Curso X - Enseñanza 13: La Doble Cruz
Las larvas, los elementales y las entidades inferiores buscan pan, alimento vital, continuamente.
Por eso rodean los ambientes propicios, acechan a los hombres incautos que abren con facilidad sus potencias etéreas a impulsos de las pasiones bestiales.
Estas entidades, a veces, se adueñan de los hombres débiles, penetran en sus auras y ejercen sobre ellos un continuo vampirismo; les quitan en tal forma las energías vitales que los llevan al suicidio, a la locura y a la desesperación.
Sin embargo, estos invisibles enemigos gustan rodear a las almas luminosas, en las que presienten o ven que hay fuerza y vida, almas selectas, con gran caudal de energía.
Pero contra estas auras potentes se estrellan como contra una muralla infranqueable.
Por eso, las almas adelantadas en el sendero espiritual, que en su pleno estado de conciencia y de vigilia pueden defenderse de estos mortales enemigos, tienen que defenderse de ellos durante las horas nocturnas.
Durante las horas de sueños vegetativos y asociativos, cuando más abandonado está el ser en brazos de las fuerzas materiales, es cuando las larvas malignas intentan succionar su fuerza etérea, y penetrar en el círculo de su aura.
Las fórmulas mágicas, que influyen sobre los elementales, sobre las fuerzas de la naturaleza, sobre las entidades inferiores, sólo las conocen algunas almas escogidas.
Se pronuncian en “si” natural, tendiendo a descender.
La fórmula que aleja a las entidades nocturnas, llamada “Doble Cruz”, es la que los cristianos conocen con el nombre de cruz de Caravaca, o con aquel Himno que empieza con la estrofa “Te lucis ante terminum”.
No hay que abusar, sin embargo, de esta fórmula; hay que usarla en caso de pesadilla, opresión nocturna, sueño lúgubre, visiones terroríficas.
Para pronunciar esta fórmula, la postura del cuerpo debe ser la de la cruz doble: sentados, o en cuclillas, juntos los talones y las puntas de los pies, y las rodillas apartadas al máximo; las manos unidas por los dorsos, sobre el epigastrio, correspondiendo los pulgares y las puntas de los dedos, éstas dirigidas hacia adelante; los codos apartados.
Estando inmóvil, con el pensamiento fijo en el motivo de la desazón, se ideará en la mente la imagen de la Doble Cruz, fijándola sobre el vértice inferior y, al mismo tiempo, en los pies, se dirá:
HIVA BOBE BUHM
Después, se pensará en el horizontal inferior de la Cruz y en las rodillas, y se pronunciará:
SIVAC APIA THUR
Se pensará, enseguida, en la horizontal superior y en las manos, y se dirá:
SAKI VAYU IHUK
Después se pensará en el vértice superior de la Cruz y en los codos, diciendo:
FUYAS AMI GAN