Curso II - Enseñanza 16: La Muerte

Se ha llegado al último misterio, al más solemne dolor, al Sacrificio que nadie puede eludir. Porque, ¿quién puede vencer a la vejez y a la muerte?
Es siempre causa de pesar para el pobre ser humano ver cómo se le escapan los años de entre las manos; ver cómo, rápidamente, huye el tiempo y, por mucho que se apure, por mucho que se afane, muy pocas de las ilusiones forjadas en la juventud pueden ser cumplidas; o, a lo más, cuando empiezan a gozar del fruto de su obra, ya flaquea la memoria, se debilitan los sentidos y los achaques de la vejez le impiden el deleite mental de la victoria. Cuando ni aún ha empezado la vida ya hay que darse cuenta de que la vejez golpea a la puerta.
A veces, los años de la decadencia física son años de largo martirio para los hombres que pierden sus fuerzas, para las mujeres que pierden su belleza. No todas tienen el valor de Friné, la bella griega, que prefirió arrojarse a la hoguera antes de ver decaer su belleza física. Los más esperan y esperan, envejecen y mueren lentamente y la muerte, cuando viene, aun en la mayor ancianidad, nunca es bien recibida.
La muerte rodea por doquier. Sin embargo, el individuo vive como si nunca debiera morir, como si él fuera el único digno de escapar a la última ley. A muchos la sola idea de la muerte les causa terror; no quieren que se hable de ella en su presencia y huyen de toda conversación fúnebre.
Pero, qué hermoso es el Sacrificio de morir voluntariamente, morir de antemano, para vencer la parte dolorosa de la muerte que es el temor.
Para aquél que ha aprendido a mirar desde temprana edad a la última enemiga frente a frente, poco a poco pierde para él sus velos misteriosos, y por el Sacrificio de pensar en ella logra poseerla de antemano.
Se dice que los frailes trapenses todos los días levantan una palada de tierra, preparándose paulatinamente su tumba. Bueno es sacar todos los días de la mente una palada de esa tierra moral que los resabios del temor y de la oscuridad ignorante han depositado sobre ella, para dejar libre el concepto de la muerte tal como es: el de un sueño tranquilo logrado por el Sacrificio continuo del conocimiento.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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