La Magia Ciencista del Renacimiento y de los tiempos de Catalina de Médicis llevó, sin embargo, a la restauración de las Órdenes Esotéricas.
En París, en los salones y cafés donde se refleja la agitación, la curiosidad y también la credulidad intelectual del tiempo, hormiguean ocultistas de buena fe y charlatanes entre los que -temiendo de unos y otros-, está el cartomántico Eteilla Alliette, que se dice ser alumno del Conde de Saint Germain.
Es en el siglo XVIII cuando se cimientan las Ordenes Esotéricas.
Martínez de Pasqualis representa el prototipo moderno del Fundador de escuelas esotéricas.
A los 18 años salió del Portugal rumbo a Oriente, de donde regresó varias veces, creyéndose que estuvo en Turquestán, en la meseta de Pamir, regresando por última vez a la edad de 42 años, en que comenzó su misión de Fundador, que duraría diez años, período en el cual llenó de sociedades secretas toda Francia y países vecinos que serían el teatro de la gran revolución que se estaba gestando.
Las Escuelas Esotéricas, antes de la Revolución Francesa, se dividieron en dos definitivamente. Las de tipo rosacruz completamente herméticas, partidarias del Rey Ungido (monarquía), y las más liberales, favorecedoras del movimiento popular y del libre pensamiento.
En Francia, a pesar de las diversas prohibiciones, la masonería y sus reuniones secretas habían aumentado notablemente ya durante la primera mitad del siglo XVIII.
Se dividían en diversas logias. En París había unas cuantas florecientes: la Estrella Polar, Los Hermanos Artistas, La Reunión de los Extranjeros y otras.
Los pueblos de la raza Atlante habían recibido directamente de sus Grandes Instructores las verdades de sus religiones. Estas verdades, fortalecidas por el poder psíquico de percepción propio de esa raza, eran de carácter completamente Divino.
Hace miles de años una gran columna de Arios cruzó los Himalayas y, encaminándose hacia el Norte de la India actual, establecieron allí su morada.
Los guiaba el Manú Vaivasvata, un Iniciado Solar de Primera Categoría, y diez sabios llamados Richis; sus nombres eran respectivamente: Marichi, Atri, Pulastya, Pulaka, Angrias, Kardama, Daskscha, Vashishiha, Bhrigú y Narada.
Sobre los Vedas asentaron los Arios todas sus religiones, filosofías, leyes, letras y artes.
Los Upanishads, los Sutras, que constituyen la moral y la filosofía del Hinduismo, no son más que amplios comentarios de los textos primitivos basados en su religión.
El antiguo Egipto se extendía más allá del costado Nor-Oeste de África a una isla completamente sumergida actualmente. Las primeras cinco dinastías cuya memoria se pierde en las centurias pertenecían íntegramente a la raza Atlante y eran, por eso, de origen Semita.
El recuerdo de la Divina Religión Atlante, fomentó entre los Egipcios el culto a los dioses solares: Ra (el Sol), Atonu (el dios Solar), Shour y Anuri Amon (dioses de los días).
Se han explicado en las Enseñanzas anteriores que dos grandes religiones fundamentales se habían encauzado en los comienzos de la Raza Aria. Los Arios puros fundaron una religión humana que al contacto con los Arios Semitas se transformó en Humana-Divina.