Los hombres, para poder convivir entre sí, necesitan una participación recíproca de hechos y de hábitos.
Estos hechos y hábitos son el origen y resultado al mismo tiempo, de los lazos de sangre, de las obligaciones comunales, de las sucesivas leyes, de la adaptación ambiental, de la eficiencia del trabajo y de la estabilidad de residencia.