Curso II - Enseñanza 5: El Pasado
De muchas cosas es posible deshacerse, pero ¿quién puede deshacerse de su pasado? Y aún más, ¿quién puede deshacerse del recuerdo congénito de sus pasadas experiencias a través de las vidas y de las muertes?
El pasado pesa sobre los seres como capa de plomo, es un dolor continuo, es la cruz eterna tan difícil de arrojar.
¡Cuántas veces se oye decir: “Quisiera ser bueno, más no puedo; mis instintos siempre me llevan a lo que fui”!
¡Cuántas veces el pasado es un obstáculo, aun para los más deseosos de entrar en la vida espiritual! Y aun para los aventajados en el sendero de la perfección el pasado se les pone muchas veces delante como un terrible enemigo que, en forma de impulsos, recuerdos, llamados y relaciones con la antigua vida, les impide progresar como quisieran, pues aun aquí el Sacrificio es Libertador.
Abandonarse en los brazos de la Voluntad Eterna, tomarlo todo de manos de los Señores del Karma, ponerse incondicionalmente al servicio de los Cuatro Caballeros que custodian la Gruta de Ras es vencer este dolor, fruto de los cúmulos pasados.
No temer las consecuencias del ayer es preparar un mañana dichoso, es borrar el recuerdo tan dañino para el adelanto.
Es muy sabia aquella ley por la cual el hombre olvida todo al renacer. Y tiene su valor fundamental la confesión católica cuando dice que, si bien la absolución no quita la pena de las culpas, borra el pecado; en otras palabras, el recuerdo del pasado.
También es Krishnamurti el que dice que “recordar es vivir el pasado y atarse a él”.