El universo se funda sobre un plan septenario.
Los estados materiales, energéticos y mentales se separan con siete divisiones y subdivisiones.
Los hombres conocen ya cinco elementos materiales: tierra, agua, fuego, aire y éter.
Todos los seres que moran en el plano astral, reciben en distinta densidad, directa influencia del mundo mental.
Aún inconscientemente, los seres del séptimo, sexto, quinto y cuarto plano astral, pasan por el mundo mental; de lo contrario les sería imposible traer la energía para afrontar la nueva vida.
No hay nada oculto que no sea algún día revelado. Dijo Cristo, que hasta los actos más insignificantes de las criaturas tenían que ser revelados.
La simbología esotérica llama a este lugar donde están registrados los hechos de todos los seres, pasados y presentes: Gruta de Ras.
Las mónadas espirituales que transcendieron el plano de la Humanidad, moran en planos superiores llamados los “Mundos de los Devas”.
Existen en ellos tres cadenas de Huestes constructoras: la Hueste de la Sombra, la Hueste de la Humanidad y las Huestes Estelares.
El ser es un microcosmos, un universo en miniatura. Conocer bien el complejo externo e interno del hombre es conocer el Universo.
De igual forma que el cosmos, el ser es ternario y septenario en su estructura.
No hay nada nuevo bajo el sol, ni hay ley alguna que no sea repetición de otra similar.
Lo grande se resume en lo pequeño, mientras lo diminuto es imagen sintética de la inmensidad.
La Ley de Predestinación Consecutiva lleva al ser a nacer dentro del círculo de la ronda y raza a que pertenece y dotado de ciertas cualidades y deficiencias, características de las mismas.
El ser ha de pasar por innumerables experiencias y pruebas; ha de nacer muchas veces, conocer muchas cosas, ser hombre, mujer, grande, pequeño, para seguir adelante en el sendero de la liberación.
Si Dios es lo Indiferenciado, lo Incognoscible, definirlo sería negarlo, y todo lo existente, lo definido y lo variable no puede ser más que una quimera; así aseguran los grandes filósofos de las religiones panteístas.
La esclavitud del deseo pesa sobre la humanidad y ésta, en lugar de desembarazarse de los lazos que la atan, se envuelve cada vez más en la cadena del dolor.