Relato N° 3 - Muchas Reencarnaciones
Se puede medir el tiempo contando los años a partir de un momento inicial; ahora se miden los años solares desde la aparición del Gran Iniciado Solar Maitreya. Anteriormente, se contaba a partir del nacimiento de Jesús, la anterior encarnación del mismo Ser. La aparición del Maitreya coincide con el ciclo astrológico Acuario, Sakib o Hidrochosa, que permanece unos dos milenios. La Raza Americana, hasta ahora con 10.000 años de existencia, suma cinco períodos zodiacales: Capricornio, Sagitario, Escorpio, Libra de doce que completan el ciclo total. También se puede medir el tiempo por reencarnaciones, para uso de historias individuales, porque los tiempos de las reencarnaciones son variables, según el adelanto espiritual de cada uno. Normalmente, los hombres corrientes reencarnan cada 700 años promedio. Los Grandes Iniciados regresan a la Tierra cuando quieren, para hacer una obra de bien a la Humanidad. Los hombres comunes son empujados a la reencarnación por la necesidad de evolucionar, sufriendo los rigores del karma.
Los años solares se miden por cálculo astronómico. Las reencarnaciones se miden por la memoria, en aquellos que han recuperado el recuerdo de sus vidas anteriores. Antiguamente los hombres olvidaban completamente su pasado y sólo algunos privilegiados, por el ejercicio del examen retrospectivo, volvían a recordar sus anteriores experiencias, incluyendo las astrales. En la Raza Americana, con la activación del Cuerpo de Fuego, la Radiación del Maitreya y el entrenamiento, es cada vez más frecuente el recuerdo de vidas anteriores, conocimiento indispensable para la adquisición de los dones superiores, clarividencia, levitación, la muerte mística, la sanación por voluntad mental y otros.
Mi más antigua reencarnación que recuerde ocurrió en la transición de Picis a Acuario, la aparición del Maitreya y el comienzo de la Raza Americana. También están en mi memoria la Segunda Guerra Mundial, las primeras explosiones atómicas, los viajes espaciales, la transmutación de las especies vegetales, animales y humanas. Recuerdo igualmente las primeras experiencias de inteligencia artificial, los robots, las epidemias creadas en los laboratorios que diezmaron a la población mundial y la irrupción de los elementales del Infierno, androides que convivían con los hombres, en la sociedad de masas.
Son quince las reencarnaciones que he experimentado desde aquellas lejanas fechas y las recuerdo. Algo diré de algunas de ellas en este relato, las que sean necesarias para comprender la evolución de la raza humana hasta nuestros días, la proliferación de especies androides, monstruos, quimeras y otras expresiones aberrantes cuando los hombres perdieron la cordura y experimentaban novedades en los laboratorios. Como en el período de la Raza he reencarnado 15 veces dividiré este tiempo en 5 partes para un relato breve de la desgraciada historia humana, desde el caos hasta los viajes de mi peregrinación por América.
Primero: Tiempo Acuariano. Iº y IIº milenio. Tres veces volví a la Tierra, desde la transición de las Razas, la aparición del Maitreya, la gran destrucción planetaria, la aniquilación de los ejércitos teutónicos, el holocausto atómico y la desolación de la Tierra. En mi memoria están claras las imágenes de los acontecimientos que presencié y a veces protagonicé entre los hombres. Tuve la fortuna de vivir desde el comienzo en una zona del Planeta predestinada a la conservación y la supervivencia (el lado oriental de los Andes hasta el Trópico de Capricornio; la otra zona resguardada está en el centro de Asia). Cuando estalló el infierno atómico entre las naciones, yo había muerto, aunque pude presenciar los primeros enfrentamientos. Además, desde el plano astral, todo lo que ocurre en la Tierra es visible y transparente, incluso los secretos de la mente. Como la Sagrada Orden del Fuego, a la que siempre pertenecí, es eminentemente espiritual, su jerarquía, sabios, misioneros y proyectos están allá, en esa dimensión que los terrestres no pueden alcanzar. Ellos, los Iniciados del Fuego, decidieron desde la Fundación de la Orden en Kaor, preservar algunas montañas americanas de la destrucción ecuménica, como fuente de vida y salvación para que desde ese lugar privilegiado partieran las corrientes civilizadoras futuras. Se tomó como centro de irradiación el chakra terrestre sudamericano, sito en las entrañas de un antiguo volcán extinguido de la Patagonia, frente a un majestuoso lago, en medio de grandes bosques y allí se reconstruyó la escuela de sabiduría que antes estaba en Kaor, con místicos que emigraron desde el Asia Central. Durante siglos los mapuches custodiaron los recintos del volcán y jamás revelaron las entradas secretas escondidas tras la espesura de los bosques sagrados. Guiados astral y físicamente por Iniciados del Fuego, los predestinados a cumplir la Gran Obra, nacían siempre en esa zona protegida y desde allí partían a cumplir la misión que los Maestros les encomendaban. Otro centro de supervivencia Americano se conservó en el Gran Cañón del Colorado, en cavernas secretas construidas por las tribus de indios locales, descendientes puros de la perdida Raza Atlante y de las dinastías de los Águila.
