Una vez que se ha logrado dar una mayor amplitud de movimiento a la columna vertebral mediante ejercicios de enderezamiento, es bueno practicar el siguiente ejercicio que flexibiliza dinámicamente la columna vertebral y que es al mismo tiempo, la síntesis de todos los movimientos naturales de la columna.
Se considerarán primeramente las tres posturas principales por encontrarnos en todo momento adoptando una de ellas, es decir: la postura de pie, sentada y acostada. Tanto nos hemos acostumbrado a pasar de una a otra o a permanecer durante horas en una postura determinada, que hemos perdido todo sentido crítico que nos permita advertir si la postura en que nos hallamos es correcta o no.
En esta postura el peso del cuerpo queda repartido en forma igual sobre ambas piernas. Los pies se mantienen paralelos y algo separados (20 ó 30 cm.) entre sí. El tronco se mantiene naturalmente erguido, los brazos penden libremente a los costados y la cabeza se sostiene con el menor esfuerzo posible del cuello.
Esta postura es similar a la vegetativa pero en la misma los talones deben juntarse y las puntas de los pies se mantienen algo separadas. Las manos se pueden enganchar la una en la otra delante del cuerpo manteniéndose sueltos los brazos.
Es muy probable que nuestra postura sentada corriente nos haya sido legada por los antiguos egipcios que habían llegado a enaltecer esta postura, llevándola a una gran perfección. El grado de cultura de un pueblo, o de un individuo, es proporcional a su preocupación por el perfeccionamiento de los pequeños hábitos cotidianos.
La diferencia fundamental entre la postura sentada vegetativa y la mental se halla nuevamente en una reducción del punto de apoyo. En efecto, en esta postura se juntan los talones con lo que asimismo las rodillas se aproximan pudiendo también éstas juntarse.
Difícil es dar indicaciones sobre la postura sentada mística. Por lo general, la misma es iniciada con una postura mental, pero no es necesario que ello sea así. La postura sentada mística, contrariamente a las anteriores, no se adopta mediante un esfuerzo consciente de la voluntad individual, sino es la consecuencia de una profunda introspección, que hace olvidar la presencia del cuerpo y conduce a una completa insensibilidad física.
Se detallarán aquí las principales posturas que se emplean para la meditación y la concentración.
Para la meditación se emplea la “postura sentada mental” ya descripta, pero con los brazos pendiendo libremente de los hombros a cada lado del cuerpo.
También en las posturas acostadas puede distinguirse la postura vegetativa de la mental y de la mística.
La postura vegetativa se emplea generalmente para dormir o descansar físicamente. Debe emplearse para ello una cama no muy blanda, con una almohada que más bien tenga poco espesor.
Las posturas que se encuentran en ésta y en las siguientes enseñanzas, se detallan de acuerdo con la traducción del sánscrito y pertenecen al Yoga. Según el Goroskasatakam existen nada menos que 840.