Para el materialista, la muerte es un punto negro, un estallido de sensaciones, un vacío y nada más.
Para el religioso, la muerte es el paso a una vida superior, más perfecta y feliz.
Phritivi, el elemento terrestre, crea elementales que son los guardianes y vigilantes de los movimientos terrestres, del crecimiento de los árboles y de toda vegetación, y de la reserva de las tierras que no han de ser contaminadas por el hombre.
En tiempos de la raza Atlante, un inmenso calor, un fuego nítrico, hervía en las entrañas terrestres.
El planeta no recibía calorías de los rayos solares, pues la atmósfera estaba cubierta por densas nubes y vapores.
Cada hora que pasa, miles de almas abandonan sus cuerpos para ser reintegradas al más allá, y mientras las fosas abiertas se tragan las frías imágenes humanas, el pensamiento de los restantes golpea sobre la tumba con una afanosa pregunta: ¿A dónde han ido?
El universo se funda sobre un plan septenario.
Los estados materiales, energéticos y mentales se separan con siete divisiones y subdivisiones.
Los hombres conocen ya cinco elementos materiales: tierra, agua, fuego, aire y éter.
Todos los seres que moran en el plano astral, reciben en distinta densidad, directa influencia del mundo mental.
Aún inconscientemente, los seres del séptimo, sexto, quinto y cuarto plano astral, pasan por el mundo mental; de lo contrario les sería imposible traer la energía para afrontar la nueva vida.
No hay nada oculto que no sea algún día revelado. Dijo Cristo, que hasta los actos más insignificantes de las criaturas tenían que ser revelados.
La simbología esotérica llama a este lugar donde están registrados los hechos de todos los seres, pasados y presentes: Gruta de Ras.
Las mónadas espirituales que transcendieron el plano de la Humanidad, moran en planos superiores llamados los “Mundos de los Devas”.
Existen en ellos tres cadenas de Huestes constructoras: la Hueste de la Sombra, la Hueste de la Humanidad y las Huestes Estelares.
El ser es un microcosmos, un universo en miniatura. Conocer bien el complejo externo e interno del hombre es conocer el Universo.
De igual forma que el cosmos, el ser es ternario y septenario en su estructura.
No hay nada nuevo bajo el sol, ni hay ley alguna que no sea repetición de otra similar.
Lo grande se resume en lo pequeño, mientras lo diminuto es imagen sintética de la inmensidad.