La primera destrucción planetaria fue espantosa. Se extendió por todas las regiones habitadas del mundo y con los más diversos instrumentos mortales, desde misiles atómicos, armas convencionales, bombas biológicas, gases venenosos hasta cuchillos, dientes y puños. La locura se apoderó de la Humanidad y los odios, frustraciones, fracasos y deseos insatisfechos represados en el subconsciente que no habían encontrado salida durante siglos de injusticias, estallaron de golpe, como el dique de un gran lago que colapsa y las aguas retenidas desbordan aniquilando todo a su paso. Durante siglos estuvieron luchando los hombres entre sí hasta que agotaron sus instintos. Esta pasión descontrolada del odio estaba acompañada por cataclismos geográficos, diluvios, terremotos y grandes incendios. Parecía que la Humanidad y el planeta habían llegado a su fin y que nunca volvería la vida. Una gran oscuridad descendió sobre la superficie terrestre, bajo densas nubes sofocantes, un calor tórrido de aguas estancadas, tormentas eléctricas y lejanas explosiones atómicas que estallaban espontáneamente.
Segundo: Tiempo Capricornio. IIIº y IVº milenio. Así como algunos animales subsisten en los desiertos en las más adversas condiciones externas, así los sobrevivientes de la catástrofe planetaria se mantuvieron en muchos lugares de los cinco continentes, sin recursos. El clima fue riguroso, tórrido o congelado; los animales agresivos y escasos; la vegetación achaparrada y leñosa. Centrados en sí mismos, los hombres subsistieron obstinadamente, flacos, alucinados, sin esperanza. Los infiernos abiertos por las convulsiones terrestres volcaron sus demonios aterrorizando a las criaturas vivientes. Las mutaciones genéticas se multiplicaron hasta lo indescifrable; aparecieron los androides, las quimeras y los monstruos, que al reproducirse entre sí produjeron nuevas especies de corta duración. Los robots automáticos fueron ocupados por elementales perversos que deambularon por las ruinas de las antiguas metrópolis, se introdujeron en los laboratorios secretos subterráneos y esparcieron los desechos radioactivos. Gran cantidad de Iniciados del Fuego fueron enviados por los Santos Maestros, encarnaron y salvaron a los hombres predestinados para sobrevivir, conduciéndolos hacia refugios preparados anteriormente.
Tercero: Tiempo Sagitariano. Vº y VIº milenio. La Tierra inició un largo período de reposo. Las tormentas y los vientos se calmaron. El Planeta dejó de temblar y cesaron los hundimientos y los terremotos. El cielo se despejó y las cenizas de los volcanes cubrieron el suelo, fertilizándolo. Los ríos y arroyos empezaron a circular en los nuevos cauces, con aguas cada vez más claras. La vegetación se extendió con rapidez y los bosques avanzaron incontenibles sobres las nuevas tierras; a pesar de la radioactividad, naturalmente creaban los anticuerpos necesarios. Los insectos, en variedad, formas y colores hasta entonces desconocidas, se multiplicaron por millones. Algunas especies de antiguos animales se extinguieron, pero otras, mutaciones de las anteriores, han aparecido ganando en belleza y vitalidad. Los océanos se repoblaron, incluso con ballenas, delfines y focas. Los glaciares se derritieron y al norte, el mar Ártico es líquido y navegable. La Antártida es un continente de varias islas rocosas que empieza a cubrirse de verde.
Cuarto: Tiempo de Escorpio. VIIº y VIIIº milenio. Los sitios de supervivencia que han logrado sostenerse en las diversas guerras y destrucciones de los milenios anteriores expandieron sus radios de estabilidad y bajo la conducción de Grandes Iniciados que han encarnado para ese fin, preparan, instruyen y consolidan el nuevo tipo humano americano, resistente a la radioactividad generalizada del Planeta. Por medio de la nueva ascética de Renuncia y conocimiento, el desarrollo de los chakras y la activación de nuevos surcos cerebrales fortificaron y desarrollaron los Cuerpos de Fuego, anunciados desde el comienzo de la Raza por el clarividente Santiago Bovisio, fundador de la Orden del Fuego en América, una armonía coherente entre la radiactividad ambiental, muy elevada y el nuevo hombre. Estos índices, más la Barrera Radiante del Maitreya, separan definitivamente a los viejos tipos humanos, androides, quimeras y otras reliquias de escaso desarrollo mental, del nuevo hombre americano. El Cuerpo de Fuego es visible para todos.
Quinto: Tiempo de Libra. IXº y Xº milenios. Llamada también tiempo de justicia, o equilibrio armonioso. El Planeta ha comenzado un largo período de tranquilidad y reconstrucción de sus cualidades específicas. La vida, en todas sus expresiones, incluso las primarias, se manifiesta magníficamente. Gracias a la labor incansable de los Grandes Iniciados, los demonios fueron devueltos al nivel vibratorio que les correspondía y las brechas del infierno, abiertas por las locuras de la civilización materialista, fueron cerradas definitivamente. Las especies humanoides con escaso desarrollo mental, androides, monstruos, quimeras y mutantes, quedaron refugiados en las antiguas tierras arruinadas por las guerras, con pocas probabilidades de sobrevivir; van degenerando poco a poco, hasta que desaparecen sin volver a reencarnar.
Ésta es la etapa de mis Relatos, mientras voy caminando en peregrinación por las tierras altas de Los Andes, hacia el Norte, buscando a mis compañeros, para cumplir una misión. Por la Enseñanza que he recibido de mis Maestros, me ha transformado completamente, soy un extranjero de la Historia, puedo recorrer toda la Tierra, alegremente.