Curso XLI - Enseñanza 12: El Camino Real
Fue dicho que el amor es el principio y el fin del Sendero; por eso, la Senda Real es aquella del amor.
Páginas enteras se necesitarían para explicar el magno poder del corazón. Muchos místicos, sin desarrollar otros centros anteriores, han llegado a la liberación espiritual con sólo abrir la magnífica flor del corazón.
Además, este centro reúne en sí a todos los otros centros y fluye de sus cuarenta y nueve fuentes, todo el néctar de la realización.
Aún en un ser no habituado a la meditación y a las especulaciones espirituales, se enciende muchas veces esta llama interior con su puro brillo color de oro; pero para el ejercitante, para aquél que se aplica a su desenvolvimiento interior, esta fuerza se transforma en rutilante estrella.
La Rueda del Corazón no sólo atrae, como la Rueda Sacra, modela como la Rueda Control, vivifica como la Rueda Solar, sino asimila con el amor el objeto o ser atraído y se transforma en él.
Son innumerables los relatos de esta índole en la historia de los grandes seres que se perfeccionaron por el ejercicio de la devoción y del Amor. Basta leer la biografía de Rama Krishna para cerciorarse de ello. El devoto, amorosamente meditaba sobre las imágenes de los fundadores de las grandes religiones; se le aparecían, veía sus imágenes y, por último, las visiones penetraban en él o, mejor dicho, él se transformaba en ellas.
Es tanta la energía que emana de este centro que repercute en el cuerpo físico con aspectos extraños maravillosos. Por amor a Cristo muchos santos cristianos sintieron tan vivamente su pasión y se transformaron de tal modo en Él, que mostraron visiblemente esta unión. Los estigmas de San Francisco de Asís, la transverberación del corazón de Santa Teresa de Jesús, la espina de la corona clavada en la frente de Santa Rita de Cascia.
Helena Petrovna Blavatsky sentía tan entrañable afecto por sus Maestros que el amor desbordó físicamente, originándole una llaga misteriosa debajo del corazón.
A medida que aumenta la fuerza de este centro, abarca todos los sufrimientos de los seres que lo rodean, se extiende a ciudades y naciones enteras. Una Rueda Cardíaca perfectamente desarrollada abarca los dolores de todos los hombres del planeta como unas inmensas alas protectoras; por eso se dice que Cristo llevó sobre sus hombros todos los dolores de la Humanidad y que Krishna tenía, impresas en sí, las imágenes de todos los hombres.
Este magnífico poder hace que se realicen inmensas obras de caridad; al hombre que lo posee le da fuerza para vencer todos los obstáculos y para realizar grandes obras en beneficio de aquellos que sufren.
Así como esta Rueda tiene un color oro maravilloso y parece una inmensa estrella en su aspecto benéfico y superior, es terrible en su aspecto contrario.
En un ser perverso que tenga este Centro desarrollado, su imagen es como la de un cielo cubierto de densas y oscuras nubes.
Así como el altruismo y el desprecio por las ofensas recibidas es el principio del desarrollo positivo de este Centro, el rencor y los celos lo desarrollan negativamente.
En un principio es como una roja llama que destruye en sus proximidades; después es como un humo asfixiante que destruye a todo lo que lo rodea. Estas grandes pasiones se extienden, poco a poco, hasta abarcar colectividades enteras y llevarlas a la ruina. Un ser de tal naturaleza es capaz de todo y termina destruyéndose a sí mismo, impregnando todo el planeta de su maléfica influencia.