Curso XVI - Enseñanza 2: Idea Clara de la Oración

El alma está viva, presente, en el fondo del ser. Pero está envuelta en muchos velos. Destruirlos es el gran trabajo que debe cumplir el Hijo.
El sentimiento de amor apoyado en una idea clara es indispensable para la recta oración que busca lograr estos objetivos.
No basta que en la meditación se digan palabras. Es preciso que se sientan esas palabras, que penetren, que sean tan fuertes como la vida misma, invencibles como la muerte.
El Hijo ha sido escogido para participar de una tarea en el mundo, cuya trascendencia posiblemente nunca le sea dado vislumbrar en toda su proyección. Pero, no obstante su falta de verdadera visión de la Gran Obra, es preciso que asigne a esta elección recaída en sí una importancia tal que promueva sus energías desconocidas, potencialmente depositadas en su fondo anímico y que ellas descubiertas y actualizadas por la oración den por resultado la eliminación de los velos del alma.
Recuerde el Hijo que le ha sido acordado el privilegio de ponerse en contacto con la divinidad; que es Dios mismo quien clama a los hombres para que se pongan en relación directa, libre, con Él. Y este derecho está confirmado en el Hijo por el hecho de haber logrado llegar a la senda vocacionalmente descubierta por él. Podrá fracasar en ciertos aspectos, pero el paso más importante ha sido dado. Ahora es preciso que esa fuerza fluya continuamente de él, que se afirme más y más en esa idea única de que lo que vale es lo divino y nada más. Que tenga una seguridad, una certeza tal, que le permita exclamar sin sombra de duda: “La Divina Madre mora en mi alma”.
La fuerza anímica redescubierta por la oración debe estar presente dentro del Hijo y haber una seguridad tan grande en su mente para que exprese integralmente esta idea: “Es así porque así es”.
No poder llegar a pensar nunca de que no se es eterno.
Para que los velos sean destruidos y barridos es indispensable que el alma se sienta indisolublemente unida a la divinidad.
El Hijo en su corazón de verdad sabe que es morada donde los factores humanos y divinos se funden entre sí.
Esa es la fórmula que luego transmitirá a las demás almas, la fórmula de la gran libertad, de la única libertad sin mácula.
Por carecer de esa fe total, las almas buscan el amuleto; si tuvieran esa seguridad toda sombra se disiparía y se recogería inmediatamente la luz, el aire y el sol divinos. Y ésa es la misión primordial del Hijo; ésa su misión característica.
Por eso es preciso que el alma pida ininterrumpidamente con su oración de amor descubrir el santuario donde su vocación reencuentre los valores divinos y humanos.
Así se salva el alma; en el intenso goce que da la oración de amor como resultado de un sentimiento puro sostenido en la sencilla, clara y única idea de su propia divinidad. Aprenda el Hijo de este modo a amar por la oración, para así enseñar el método maravilloso de orar a todos los demás hombres.
Sólo por la oración que lleva al amor puro, libre de toda pasión, sostenido por una clara idea, puede el Hijo alcanzar la verdadera y legítima felicidad, y será el timón más seguro para llegar a sumergirse en las aguas eternas de la divinidad.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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