Los pueblos de la India desde los albores de su civilización fueron impulsados a la práctica del misticismo.
Desde los primitivos discípulos de los Grandes Iniciados de la nueva raza hasta los moradores misteriosos de los Himalayas se fueron formando una infinidad de hombres que dedicaron toda su vida al estudio y a la práctica de las cosas divinas y extáticas, dejando para la posteridad ejemplos, escritos y documentos, que fueron la base de todas las escuelas ascéticas hasta los días presentes.
Es muy importante conocer la Mística Cristiana para poder apreciar como el Occidente practica, con modo y nombres propios, todos los ejercicios ascéticos para llegar a la Unión Divina.
Ya en los primeros tiempos del cristianismo, en la edad patrística, los monjes de Oriente practicaron diversos ejercicios metódicos que los llevaban a altos grados de espiritualidad.
Las palabras “Ascética Mística” quieren explicar el proceso que hace el alma, por su esfuerzo propio o por el empuje de su destino ancestral, para realizar a Dios.
La palabra “Ascética” se refiere en particular al ejercicio o esfuerzo controlado, mientras que la palabra “Mística” se refiere al acto de juntarse, parcial o totalmente, el alma con Dios.
En el Camino Ascético, para llegar a la Mística Unión del alma con lo Divino, especialmente en los primeros tiempos, es indispensable un Director Espiritual que guíe al alma por el Sendero que le conviene.
El Retiro Espiritual, o apartamiento completo del mundo durante un período del año es indispensable para el buen desarrollo de los ejercicios ascéticos.
El discípulo, cuando está bien adelantado en la concentración, puede abstraer su mente, ya sea en la más silenciosa caverna o en la más bulliciosa metrópoli; pero, como postulado disciplinario, tiene que buscar periódicamente su alejamiento del mundo.
Si bien un alma puede empezar el sendero ascético con fines personales, al avanzar en las prácticas ha de caer fatalmente en la comprensión de que la única realidad que persigue no es la conquista de ciertos poderes, sino la Unión Divina.
El Hombre y Dios son dos cosas aparentemente distintas; pero cuando quitados los velos de la ilusión el hombre realiza a Dios, entonces son como una sola cosa. Esta es la felicidad, el paraíso, y por esto el ser en la tierra, aún sin saberlo, anhela la perfección espiritual y encontrar a Dios.
La meditación se refiere a los efectos sensitivos del alma.
La meditación es un discurso imaginativo; es útil porque pone en juego todas las fuerzas mentales del ser, orientándolas hacia el logro de la sensación deseada.
El método aquí expuesto servirá especialmente a los principiantes para entrar al camino de la Meditación y facilitará extraordinariamente este ejercicio.
Primera Meditación.
Tema: La Dama Negra.
Efectos: Aborrecimiento.
La práctica de esta Meditación conduce al alma a considerar sus extravíos y faltas y al aborrecimiento de los mismos; cada acto perverso cometido por el ejercitante se transforma en un cuadro vivo que lo hace padecer y purgar sus males.
La concentración es un don exclusivo de la mente, un poder psico-mecánico del pensamiento de sostener y fijar atentamente una idea. Este don nada tiene que ver con la bondad del corazón, ni con las aspiraciones espirituales del alma.