Curso XXIX - Enseñanza 4: Las Etapas de la Raza Hiperbórea

No se conoce, en el desenvolvimiento antropológico de la Raza Hiperbórea, la división exacta de sus subrazas; pero es posible distinguir una serie de estados evolutivos que podrían llamarse “etapas”.
Durante la primera etapa aparece en el Continente Verde el gran Pez-Serpiente. Es muy difícil precisar la dimensión de este monstruo con aspiraciones de humanidad; pero antiguos textos lo describen como inmenso y hermoso, a pesar de que su cuerpo era gelatinoso y transparente, pues el reflejo de la luz a través de ese cuerpo producía múltiples y variados colores.
No tenía más sentido que el de la percepción; sin embargo, notaba los estados atmosféricos; cuando las corrientes eran insoportables vivía en las densas aguas del océano de entonces, mientras que cuando los terribles huracanes no eran tan violentos se arrastraba sobre el semiblando suelo del continente.
Pero en la segunda etapa del desenvolvimiento de esta Raza, los monstruos, guiados por sus espíritus, casi no habitaron las aguas; y empezaron la gran labor de la formación del cerebro humano. Sus cabezas se habían abierto como inmensas pantallas, dejando al descubierto el protoplasma del futuro cerebro.
En las épocas en que el sol era más fuerte, subían a los promontorios depositando sobre ellos el esperma-sudor de sus cuerpos, para que lo fecundara los rayos del sol.
Estos monstruos no morían, sino que se regeneraban y transformaban por sí solos.
Como tenían que lograr el sentido del tacto, se formaron sobre sus cuerpos unas aletas semejantes a las de los peces, las cuales serían las futuras extremidades humanas.
Para lograr su nuevo sentido no tuvieron otra labor que la de recorrer grandes extensiones y regresar, retrogradando, sobre su ruta.
No dormían en el agua sino en inmensas cuevas y durante muy pocas horas, pues la luz era casi constante sobre el Continente Hiperbóreo. En la tercera etapa las mónadas empezaron a dibujar en aquellos cuerpos las líneas de la espina dorsal y a formar los canales internos, o vasos sanguíneos, que servirían para la circulación de las corrientes de aire y para la condensación de la materia gelatinosa.
Adquirían cada vez más el sentido de la velocidad y formaban una especie de cabeza humana alrededor del hueco donde, como un tesoro, estaba depositado el protoplasma cerebral.
He aquí que en la cuarta etapa se tienen los hombres monstruos.
Repetidas veces intentan doblarse sobre sí mismos hasta que, de su cuerpo, logran formar una rueda. Las aletas que poseían se van transformando en remos que les permitirán correr cada vez más velozmente.
También una verdadera matriz se había formado, por ese entonces, en un extremo de su cuerpo; y ya depositaban en ella, por sí mismos, sus gotas de sudor.
En la quinta etapa se tiene el perfecto hermafrodita.
Los extremos de sus cuerpos se tocan; el rozamiento produce el deseo y la satisfacción. Un pequeño órgano adecuado se constituye, un botón para la matriz. Ya se pueden depositar huevos que, siempre colocados el calor solar, dan hombres monstruos de esta Raza.
En la sexta etapa, después del gran movimiento sísmico que partió el Continente, procuran, estos hombres, ponerse de pie, pero fracasan en su intento. Es una guerra a muerte, en la cual millares y millares pierden su vida al querer subir al Monte Meru; al intentar ponerse de pie, se quiebran y mueren.
Las mónadas lloraron, por esos días, sobre sus cuerpos; y dice un texto antiguo que clamaban al cielo para que se les dieran moradas adecuadas, para no fracasar en sus intentos de perfección.
En la séptima etapa logran su intento.
Ya se ha definido el tipo de la raza futura. Si bien el cerebro aún está abierto, ya hay en el rostro dos fosas que preparan la morada de los ojos; y la espina dorsal, con todas sus ramificaciones nerviosas, se va definiendo cada vez más.
Las ruedas, apoyadas sobre los troncos de inmensos árboles, pueden quedar de pie. Ya no tienen aletas, sino grandes muñones, que hacen las veces de brazos y piernas.
Se estaba en vísperas de la desaparición del Continente Hiperbóreo. Detonaciones terribles, que sacudían entonces a la Tierra, abrieron surcos profundos en la misma y también en las caras de los nuevos hombres hiperbóreos.
La percepción etérea es vencida por la percepción eléctrica de la atmósfera, y a través de los dos grandes surcos que se forman en los rostros de los hombres de entonces, se forma el lugar de los futuros oídos de los hombres.
Ya no puede dar más esta Raza, ya ha llegado a su apogeo. Las mónadas vislumbran que su misión está por terminar y que pronto podrán habitar sus nuevas moradas.
Cuando el Templo ya está edificado, el Espíritu del Señor desciende sobre él. Verdaderamente, los espíritus de las mónadas estaban por descender a habitar los nuevos cuerpos físicos.
Debajo de las aguas semilíquidas de los océanos, Pasha y Pahcshala, un nuevo continente está listo para dar morada a los verdaderos hombres.

Fundador de CAFH

Las Enseñanzas directas de Santiago Bovisio quedan así depositadas en manos de los hombres, cumpliéndose de esta manera su mandato final= ¡Expandid el Mensaje de la Renuncia a toda la Humanidad! Que la Divina Madre las bendiga con su poder de Amor.

Relacionado