Curso XLVI - Enseñanza 16: Síntesis Espiritual de la Ordenación

Ser Ordenado es:
No ganar nada.
No tener nada.
No ser nada.
El voto de Ordenación no es la práctica del Silencio, ni de la Fidelidad, ni de la Obediencia, determinadamente, ni de ningún otro Voto de virtud: es la perfección de éstos o, mejor dicho, de la integridad de los mismos en el orden físico, mental y espiritual.
La renuncia no es el desprendimiento de esto o de lo otro, ni es la práctica especial de tal o cual virtud; sino es el desasimiento de la propia vida, del propio modo de pensar, de la propia individualidad separada como un yo de otro yo.
La Ordenación es un desprendimiento total de todas las cosas, internas y externas, pasadas y futuras, humanas y superhumanas.
El Ordenado no quiere nada, no aspira a nada; sólo está en Ella y Ella es lo Eterno.
No puede ganar ya nada el Ordenado porque ya lo ha jugado todo antes de lanzarse a ese gran vacío de amor que es la Madre Eterna y lo que gana con sus esfuerzos no le alcanza para pagar sus deudas kármicas pasadas.
Todas sus obras, sus trabajos, sus esfuerzos, están ya de antemano dados; aún sus trabajos intelectuales y su misma capacidad de crear con la mente no le pertenecen, ya que la misma está entregada a la Madre Divina. Ni aún los afectos más puros de su corazón, ya que sólo alcanzando la pobreza más íntima del corazón podrá permanecer en paz en el Amor de Ella; e incluso todos sus derechos los ha dado de antemano el Ordenado; ya no tiene derechos cuando ya nada quiere ni nada precisa: él sólo tiene deberes, deberes sagrados que le permiten permanecer en paz en el amor. Deberes que son peso para los hombres y que son la única ganancia de aquellos que a todo han renunciado, deberes de sacrificio continuado y sin tregua, deberes de asistencia a la Humanidad, deberes de trabajar por trabajar, deberes de esfuerzos de santidad, deberes de morir continuamente, diariamente, de antemano, místicamente.
La renunciación es no ser nada al final.
No ser nada, es romper los lazos de la separatividad, es disipar las nieblas de la ilusión, es estar siempre en el Corazón de la Madre Eterna.
Hasta entonces el alma está siempre con el miedo de que la naturaleza, la razón, los cambios, le hagan volver a salir fuera de sí; pero cuando uno ya no es nada aún este peligro ha desaparecido, ya que lo que es no dejará de ser lo que es.
Tengan los Ordenados siempre escritas en letras grandes, delante de sí, estas palabras:
No ganar nada.
No tener nada.
No ser nada.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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