Curso XVI - Enseñanza 4: La Escala del Cielo

Cuando el alma persevera en la oración el Maestro ahuyenta las tinieblas de la ignorancia y la llena de santa felicidad.
El alma le pide que le descubra su presencia y después que su Imagen Divina se ha dibujado con claridad en su mente, brotan del corazón afectos y santos deseos. Propósitos y nuevas promesas sellan esta hora y, a veces, el alma sale como enajenada de allí y como si un soplo nuevo de vida la embargara.
¡Qué lejos están entonces los trabajos de los hombres y sus luchas sombrías!
El alma transportada por una inmensa aspiración de amor, suplica:
“Bienamado Maestro: comprendo que todo pasa y es ilusorio y que la Divinidad es la única realidad. Pero durante los trabajos del día, aún esta dicha tan grande es a veces obscurecida por la labor, las preocupaciones y el vaivén de la vida”.
“Intento caminar por el lodo procurando no manchar mis albas vestiduras, mas no siempre lo consigo; a veces mis horas son salpicadas. Empalidece Tu Imagen Divina y cuando recapacito, aturdido y espantado, ¡no te puedo encontrar!”
El Maestro, una vez más, le enseña al discípulo el misterio de la Divina Presencia, diciéndole:
“Aprende a estar siempre Conmigo mediante la oración. La oración es el arma segura que te hará vencer a todos los enemigos que quieran quitarte de mi lado. Un día sin oración es un día perdido”.
“No orando, las horas corren veloces y te encuentras al final del día hastiado y sin saber en qué has empleado tu tiempo”.
“Desde la mañana, desde el despertar, ora. Enseguida que tu mente, despejada de los velos del sueño recupera su conciencia vigílica, eleva tu pensamiento a Mí. Levántate rápido, ágil, para tener más tiempo de estar en Mi compañía”.
“Piensa que todo lo que hagas lo has de hacer para Mí y ofréceme de antemano tus trabajos, penas y alegrías”.
“Toda la noche he estado velando a tu lado y tengo ansias de que me ofrendes tu amor y tu caridad. Entra tan pronto que puedas en la cámara de nuestros secretos, al tabernáculo de la oración. Esta es la unión más íntima de tu alma Conmigo”.
“A veces te veo, alma mía, deseosa de esquivar el ejercicio de la oración, porque tu corazón está árido y seco. Pero cuando así sufres y penas es cuando estoy más cerca de tí. Te pido, te ruego, no dejes por nada la oración. No busques excusas ilusorias, no pongas dificultades que íntimamente sabes no son insalvables para hacer este ejercicio”.
“¿Por qué me llamas y me dejas esperando, oh alma, y no vienes a la hora prometida desde la Eternidad, en la cual tu alma me busca?"
“Pídele a la Divina Madre que te haga atento a este deber; que nada ni nadie sea tan importante en tu vida como para que lo dejes, como para que Me dejes. Entonces tu alma tocará, diariamente, continuamente, las tan ansiadas y maravillosas orillas del mar eterno donde mora la verdadera felicidad. Sea pues, la oración, tu escala celestial con la que alcances la Divinidad”.
El alma, enternecida, inundada de una nueva fuerza, comprende la Divina Enseñanza y espera, con fervor, la hora de la nueva cita.
El Hijo, desde el abismo y la desolación en los que habitualmente se encontraba sumergido, inicia su ascensión hacia las regiones inefables del gozo puro y místico, en cuyas fuentes, como niño convaleciente, se irá fortaleciendo para comenzar su nueva vida.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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