Curso XXI - Enseñanza 14: Otras Meditaciones Afectivas Estimulantes

“LA RESURRECCIÓN DE HES”. Quienes piensan en la muerte, o bien rehuyen formarse una idea concreta de la misma, o bien la disimulan con la idea de un más allá venturoso, como si fuese imposible sostener el pensamiento de la muerte por sí misma.
El hecho de que pueda existir una vida sobrenatural, no impide que la muerte tenga su propio significado, sin necesidad de cielos ni de infiernos. Los que justifican la muerte como una transición a otro mundo son los mismos que justifican la vida como una prueba para conquistar el cielo.
Uno debe oponerse a tales modos de pensar. ¿No viven y viven bien algunos ateos que no creen para nada en el más allá? La vida y la muerte encierran significados propios. Hablar de la muerte es hablar de la vida. La muerte hay que considerarla en función de vida y tanto como el nacimiento. A veces se sospecha que los que creen que la muerte es una transición al más allá son los mismos que, negando esta vida, fundan todas sus esperanzas en un paraíso donde verán cumplidos todos sus deseos.
Pensar en la muerte como en un traspaso a otra vida mejor no es morir; la verdadera muerte es aquella donde todo se acaba, es la muerte del ateo. Aquellos que están cansados, como luego de una jornada laboriosa, desean dormir, también desean morir verdaderamente, para que desaparezca la vida usada, hecha, acabada.
No hay arrobamiento mejor que la contemplación de la muerte; no la contemplación del paraíso, ya que sólo la convicción profunda del aniquilamiento total puede producir en vida, la eliminación de los usos materiales. Morir verdaderamente, desaparecer hasta el último átomo es el pensamiento que puede difundir por todo el ser un aplacamiento de las pasiones. Pensar en un paraíso es revitalizar todas las potencias humanas, porque tal paraíso no es más que la justificación, la sublimación, el incremento de los deseos humanos. Pero la aniquilación total que va poco a poco penetrando en cada célula del organismo, va poniendo lentamente su sello de muerte y transmutación en cada célula.
La muerte física produce automáticamente la transmutación de las potencias del hombre hacia un estadio superior; pero se debe poner el acento en la muerte real, no del espíritu, que el espíritu es inmortal, sino de los usos personales, para que vayan desapareciendo del ser.
El arrobamiento es una cosa diferente de lo que se acostumbra imaginar; es como confundir el olor de un cadáver embalsamado o de una momia, con el de un clavel.
Generalmente el arrobamiento proviene de una potencialización de la vida humana y no de la convicción de la muerte; por lo cual produce el efecto contrario al deseado. El sentimiento de la resurrección no tiene nada de agradable, es más bien doloroso, lo más doloroso que existe, porque se parece a un parto; pero también es lo que más conmueve al alma. Si el alma busca a Dios y lo encuentra más cerca en el arrobamiento, por más doloroso que éste sea, siempre irá a buscarlo allí. No se puede reír después de un arrobamiento, porque más bien produce una intensa tristeza. En esa tristeza el alma se va diluyendo en espacios cada vez más grandes y se siente que en ella va toda la vida.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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