Curso II - Enseñanza 7: Los Lazos de Sangre

Los Sacrificios descriptos hasta aquí son interiores y del alma; pasan muchas veces inadvertidos, porque suceden escondidos a los ojos de los hombres, en lo íntimo del ser; pero hay Sacrificios que, si bien no son tan sutiles, no son, por ser materiales, menos fuertes.
Estos Sacrificios son enemigos hechos carne que hay que combatir. La carne es un dolor siempre vivo y son necesarios duros Sacrificios para vencerla. Además, ha dicho el Maestro: “Los enemigos del hombre son los de su casa”.
El alma quiere levantar vuelo y aspira a la perfección, pero todos los afectos materiales se le ponen por delante reclamando sus derechos y como la voz de la sangre es fuerte como la misma muerte, únicamente un ser dispuesto a un gran Sacrificio puede pasar por la terrible prueba. Por eso extrañan ciertas actitudes de los grandes seres. Mary Baker Eddy vivió siempre lejos de su hijo sin acordarse de él y cuando lo vio hecho hombre lo miró y como no observó en él el signo de la fe de un posible adepto de sus creencias, le dijo: “Vete; no te conozco”.
Francisco de Asís no tuvo vergüenza en desnudarse y tirar a los pies de su padre sus prendas de vestir para exclamar, con los ojos vueltos al cielo: “Ahora estoy libre; únicamente podré decir Padre Nuestro que estás en los cielos”. ¿Y quién no recuerda la fría mirada echada por el Buda a los cuerpos dormidos de su esposa e hijo, antes de dejarlos para siempre?
Juana de Chantal siente, en la hora de abandonar su hogar, que su corazón de madre se le destroza; sin embargo, cuando su hijo atravesó el cuerpo para impedirle el paso, no tembló al cruzar sobre él y seguir su sendero de perfección.
Todos aquellos, entonces, que quieren encontrar la alianza del espíritu, tienen que luchar contra la alianza de la carne y es de estos grandes Sacrificios que sale el alma templada y el poder decir: “He vencido a la carne y me he revestido con un traje espiritual”.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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