Curso XXXVI - Enseñanza 7: La Gruta de Ras
No hay nada oculto que no sea algún día revelado. Dijo Cristo, que hasta los actos más insignificantes de las criaturas tenían que ser revelados.
La simbología esotérica llama a este lugar donde están registrados los hechos de todos los seres, pasados y presentes: Gruta de Ras. Pertenece al séptimo plano del mundo mental.
Se llama Gruta porque esta palabra indica un lugar bajo y escondido, donde difícilmente pueden entrar aún las entidades más elevadas. Y esta Gruta es de Ras, porque Ras es símbolo del sol de la mente.
Cuando el Iniciado ha llegado a un altísimo estado evolutivo, cruza en su ascensión hacia los mundos superiores un lugar maravilloso que le llama poderosamente la atención.
Se usan aquí expresiones muy inexactas para describir tan maravilloso lugar, no porque así sea, sino porque es indispensable para dejar un vago concepto.
Se podría decir que se encuentra el alma en una gruta fantástica, en una inmensa galería similar a la de las grutas de agua subterránea, en donde el reflejo de luces, en vez de ser producido por el agua reflejada sobre las paredes, es producido por vibraciones tan elevadas que ni aún los seres astrales pueden tolerar.
Se nota allí la ausencia completa de entidades determinadas pues únicamente es custodiado ese lugar por los Señores del Destino.
Cuando el ser que ha penetrado allí se habitúa, nota que cada punto de luz encierra en su centro una luz brillantísima, y sobre ésta reflejándose, en forma microscópica, visiones de tiempo, de pueblos, de personas y de lugares.
No existe allí una única dimensión, sino cuatro dimensiones.
Si el ser se concentra los hechos se reproducen de como empezaron hasta como terminaron; y si relaja su pensamiento los hechos se vuelven retrospectivamente.
Si le llama la atención una cosa determinada, se desarrollan todos los detalles de la misma, detenidamente, y si se propone puede ver lo que desea, desde que empezaron los mundos y la vida empezó a manifestarse.
Muy pocos penetran allí, y aún las altas entidades son guiadas por Superiores Maestros.
Sin embargo, el vidente tiene vislumbre de estas escenas maravillosas anotadas en los Anales Akásicos.
Helena P. Blavatsky, cuando escribía su Doctrina Secreta, decía: “Pasan delante de mi vista, vertiginosamente, paisajes, razas y civilizaciones perdidas”.