En la Ronda Terrestre hay siete Razas Raíces.
En la Ronda Lunar, los seres habían logrado perfeccionar su cuerpo astral; pero necesitaban un cuerpo físico para lograr una perfecta experiencia material.
La Ronda Lunar había cumplido su cometido y había dado a las mónadas unos perfectos cuerpos astrales; pero faltaba dar el último y más importante paso, pues esos seres tenían que descender a conocer el mundo denso y material.
Eolo, el dios de los vientos, corría velozmente de un lado al otro de la atmósfera terrestre, limpiándola de todas sus impurezas; y el Sol, con una luminosidad más clara que la que ahora puede observarse, brillaba constantemente.
No se conoce, en el desenvolvimiento antropológico de la Raza Hiperbórea, la división exacta de sus subrazas; pero es posible distinguir una serie de estados evolutivos que podrían llamarse “etapas”.
Sepultada bajo las aguas del Océano Pacífico se mantiene intacta la tierra que un día fue gran parte del Continente Lemuriano. Para mayor facilidad del estudiante se aplica el nombre “Lemuria” al continente de la tercera Raza Raíz, porque así fue designado por el zoólogo Sclater; pero los antiguos textos esotéricos lo llaman Zalmali Patala.
Durante la formación del continente lemuriano se desenvolvió la primera subraza, llamada Za, la cual en todo era parecida a la última subraza hiperbórea.
Estos seres estaban casi siempre echados y se reproducían por la deposición de huevos.
Para el ciclo de ángeles hechos hombres había sonado la hora solemne. Los estremecimientos cada vez más convulsivos del planeta y la luz solar que filtraba a través de las espesas cortinas de nubes, reflejaban como una gran aurora polar sobre la rojiza tierra, indicando que algún hecho extraordinario estaba por acaecer.
La sexta subraza lemuriana, que se llamó Mo-Za-Moo, se inició con la terrible lucha entre los hombres y los monstruos. Estos últimos dominaban en la parte occidental del continente y, arrastrándose, volando o nadando, invadían periódicamente el continente central, destruyendo a millares de lemures.
Después de la destrucción de Lemuria las aguas de los océanos dominaron casi enteramente el globo, pues el nuevo continente, que daría albergue a la Raza Atlante, surgía lentamente de los mares, dando la impresión de inmensos lagos; era destino de esta nueva tierra gestar bajo los hielos.
Durante la época atlante hubieron dos grandes períodos glaciales; a éstos siguieron otros menores, que duraban un año saturniano (30 años). Esto era una reacción lógica a períodos de gran calor terrestre.