Curso II - Enseñanza 11: La Sabiduría

Si el noveno misterio del Sacrificio, en su grado más sublime, transforma a un hombre en un Maestro de Compasión, el décimo misterio hace de él un Maestro de Sabiduría.
El dolor, para que tenga un valor eficiente, colectivamente sólo se puede “sentir” e individualmente sólo se puede “comprender”.
Si la Humanidad ha de ser auxiliada por aquel dulce tormento de una espera inefable, de un deseo continuo de que todos advengan, que todos sean libertados de las cadenas del dolor, el caso de cada ser humano, el porqué de su sufrimiento únicamente puede ser comprendido por el estudiante espiritual.
Aquél que sabe, aquél que sintió en sí todos los dolores de los seres, aquél que no es afectado por ningún dolor, es el único que puede descender entre los hombres y comprender sus dolores. Conoce las raíces de los males, sabe por qué son provocados y a qué fin tienden, nada le extraña ni nada le alarma, a nadie tilda de bueno ni de malo, serenamente analiza, desmenuza cada caso hasta dejarlo al descubierto y hallar la causa del mal y del dolor.
El padecimiento, en manos de aquél que sabe se transforma en poder, el poder vivo de transportarlo de un terreno impropio en uno propicio, el poder de eliminar el dolor por el conocimiento de la causa del mal. Todos estos seres pueden bajar hasta lo más profundo de las miserias humanas, pues es tan grande su saber que nada les daña. Pero sacan siempre nuevos motivos y experiencias para eliminar los males de cada uno de los individuos. El consejo de estos seres es vívida luz. El auxilio que prestan es de tan vital importancia que no se presenta en el alma, sino que se insinúa en el alma.
Sólo ellos saben corregir al que no sabe, consolar al que yerra, enseñar el buen camino al extraviado, alegrar al triste, perdonar las injurias y sufrir, con paciencia, toda clase de adversidades.
Uno de estos maestros de sabiduría pasó un día por un camino, y alguien que lo vio dijo: “He visto a un hombre desconocido y me ha llenado el alma de gozo y felicidad”.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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