Curso XXVII - Enseñanza 1: El Manantial de las Religiones

Los pueblos de la raza Atlante habían recibido directamente de sus Grandes Instructores las verdades de sus religiones. Estas verdades, fortalecidas por el poder psíquico de percepción propio de esa raza, eran de carácter completamente Divino.
Estas religiones lindaban con el mundo de la conciencia superior y no utilizaban símbolos naturales. Eran de un monoteísmo selecto.
Pero cuando esta raza empezó a caer y degenerar, las prácticas religiosas fueron suplantadas por actos de poder psíquico y de magia negra.
Al diferenciarse los arios semitas de los atlantes, aún mantuvieron una lejana vislumbre de esas Divinas religiones, aunque completamente oculta bajo el peso de muchas centurias y de la razón, nueva prerrogativa de la naciente raza.
Los Atlantes, sumergidos en las profundidades del mar en las que se hundió su continente, llevaron consigo su Divina Religión.
Pero nuevos Iniciados y nuevas ideas madres hicieron su aparición y, en consecuencia, fue implantada una nueva religión, que acompañó a la nueva raza Aria y que fue base de todas sus religiones posteriores.
Los Arios Semitas, después de la gran lucha sostenida con sus adversarios negros (si bien ellos también eran negros, aunque con distinta estructura física), se lanzaron a la conquista del nuevo continente que, cual tierra prometida, virgen, había emergido de las aguas para ellos.
Los primitivos hombres, en inmensas caravanas, guiados por sus Divinos Instructores, abandonaron las viejas costas para buscar tierras nuevas y emigraron hacia el centro de Asia y Europa.
Encontraron una tierra fértil, maravillosa, pero terriblemente dura de conquistar. El clima ponzoñoso y ecuatorial a que estaban acostumbrados era suplantado allí por uno áspero y frío.
La pereza cedía a la necesidad y, después de una mortandad espantosa, los habitantes del nuevo continente aprendieron a luchar poco a poco con la naturaleza para buscarse el alimento y procurarse reparo.
La naturaleza era dura de vencer, pero al ser subyugada daba maravillosos resultados y revelaba sus secretos. Por eso los hombres primitivos la divinizaron, a ella y a sus fuerzas manifiestas.
Estos hombres ya no eran los Arios Semitas; ellos se habían transformado en una raza característica: Arios Puros.
Su tez se volvió blanca como la nieve que sobre ellos caía, sus ojos tomaron un tinte azulado y grisáceo como la neblina que constantemente los envolvía, y sus cabellos se colorearon de rojo y rubio.
La religión nueva que surge, basada en el culto de la naturaleza, es puramente humana y fálica y es el fundamento del politeísmo.
Mas vino un día en que los Arios volvieron a la tierra de donde vinieron, encontraron a sus negros predecesores, los Arios Semitas, los cuales, con un rudimentario monoteísmo, conservaban la Religión Divina de los Atlantes y los vencieron.
De estas dos corrientes, de una Religión Divina olvidada y de otra natural y humana naciente, se formó el armazón de todas las religiones venideras.
Las religiones Arias, entonces, nacen del recuerdo de un estado divino perdido y del conocimiento de una fuerza natural puesta al alcance del hombre.
Las palabras de los primeros Divinos Instructores se funden, se cristalizan con la experiencia material de los pueblos; el recuerdo de lo divino es materializado con una imagen, con el culto a los antepasados y de este manantial en donde Dios y el Hombre se encuentran, en donde el círculo y la cruz se abrazan brota el agua cristalina que inundará el mundo y los tiempos, que tendrá diversos nombres, que volverá a juntarse un día en el océano del hombre hecho Dios.
En todas las religiones Arias predomina en ellas el monoteísmo o el politeísmo, siempre se encuentran estas mismas bases fundamentales; el culto al empezar es sencillo y claro como el amanecer; como en todo amanecer, la quietud humana se vuelca en la serenidad divina con cantos e himnos; éstos son transmitidos de padres a hijos, de un pueblo a otro y, con el andar del tiempo, se transforman en textos sagrados e idiomas fundamentales.
La tradición transforma las sencillas elevaciones del alma en ceremonias y cultos, y los cultos reclaman las vestiduras, los signos y los misterios.
Todas las religiones Arias siguen las mismas rutas y el mismo sendero; son espirituales y puras al empezar; se hacen fuertes y potentes al seguir su marcha, para llegar a su apogeo, cuando la mente y el espíritu de la religión se juntan, se unifican. Después decrecen, se hacen intelectuales y sabias, dogmáticas y rígidas, frías y obscuras y terminan en una organización sectarista conservadora de las propias divinidades.
Tiene que ser así, irremediablemente; una mezcla de espíritu y materia no puede ser más que una lucha entre el espíritu y la materia. Cuando el espíritu domina, el materialismo es vencido; pero cuando la fuerza material se sobrepone al espíritu, éste se oculta tras espesos velos.
Tras las formas dogmáticas y prácticas de todas las religiones está un principio Real y Divino.
Aquel que sabe encontrar ese principio Único conoce a todas las religiones, participa de todas ellas y ha encontrado el secreto, el manantial uno y primero de las mismas.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

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