Curso II - Enseñanza 14: La Separatividad
La inefable felicidad es la realización del estado potencial y el dolor es la realización del estado activo.
En suma, la vida se manifiesta en todo su esplendor a través del sufrimiento. No sólo agobia a los seres humanos con martirios morales, con padecimientos físicos, con penas ocultas, sino que persigue a los hombres en toda forma y manera.
El país en el cual se nace, la raza a la que se pertenece, el color característico de la piel, todas son armas en manos del destino para que coma el hombre su pan amasado con lágrimas y cuando estos espasmos dolorosos del mundo se vuelven intolerables, reacciona el dolor con el dolor, el martirio con el martirio, la sangre con la sangre; se producen revoluciones, guerras, disensiones políticas, luchas raciales derramando a manos llenas el sufrimiento sobre la Tierra.
Cuántos Sacrificios heroicos ha registrado el dolor de la separatividad humana; pero el Sacrificio verdadero que redime y levanta, no es aquél del hombre que va a la muerte abanderado, sino el de aquél que sacrifica su forma exterior para parecerse a todos los hombres, para hacer de todas las comunidades humanas una sola sociedad. Vanamente se clamará por la paz universal; inútilmente se querrá implantar la fraternidad entre los seres todos, si cada uno no quiere sacrificarse en su fuero interno.
Se dice que todos los hombres son iguales, pero cada ser mantiene dentro de sí su separatividad. El rico se cree más que el pobre, el de raza blanca se siente superior al hombre de color, la diversidad está dentro del ser, está en su concepto personal. Únicamente sacrificando este principio propio se puede llevar la paz al mundo.