Curso XXI - Enseñanza 3: Textos para Meditación Discursiva
Texto:
Non est hic: ¡Resurrexit!
Noli me tangere.
Siempre se pide a Dios estar solo; porque se sufre el peso de las compañías que afectan e impiden la búsqueda interior. Cuando se está solo aparecen claramente en la conciencia los vicios y las virtudes del alma; entonces se puede encauzar los esfuerzos hacia la conquista de las virtudes espirituales.
En la lucha cotidiana por la vida el choque abrumador de los acontecimientos a los cuales el alma reniega, porque le atrapan, ciegan la fe y hacen sentirse al alma completamente abandonada. Se siente entonces que se está luchando solo contra todo el mundo; una fanática determinación impulsa a seguir avanzando entre la selva de la ciega sociedad hasta que, abrumado, se envuelve de nuevo en su manto de oscuridad y se busca otra vez la guía divina en el interior del alma.
¿Por qué desaparece Dios cuando más se lo necesita, si se lucha por Él?
Él está siempre en uno y se quisiera tener el vigor necesario para llevarlo como un estandarte, delante del camino.
Si uno queda quieto Dios aparece; si se mueve, Dios desaparece ¿Cómo avanzar sin moverse?
A pesar de que uno no lo ve Dios está siempre con las almas. Se lucha para que el alma esté en reposo, permanentemente, y en ella puede instalarse Dios.
Deséese que esta lucha por la vida vaya eliminando del alma todos los vicios que impiden una vida más perfecta. Se sabe que Dios está detrás de esa lucha, y por eso es necesario que se vaya luchando a diestra y siniestra contra todo lo que se oponga para poder acercarse a Dios. Él se ha ubicado de tal manera que cuando uno pueda llegar hasta Él, pueda tocarlo; pero por más que se extienda la mano, no puede. Ahora se comprende que se quiere vivir mucho, para poder alcanzar a Dios; no se quisiera morir sin haberlo logrado.
También se comprende por qué el alma lucha y sufre. También se comprende que Dios está lejos de uno y que es la mejor forma que tiene de amar y de ayudar al alma.