Curso XIII - Enseñanza 3: El Objetivo Divino

Para el Hijo es muy importante la disciplina, el método de vida y la práctica de los ejercicios de oración. Es indispensable contar con elementos definidos y bien conocidos que puedan constituirse en una ascética exterior e interior eficiente.
Pero esto solo no es suficiente para las almas; ellas exigen algo más. Ellas aspiran a lograr la plenitud que únicamente se consigue con el íntimo contacto con la Divina Madre. Esta plenitud no se alcanza fácilmente. El principal obstáculo es la dificultad que tienen muchos Hijos en el discernimiento claro de su vocación.
El hombre está aprisionado por la multiplicidad de sus deseos, y una voluntad cambiante no es la más adecuada para el logro de la perfección. Algunos Hijos entienden la Renuncia, pero al mismo tiempo le temen. En esas pasiones encontradas está el germen de su descontento y falta de realización. Si bien ellos no sabrían no definir exactamente qué les pide su vocación de Renuncia, saben que para realizarla han de desprenderse de todo lo que hasta ahora se ha constituido en un bien y en un alimento de la ilusión de vivir.
Es bueno que los Hijos sepan, que sean conscientes, que se den cuenta de la vocación es Renuncia; que si no se realiza es por falta de valor, o por temor, pero no por falta de posibilidades. No hay que alimentar ilusiones.
La Renuncia es una y única. Sin embargo tiene que adecuarse al medio, al tiempo y a las necesidades específicas de las almas.
El Hijo quiere renunciar, pero al mismo tiempo sabe y no sabe como hacerlo. No sabe, porque la Renuncia en sí es algo imposible de aprender, de comprender, de poseer. La Renuncia se es; y si no se es, es siempre algo inalcanzable que pareciera alejarse al acercarnos.
Si bien la Renuncia es un estado todo Divino, puede ser poseída paulatinamente a través de medios humanos concretos y definidos.
La paz interior no se obtiene luego de haber vencido todos los obstáculos, sino es fruto de haber empleado todo el ser, sin reservas, continuamente, en el logro de la perfección. Mientras hay deseos múltiples y pensamientos encontrados no hay paz.
Como en el mundo la vida interior es casi desconocida, se da mucha importancia a los actos, pero los pensamientos, fantasías e ilusiones de la mente y el corazón permanecen libres y sin control. Todo el ser debe absorber el esfuerzo de la Renuncia y no sólo una parte de él. Por eso es necesario conocer cuál es la fuerza del temperamento, los hábitos, las tendencias naturales y los ejercicios ascéticos del método espiritual. Sin embargo, para que los ejercicios mantengan su valor efectivo hay que tener una idea clara de los sucesivos objetivos a alcanzar y del objetivo único y permanente que rige toda la vida espiritual del Hijo.
Si la Renuncia fuera un objetivo positivo con una realización determinada, no habría ninguna dificultad. Lo que las almas quieren es tener un objetivo concreto y medios también concretos para realizarlo.
La Renuncia no es un objetivo ideal sino real, pero como es integral, trasciende los límites definibles de los medios y fines objetivos. Es como quedarse sin nada al pretender asir algo.
Como la Renuncia no tiene límites puede originar confusiones. Si es dejarlo todo, no tener nada, fácilmente puede conducir a negarlo todo y a no hacer nada. Por eso hay que tener sumo cuidado al predicarla y explicarla y, sobre todo, tener conceptos muy claros.
El camino se recorre por etapas, y cada etapa marca un objetivo bien definido a alcanzar. El hecho de que sea un objetivo relativo que luego habrá que trascender y renunciar a su posesión y a los bienes que deriven de él, no lo niega como objetivo inmediato. Es sólo un medio, pero un medio indispensable para la realización.
Lo que sucede es que si bien los objetivos relativos son concretos, no lo es el bien final, la Renuncia. Las almas, acostumbradas a medirlo todo en términos de esfuerzos y resultados quedan como desorientadas al no poder ubicar su trayectoria dentro de una línea conocida con progresos visibles y tienden a desmayar en el esfuerzo. La Renuncia no les ofrece bienes inmediatos y brillantes que puedan satisfacer sus ansias de posesión; no les permite la ilusión de un bien posesivo ni aún espiritual.
El Camino de la Renuncia, si bien es para todos, es recorrido sólo por aquellos capaces de sostener con la fuerza ideal de una vocación sobrenatural de amor divino, de ansias reales de libertad.
Son pocas las almas valerosas que saben mantenerse sin apoyos humanos e ideales, sin el incentivo de la imaginación y del futuro. Sus fuerzas se dispersan continuamente y no adquieren nunca el potencial divino que las disolvería como compuesto, para dejarlas como presencia simple del alma en la Divina Madre.
Esto no quiere decir que la Renuncia no sea un objetivo para las almas, pero como es un objetivo divino, es un no objetivo para la comprensión del hombre. Es reversibilidad; el estado divino es un no estado humano; la sabiduría divina es un no saber y la conquista divina es una pérdida humana. La libertad parece esclavitud y el vencimiento del tiempo la sumisión a una rutina inexorable.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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