Desde mi sillón, estratégicamente ubicado en una esquina de la sala, junto a la chimenea, tengo ante la vista tres escenarios, en los cuales veo desfilar los acontecimientos del mundo moviéndose en direcciones múltiples, con ritmos diferentes.
El Universo de la Civilización Cristiana está repleto de posesiones que dan beneficios. Hasta el más remoto peñasco del Océano tiene un propietario, un país, un consorcio internacional, un dueño virtual que lo ha registrado.
1900: Descubrimiento de la radioactividad por Becquerel, Pierre y Marie Curie.
Primeros años: Max Planck, descubrimiento de la mecánica cuántica. Desarrollo del motor a explosión, diésel, automovilismo, cinematografía, telegrafía sin hilos, ferrocarriles eléctricos, teléfonos interoceánicos, aviación, conquista de los polos, Gran Bretaña primera potencia con un inmenso imperio marítimo, “Las Señoritas de Avignon” de Picasso,“Consagración de la Primavera” de Igor Stravinsky.
Los arios habían nacido para la guerra.
Empezaba la era de la guerra con los atlantes, la llamada “Guerra de los mil quinientos años”.
El cambio de posición del eje de la tierra permitió a los arios vencer totalmente a los atlantes, que desaparecieron de la tierra definitivamente.