La aridez se produce cuando el ejercicio de la meditación no produce respuestas sensibles.
El Hijo se identifica con el pensamiento-deseo lanzado por la mente y se pierde en el vacío de una sensibilidad gastada por los choques emotivos de una mente incontrolada.
La idealización del yo produce una especie de desdoblamiento interior y se expresa a veces en los ejercicios que hacen los Hijos.
La necesidad real del alma no es algo que se elige arbitrariamente, sino la que surge irresistiblemente del interior.
Es difícil en estos momentos de convulsión e incertidumbre mantener un equilibrio interior que permita una visión clara, ecuánime y desapasionada de las cosas, de la vida y de sí mismo.
El hombre sueña continuamente y no obtiene casi nada. El Hijo plasma sus sueños divinos.
Los ejercicios de oración son técnicas humanas para conseguir un resultado divino.
Es muy conveniente la racionalización de los métodos de meditación, pero hay que tener cuidado en no racionalizar la oración misma.
Hay almas que ponen un empeño particular en la práctica de sus ejercicios de meditación y, sin embargo, no obtienen resultados evidentes de este esfuerzo. Sucede que saben meditar bien, pero sólo eso.
Mientras el Hijo haga de la Renuncia un estado utópico de perfección no podrá llegar a la plenitud de una vida realizada.
Esa falsa ubicación, además, hace que rechace la Renuncia como ideal irrealizable para las almas que en el mundo consagran la mayor parte de su tiempo y energías al mero hecho de poder subsistir.
La misión más alta es mantener intacta y pura la Idea de la Renuncia, vivirla y plasmarla en la vida a través de su realización total.
Todo lo que Cafh tiene, hace o predica, no tiene otro sentido que el de confirmar y plasmar la Renuncia en la Humanidad.
Muchas veces se oye decir que hay que volver a la vida interior. Pero ¿qué es vida interior en realidad? ¿por qué hay que volver?
También se explica que el mal del hombre consiste en un vuelco continuo hacia lo exterior, que si buscase en lo interior hallará la solución de todos sus problemas.
La oración es un medio ascético místico excelente de la vida espiritual, pero, al mismo tiempo, es la plenitud de la vida interior al transformarse en vida divina por el contacto permanente con la Divina Madre.
Los diversos ejercicios de meditación que se enseñan en la ascética de la vida espiritual adquieren o pierden importancia según la ubicación del Hijo ante esa vida espiritual.
El Hijo medita regular y metódicamente.