuarianos, campesinos, androides, animales, bajo la guía del Gran Iniciado Solar.
Concluidas las exposiciones, sabiamente coordinadas por Maitreya, Sanat Kumara, Michael, Rey del Mundo, se levantó de su Trono, y dio fin a la Asamblea con las siguientes palabras, más una vibración musical que sonidos: “La diversidad de la Raza Americana es grande y contradictoria. Esforzaos en la Renuncia para estar unidos. Cuando lo logréis os convocaré a una Asamblea en Urania.”
Salió de su brillante esfera y decidió pasear frente a todos, en sus lugares, para bendecirlos, que lo vieran bien y transmitirles mensajes individuales, más con la mente que con palabras. Todos nos arrodillamos, mirando extáticamente al Gran Ser. Yo estaba con los míos, la Madre Abbhumi, el Maestro Santiago y otros. Al pasar frente a mí, me miró y me dijo: “Escribe, Io-Seph, para que los hombres conozcan la fuerza de MI AMOR.” “¡Sí!”, respondí en voz alta, y Él me correspondió con la más bella sonrisa del mundo. Luego siguió su majestuosa caminata y cuando bendijo a todos, siguió caminando por el mar rodeado de bulliciosas ballenas y delfines, hasta desaparecer en un horizonte lejano.