Cuando la meditación se establece al nivel de los pensamientos corrientes, ¿qué diferencia tiene con un hermoso discurso, capaz de despertar emociones vivas, dicho con orden, método y tema establecido?
Cuando va a meditar, el Hijo comienza con la repetición de la fórmula correspondiente para seguir luego con una invocación más o menos uniforme, en la que cambia sólo el tema de la misma.
En la meditación afectiva se hace un cuadro imaginativo, pero no todos pueden o deben llegar al mismo tipo de cuadro.
Hay almas que todo lo ven a través de alguna imagen y otras son incapaces de hacer imagen alguna.
Las sensaciones son un efecto directo del cuadro imaginativo. No siempre es posible lograr emociones intensas, ni es la finalidad del ejercicio, pero sí hay que tender hacia un estado mental sentimental cada vez más puro y elevado.
Generalmente se advierte que se hace un corte en el ejercicio al llegar a los propósitos. La sensibilidad va subiendo de tono hasta culminar en una emoción única, pero cuando hay que hacer intervenir la voluntad en una dirección definida fácilmente se pierde el estado de meditación.
A pesar de las recomendaciones de sus Directores Espirituales, algunos Hijos no son constantes en la práctica de sus ejercicios de meditación. Descartando la indolencia, causa común de este descuido, existen otros motivos que inducen a dejar el ejercicio.
Si en todos los ejercicios es necesaria la concentración, en la meditación en la Resurrección de Hes es preciso lograr una completa abstracción del medio ambiente; debe producirse una verdadera entrega a la meditación.
La vida interior debe estar centrada en Dios y no en los atributos de Dios que alejan del fin primordial.
El adelanto especializado de las facultades racionales ha alejado en cierto modo al hombre de la Idea fundamental de Dios.
Para guiar a las almas en la ascética de la oración es fundamental saber discernir.
Qué tipo de ejercicio es apropiado a las características interiores de cada principiante; conocer cuál es el tipo de mística conveniente para él.
Para el Hijo es muy importante la disciplina, el método de vida y la práctica de los ejercicios de oración. Es indispensable contar con elementos definidos y bien conocidos que puedan constituirse en una ascética exterior e interior eficiente.