Curso XXI - Enseñanza 2: La Meditación Discursiva sobre un Texto

Texto:
Memento Homo, quia pulvis est et in pulvis reverteris. Pretiosa in conspecto
Domini mors sanctorum ejus.
Piénsese que el sufrimiento que proviene de la lucha se parece a la muerte de los incrédulos. ¿No es la vida del hombre espiritual una especie de muerte de la personalidad? Entonces, ¿por qué algunos hombres espirituales sufren en vida? Esos hombres deberían ser felices y sentir que la vida es como la muerte de los santos.
Si se centraliza la existencia en la periferia de sí mismo, en la piel, la conciencia tendrá que soportar los distintos altibajos de la vida superficial. Molesta el calor, molesta el frío, molestan los ruidos. No se es más que una cáscara en el mar tempestuoso de los acontecimientos diarios. La propia existencia no hace más que subir o bajar en el oleaje de la vida sensorial.
Pero si se logra trasladar la vida al centro fundamental de la existencia, a ese punto central y lejano, llegarán solamente los ecos apagados de los ruidos externos y se permanecerá siempre tranquilo en sí mismo. Si el individuo logra centrarse en lo más oculto del ser y vivir enteramente desde allí, ¿qué le importarán los acontecimientos de afuera? Es como si el dolor le doliese a otro, o si la risa la riera otro ser. Él, en el centro de su vasto espacio interior, sería como una estrella fulgurante suspendida en la noche.
Entonces tendría en vida la muerte de los santos; porque, aunque la carne se cayese a pedazos, lo que moriría sería lo excesivo, lo que molesta precisamente. Entonces, hasta desearía internamente que la envoltura de facultades, conceptos, hábitos, etc., que lo ocultan tiendan a desaparecer, se diluyan en la muerte, lenta y firmemente. Él mismo provocaría la disolución de su personalidad humana, porque así se centraría cada vez más, para estar verdaderamente solo, verdaderamente abandonado. Entonces sí que podría, en el silencio de una noche perfecta, buscar a Dios, verdaderamente.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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