Curso X - Enseñanza 1: El Idioma de los Dioses
Los gritos guturales y los sonidos estridentes que constituían el idioma de los atlantes no se adaptaban a las cuerdas vocales de los arios, que tenían una mayor sensibilidad.
Se podría decir que el conjunto de las cuerdas vocales de los atlantes era en forma de una guitarra, mientras que el de los arios tiene forma de mandolina.
Por eso, los arios no podían adaptarse a los idiomas de los atlantes y su vocalización era completamente rudimentaria. No conocían el tesoro que encerraban en sus gargantas. Hacía falta un Dios que tocara esas cuerdas con la Vara del Conocimiento para que saliera de ellas la armonía y el encanto de la voz.
Los Iniciados Solares de segunda categoría, que tenían que canalizar la Idea Madre de la nueva Raza, enseñaron a los Arios a utilizar sus cuerdas vocales; y dejaron establecido el primer idioma, que bien puede llamarse “lenguaje de los dioses”, porque era completo, armonioso, lleno de energías, verdadero Verbo de Dios hecho carne.
El recuerdo de este idioma se ha perdido por completo y únicamente existe su recuerdo en la Gruta de Ras.
Los textos sagrados lo llaman Arypal.
Constaba, este idioma, de cuarenta y nueve letras, de las cuales siete eran vocales; y poseían la Vocal Insonora que únicamente se pronunciaba para nombrar a Dios.
Del Arypal nacieron todos los idiomas arios: el senzar, al día de hoy completamente olvidado, el sánscrito puro, el palí, el griego y el latín.
Pero existían en el mundo los antiguos idiomas derivados de los atlantes, en particular el chino y el egipcio. Estos idiomas se confundieron luego con los idiomas arios primitivos. El sonido de la voz perdió su primitivo poder magnético, y los idiomas divinos degeneraron en la mezcla de idiomas modernos.
También la escritura fonética es un privilegio de la Raza Aria. La escritura atlante fue la de los jeroglíficos, que heredaron los egipcios y los asirios; y los signos ideográficos de la escritura lemur fueron heredados por los chinos.
La voz, como expresión creadora de la mente, ha de ser algo vivo, una vibración sostenida. Y a pesar de los años pasados y del olvido de muchos idiomas, la Humanidad ha procurado conservar esa modulación magnética de la voz en los signos sagrados, en las sentencias ampulosas, en los cantos corales, en los himnos patrióticos y marciales.
Hay un tesoro escondido en las cuerdas vocales del hombre y él espera otra vez que bajen del cielo los Grandes Iniciados, para volver a manifestarlo.
Los Iniciados mantuvieron, desde tiempo inmemorial, sus himnos y estrofas sagradas que, debidamente modulados, producen el verdadero efecto de la palabra viva.
El dominio de esas palabras se logra con el ejercicio constante de la vocalización.
Si bien durante las últimas dos centurias estos signos han sufrido muchas modificaciones y han sido cargados de barbarismos, aún traen sobre las alas de sus melodías el recuerdo de los antiguos cantos.
Conocerlos es conocer la voz de los antiguos arios, y su vocalización constante es el esfuerzo del estudiante para lograr despertar su verdadera voz e impregnar sus palabras de la fuerza de la realidad y del poder.